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La última cruzada

El asesinato de un coordinador de la red de veedurías pone al descubierto hasta dónde ha llegado la corrupción en Cúcuta.

18 de agosto de 2003

Pedro Duran Franco llevaba varias semanas con el temor a cuestas de que lo iban a matar. Aunque no había acudido a las autoridades locales, porque no confiaba en ellas, les había dicho a varias personas que temía por su vida. Sabía que por cuenta de sus investigaciones y de las denuncias que estaba realizando en Cúcuta la muerte lo podía buscar. Estas sospechas, que lo mantuvieron muchas noches desvelado, se hicieron realidad el martes 12 de agosto.

Ese día, poco después de las 2 de la tarde, Durán salió de su casa en compañía de su esposa, Ruth Lozano. En el bolsillo de su camisa tenía un disquete y cargaba un maletín que consideraba su pertenencia más valiosa. En él llevaba documentos que respaldaban y ampliaban las denuncias que desde hace varios meses venía realizando. Al día siguiente -el miércoles- tenía planeado viajar a Bogotá para entregar a las autoridades, entre ellas la Procuraduría y la Fiscalía General, las pruebas que estaba seguro desenredarían una compleja red de corrupción política y administrativa en Cúcuta. Dos balas impidieron que pudiera realizar su viaje.

Durán abordó una buseta, cerca de su vivienda en el barrio Atalaya de Cúcuta, rumbo al centro de la ciudad. Se sentó en el primer asiento, al lado del conductor. Su esposa consiguió un lugar muy cerca de él. Varias cuadras más adelante, frente a la terminal de transporte de la ciudad un hombre joven abordó el microbús y se sentó en la parte trasera. A las 2:50 de la tarde, cuando el recorrido estaba cerca del parque Mercedes Abrego, en el centro de la ciudad, un trancón hizo disminuir la marcha del vehículo. En ese momento el hombre joven se levantó y se aproximó hasta Durán. Desenfundó una pistola 9 milímetros y le disparó dos tiros en la cabeza. El sicario aprovechó el pánico y la confusión de los pasajeros para bajar del vehículo y abordar una moto que venía escoltando a la buseta, en la cual escapó. El miércoles, el día que iba a presentar sus denuncias en Bogotá, el cuerpo de Pedro Durán llegó en una urna a su natal Bucaramanga, en donde fue sepultado por su esposa, Ruth, y sus cuatro hijos.

Las denuncias

Durán era ampliamente conocido en Cúcuta por ser miembro del Directorio Municipal Liberal, pero sobre todo por ser el coordinador departamental de la Red de Veedurías Ciudadanas (RedVer), una ONG que se encarga del control y vigilancia civil de las actividades de los funcionarios públicos. "Sus denuncias pusieron a temblar a los dirigentes corruptos de Cúcuta, dijo a SEMANA Pablo Bustos, presidente de la Red Nacional de Veedurías Ciudadanas. Demostró cómo un ciudadano común podía ejercer un verdadero control a los funcionarios y sus actuaciones. La ley era su única herramienta".

Aunque no era abogado, Durán comenzó a ejercer su labor como veedor cívico y desde hace tres años se vinculó con la RedVer. Desde allí puso varias denuncias sobre presuntas irregularidades en entidades municipales, que hoy son materia de investigación. Sin embargo la principal y última 'cruzada' en la que estaba involucrado Durán era la que libraba en contra del actual alcalde de Cúcuta, Manuel Guillermo Mora Jaramillo.

A comienzos de este año Durán entabló ante el Consejo de Estado un proceso que buscaba la pérdida de la investidura del alcalde Mora. Su petición se basó en investigaciones propias respaldadas en una denuncia del ex director administrativo de la Cámara de Representantes Saúd Castro. En 1999 Castro, actualmente detenido en la cárcel La Picota de Bogotá, fue la pieza clave para que la justicia pudiera descubrir un robo al fisco por más de 20.000 millones de pesos por medio de decenas de contratos ilícitos en esa corporación. La confesión de Castro y las investigaciones oficiales terminaron con la pérdida de la investidura de media docena de parlamentarios que estaban involucrados en el millonario desfalco, quienes acabaron tras las rejas junto a 23 contratistas que se prestaron para las irregularidades. Uno de estos parlamentarios detenidos fue Miguel Angel Flórez, representante a la Cámara por el departamento de Norte de Santander.

De acuerdo con las denuncias iniciales de Saúd Castro, el representante Flórez intervino directamente para que Castro les adjudicara irregularmente a sus amigos millonarios contratos con la Cámara. La denuncia de Castro puso a Flórez tras las rejas. Sin embargo, en enero de este año, Castro vio una foto en el diario La Opinión de Cúcuta y se dio cuenta de que el hombre que él creía era el representante Flórez era en realidad el alcalde de la ciudad, Manuel Guillermo Mora. Decidió entonces aclarar la situación y escribir una carta a la Corte Suprema de Justicia explicando que la persona que se había presentado a su despacho como Flórez para solicitar la adjudicación de varios contratos era el alcalde de Cúcuta. Poco antes de las elecciones Mora había reemplazado a Flórez en su curul durante cuatro meses, período durante el cual ocurrió la feria de contratos en la Cámara. "Observo yo que la persona que siempre acudió a mí haciéndose pasar por Miguel Angel Flórez es quien en la fotografía aparece con el nombre de Manuel Guillermo Mora", dice uno de los apartes de la carta enviada por Castro a la Corte Suprema.

A pesar de la aclaración de Saúd Castro la Corte no aceptó incorporar al expediente la rectificación del ex director administrativo, argumentando que los términos para las prácticas de las pruebas ya habían expirado. La grave denuncia de Castro, en la que involucraba al alcalde, no quedó en el aire. Pedro Durán, quien ya venía siguiendo las actuaciones del alcalde Mora, libró una batalla jurídica hasta conseguir que el Consejo de Estado aceptara la carta de Castro como parte del proceso para la pérdida de investidura. A la misiva se sumaron otros testimonios en contra de Mora. Uno de ellos es el del actual concejal de Cúcuta Hernando Pérez, quien reconoció que gracias a la ayuda de Mora, que lo acompañó al despacho de Saúd Castro, había conseguido varios contratos con la Cámara. "Cuando el Tribunal me citó el alcalde me hizo llamar de urgencia para ofrecerme 300 millones de pesos en contratos a cambio de que yo no dijera nada", dijo Pérez a SEMANA

Con estos elementos, sumados a sus propias investigaciones, Durán estaba seguro de que había suficientes pruebas para iniciar el proceso de pérdida de investidura del alcalde. "No era necesario que él viajara a Bogotá para supervisar el proceso en el Consejo de Estado porque eso lo podíamos hacer nosotros, dijo a SEMANA Pablo Bustos. Si embargo él estaba tan comprometido en que se hiciera justicia con el tema que realizó por lo menos ocho viajes. Muchas veces no tenía ni con qué almorzar y pasaba el día con un paquete de cigarrillos. En otras oportunidades nos tocaba recoger plata para comprarle el pasaje de ida hasta Cúcuta ya que él no tenía un peso". En estos días el Consejo de Estado debe emitir el fallo sobre el caso del alcalde Mora y definir si lo destituye, con lo que quedaría inhabilitado para ejercer cualquier actividad pública. SEMANA intentó en repetidas oportunidades comunicarse con el mandatario para conocer su versión de las denuncias pero no fue posible encontrarlo.

Durán iba a viajar un día antes de su asesinato para aportar nuevas pruebas en este caso y también realizar nuevas acusaciones contra otras personas. Igualmente tenía planeado denunciar ante las autoridades judiciales y el Consejo Nacional Electoral sobre irregularidades que involucran a un aspirante a la alcaldía de Cúcuta muy cercano al actual mandatario. Aunque no pudo instaurar personalmente las denuncias la Fiscalía ya tiene sus documentos . Para los investigadores del recién creado Grupo Brinho -una brigada interinstitucional de investigación de homicidios conformada por CTI, DAS y Policía- es claro que el asesinato de Durán tenía relación con las denuncias que estaba haciendo. Según ellos la investigación avanza por buen camino. Sólo queda esperar a que esto sea cierto y el crimen de Durán no quede como el de muchos que se atreven a denunciar a los corruptos: en la impunidad.