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Lágrimas, mentiras y casetes

Los cuatro testigos contra Fabio Ochoa Vásquez no pudieron contener el llanto en pleno juicio. Esta semana se define su suerte: ¿culpable o inocente?

26 de mayo de 2003

Héctor Mario Londoño Vásquez se soltó a llorar cuando el abogado de Fabio Ochoa, Roy Black, le mostró en pleno juicio una libreta que Londoño había dejado abandonada en la cárcel de La Catedral en la que figuraban los negocios de cocaína en los que había participado con Pablo Escobar. "¿Reconoce usted que esta libreta le pertenece?", le preguntó Black, mientras se la enseñaba al jurado de conciencia. "Sí señor, es mía", contestó en un tono nervioso y con la voz quebrada.

Londoño le había asegurado a la justicia estadounidense que él jamás había traficado antes de la Operación Milenio y el primer sorprendido con esta mentira fue el fiscal Edward Ryan.

El juicio contra Ochoa, a quien se acusa de haber reincidido en el narcotráfico, se ha convertido en una prueba de fuego de la justicia norteamericana. De los 30 implicados en la Operación Milenio, Ochoa fue el único que decidió no declararse culpable y enfrentar el jurado. Los demás negociaron a cambio de beneficios judiciales.

Cuatro de ellos han sido testigos en contra de Ochoa. Londoño, Alejandro Bernal Madrigal, Santiago Vélez y Fredy Iván Ochoa. Bernal Madrigal era considerado el 'testigo estrella' de la Fiscalía pero fue quien prendió las alarmas sobre las inexactitudes de las conversaciones interceptadas en la Operación Milenio. Mostró una evidente incapacidad para reconocer incluso su propia voz.

Bernal admitió en el juicio que en las grabaciones hay incongruencias y confusión de palabras. Por ejemplo: cuando transcriben "lavando" es "tapando"; "las nieves" en lugar de "las nubes"; "cheque de la mercancía" en vez de "Chiqui García". En ese momento quienes asistían al juicio, notaron las sonrisas en los rostros de algunos de los miembros del jurado.

En otra de las transcripciones en las que el gobierno atribuyó a Ochoa la frase "yo fui a la primera y cobré lo blanco", el testigo dice: "No, él no dice eso".

A otro que no le fue muy bien en el estrado fue al agente de la policía colombiana, quien se identificó con el número "867". Admitió que los casetes habían sido editados y que los originales fueron destruidos.

Según la defensa de Ochoa, las pruebas aportadas por la Fiscalía se derrumbaron como un castillo de naipes. Consiguió levantar fuertes dudas sobre los testimonios de quienes antes eran los amigos de Ochoa. Santiago Vélez era uno de ellos. El 'Negro Vélez', como se le conoce en el mundo de la mafia, ya había sido condenado por narcotráfico en otro juicio que se le adelantó en Estados Unidos en 1993 y salió libre luego de cumplir una condena con beneficio de delación.

El abogado Roy Black mostró su astucia cuando uno de sus abogados colaboradores en el juicio le dejó escuchar a Vélez una grabación con su propia voz en la que decía: "Le metí un gol a los fiscales de Connecticut y le eché la culpa a un muerto". "¿Esa voz es la suya?", le preguntó el abogado. "Sí señor". "¿Por qué le mintió en esa ocasión a los fiscales estadounidenses?". El 'Negro Vélez' palideció. El abogado de Ochoa demostró que hace 10 años Vélez sostuvo que el dueño del negocio de la cocaína por el cual lo estaban juzgando era un antioqueño llamado Fernando Riester. Vélez no tuvo otra salida que reconocer frente al jurado que efectivamente había mentido. Que Riester había muerto en 1990, o sea tres años antes del juicio, y que el verdadero dueño de la droga era John Freydell, alias 'Martín'. "Freydell y todos esos quedaron sanos", decía Vélez en la grabación. Segundos después se conoció en los pasillos de la Corte en Miami que se trataba del suegro del automovilista colombiano Juan Pablo Montoya.

El periodista del Nuevo Herald Gerardo Reyes reveló que los registros del sistema criminal federal de Estados Unidos señalan que Freydell fue encausado en 1994 por confabularse para importar narcóticos a Estados Unidos y desde el 18 de septiembre de 2001 la corte del Distrito de Carolina del Sur lo señala como "fugitivo".

Reviven el pasado

Sorpresivamente, el fiscal Ryan en un intento, quizá desesperado, frente a las mentiras e incongruencias en que habían caído sus testigos y con el aval del juez Moore de usar el pasado de Ochoa en su contra, sacó lo que él creía un as bajo la manga y citó al estrado a Max Mermelstein, un norteamericano que trabajó de cerca con el cartel de Medellín. De este hombre no se había vuelto a hablar en los últimos 12 años cuando, después de acogerse al programa federal de protección de testigos, escribió el libro El hombre que hizo llover coca.

Una vez sentado en el estrado Mermelstein sostuvo: "Conocí a Fabio cuando era un colegial que llegó a su casa con un libro bajo un brazo y un kilo de coca en el otro".

La otra carta que decidió jugarse el fiscal Ryan fue sacar de su tranquila jubilación a un agente de la DEA que participó hace dos décadas en la Operación Tranquilandia, uno de los más grandes golpes de la historia de la lucha contra el narcotráfico.

Los observadores del juicio aún no se explican por qué fue tan importante para la Fiscalía la presencia de estos dos personajes, mientras que el juez Michael Moore le aceptó a la Fiscalía que no se llamara como testigo al agente de la DEA Paul Craine, principal responsable de la investigación en el caso de la Operación Milenio.

El juez Moore también acogió la solicitud del fiscal de que la defensa no llevara como testigo a uno de los traficantes 'modelo' beneficiados por el programa de resocialización de narcotraficantes a través del fotógrafo Baruch Vega. Se trata de Nicolás Bergonzolli, hoy libre. Se cree que una declaración de este narcotraficante confeso destaparía el escándalo que se ha suscitado por las negociaciones entre la DEA, el FBI, Vega y los traficantes colombianos. Sin embargo Black ha insistido a lo largo del juicio en que se le permita llevar al estrado a Bergonzolli, precisamente para demostrar las debilidades en la forma como se hicieron estas negociaciones, que les permitieron a más de 100 narcotraficantes arreglar sus cuentas con la justicia de ese país y quedar en libertad.

Lo extraño del caso de este testigo es que su expediente, que fue trasladado de Connecticut al sur de la Florida con el número 99-00-196, hoy no aparece. Ni el juez ni los fiscales tienen idea ni han podido explicar por qué ni siquiera figura un caso en el que aparezca el nombre de Bergonzolli.

Juicio final

Este martes será el día clave en el juicio. Comienza la etapa final, en la que tendrá que lucirse el abogado penalista y defensor de Ochoa, Roy Black. Uno de los abogados de su bufete habló con SEMANA y sostuvo: "Nosotros ya ganamos el juicio jurídicamente, otra cosa es que lo quieran dejar aquí en una cárcel norteamericana".

Según la defensa, en el transcurso de las cuatro semanas del juicio, han logrado que los propios testigos que llevó la Fiscalia, se hayan encargado de desmoronar las acusaciones en contra de Ochoa.

De acuerdo con Roy Black, presentaron 30 ejemplos de alteraciones de los textos y de las voces en las 1.200 horas de grabaciones y la defensa recordó en el juicio que el agente Paul Craine, responsable de la investigación del Milenio, jamás escuchó ninguna de las conversaciones.

La suerte de Fabio Ochoa corre ahora por cuenta del jurado, y esa es una de las grandes preocupaciones de la defensa. Y tiene sus razones. Roy Black dice tener en su poder las pruebas que demuestran que cada uno de los 12 miembros del jurado es familiar o tiene algún tipo de relación cercana con funcionarios del gobierno y de las agencias federales. Este inusual hecho deja la duda de hasta qué punto se va a lograr un juicio justo.

Se espera que este martes Black cite al estrado al último, y tal vez uno de los más importantes testigos del caso 'Milenio', el ex director de la Policía, el general Rosso José Serrano. La citación al actual embajador de Colombia en Austria tenía como objetivo principal que Serrano le contara al jurado los pormenores de la conversación que sostuvo con Alejandro Bernal Madrigal en su despacho cuando fue capturado. Esta prueba era de gran relevancia puesto que frente a una cámara de video 'Juvenal' le reconoció a Serrano que Fabio Ochoa jamás había participado en negocio alguno de drogas con él, según se publicó en su momento.

Lo inaudito de este episodio es que ni el general estará presente en el juicio, ni el video apareció, a pesar de las múltiples solicitudes de la defensa.

Mujeres al ataque

Las cinco hermanas de Fabio Ochoa no han desfallecido en su defensa. Llevan dos años estudiando todo el expediente y han escuchado hasta el cansancio las 1.200 horas de las grabaciones interceptadas en la Operación Milenio.

Marta Nieves, María, Fresia, Cristina, Angela y su cuñada María Lía se repartieron las cintas y a cada una le correspondió estudiar las conversaciones de cada testigo. Como tres de ellas hablan inglés se dedicaron a traducir los testimonios. Ellas están convencidas de que su hermano dice la verdad y que tienen suficientes evidencias para respaldarlo. "Si el jurado llega a condenar a Fabio es por su pasado y no por el caso por el que hoy lo juzgan", le dijo a SEMANA una de ellas.

Esta semana se sabrá el destino del más joven del clan Ochoa. Si el jurado lo encuentra culpable se espera sea condenado a cadena perpetua en una cárcel en Estados Unidos. Si lo halla inocente, sería un milagro.