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| Foto: SEMANA

ELECCIONES 2018

Más espinas que rosas, el difícil debut de la Farc en la política

Los abucheos a Timochenko en su Armenia natal y la cancelación de un evento de Iván Márquez en Florencia son una muestra de la dura resistencia que el partido de la exguerrilla genera. El uribismo no lo reconoce como 'actor político'. ¿Se podrá rectificar el camino?

5 de febrero de 2018

Ninguna campaña política es fácil y menos en este 2018 que parece ser un punto de inflexión ideológica en Colombia. No solo por el relevo  en las cargas del poder en la Casa de Nariño y el Congreso de la República, sino por el aterrizaje directo de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc) en el escenario democrático.

Hay muchos temas que precipitaron la polarización.  Pero -sin lugar a dudas- los alcances del proceso de paz con las Farc fueron el detonante de lo que está pasando en términos de discurso electoral. Muchos defienden la solución negociada a 50 años de conflicto. Otros no ven con buenos ojos que los hasta hace poco guerrilleros lleguen directo al Congreso sin pasar primero por una cárcel.  

Se acordó que fuera de esa manera en la Mesa de negociación de La Habana, y es el objetivo natural de cualquier proceso de paz. Pero del dicho al hecho hay un buen trecho, y más en un país que por más de 50 años vivió los embates del conflicto y cuyas heridas no terminan de sanar, por cuenta de los militantes de la ahora exguerrilla que quiere hacer política. El famoso sapo que no fue tan sencillo de tragar.

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En esto también han impactado factores como la decisión de ese grupo de conservar en democracia la sigla que usó en la guerra, Farc, y el discurso -si se quiere- desafiante de sus voceros frente al clamor nacional de que reconocieran pública y rápidamente su responsabilidad en los crímenes que dejaron cinco décadas de confrontación armada. Eso ha llevado a que su imagen negativa, ahora en democracia, siga creciendo.

La prueba de la difícil transición, ver a los hasta hace poco considerados criminales de lesa humanidad haciendo política, se registró en la primera salida a terreno del candidato presidencial de la Farc, Rodrigo Londoño, Timochenko, quien fue duramente abucheado en Armenia (Quindío), durante el fin de semana pasado. Incluso, los vehículos de su comitiva fueron atacados.

Esta revista supo, además, que Timochenko tenía previsto desplazarse al municipio de Quimbaya, pero su esquema de seguridad lo persuadió de hacerlo solo hasta tanto se recuperaran los vehículos -averiados horas antes- para desplazarse con seguridad. Eso sí, en La Tebaida, su tierra natal, fue recibido el domingo con más tranquilidad y hasta con algunas expresiones de entusiasmo.

Y no muy lejos de allí, en Florencia (Caquetá), las protestas ciudadanas obligaron al número dos del movimiento, Iván Márquez, a cancelar un acto de su campaña al Senado que tenía previsto en esa ciudad.

En sus reacciones a los hechos también se ven las dos líneas doctrinarias que hay en el grupo. Timo, más sopesado, afirmó que “aprovecho para hacer un llamado a la gente que me apoya, a la gente del común, que ante situaciones de esas con otros sectores y dirigentes políticos no vayamos a repetir ese escenario, porque nosotros debemos ser tolerantes”.

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Y Márquez, con un tono más combativo, igualmente llamó a sus seguidores a evitar este tipo de situaciones, pero culpó al uribismo de estar detrás de estos primero baches en la campaña. “La escena es delirante y desalentadora: el senador del Huila Ernesto Macías, micrófono en mano, con el telón de fondo de la mesa presidida por el señor expresidente Álvaro Uribe y el candidato Iván Duque, del Centro Democrático, incitó a la masa a atacar y sabotear con mayor fuerza a la utilizada en Armenia el trabajo político de Farc”, afirmó.

Macías, quien tampoco se reserva adjetivos para referirse al movimiento Farc, rechazó esas acusaciones y explicó que lo único que dijo, tanto en la plaza pública como a medios locales de Caquetá, es que “ellos no son de izquierda, sino criminales”. “Yo no los reconozco como actores políticos, porque no pagaron ni un día de cárcel y están pasando del fusil a la urna sin más, y eso no puede ser”, le ratificó este senador uribista a SEMANA.

Sin duda hay un descontento generalizado. Algunos lo atribuyen a falta de humildad de la antigua guerrilla para aceptar que su lucha armada generó una sangrienta ola de violencia en el país, pero también es muy cierto que las posturas de sus contradictores -en especial de los sectores de derecha- han sido exitosas en sembrar una especie de miedo por ver a actores del conflicto manejando los hilos del poder y con una visión de Estado que, a su juicio, podría llevar a Colombia hacia una crisis como la que azota a Venezuela.

No obstante, el movimiento Farc se está enfrentado a la dura tarea de convencer a la gente de que vote sus propuestas, algo que sin armas es muy difícil y que, según supo SEMANA, los está llevando a analizar sus próximos pasos en la contienda para intentar reversar la resistencia e imagen negativa que tienen sus candidatos. Claro está que sienten que esta presión la vivirán más en las regiones, como Armenia, que en otras zonas más grandes, como Bogotá, donde hace poco lanzaron su plataforma política con una masiva asistencia.

"Puede uno estar en total desacuerdo con lo que están diciendo los candidatos, pero en una democracia todo el mundo está en su derecho a expresarse sin ser agredido": Juan Manuel Santos.

Este lunes, al caer la tarde, el presidente Juan Manuel Santos lideró una sesión de la Comisión de Seguimiento a Procesos Electorales en la Casa de Nariño. Uno de los temas, entre varios, fue precisamente el de las garantías para hacer política que deben tener todos los partidos, incluyendo el de la Farc.  

Santos -de forma tácita- rechazó lo que les pasó a Timochenko y a Márquez y afirmó: “Queremos unas elecciones transparentes y tranquilas. Puede uno estar en total desacuerdo con lo que están diciendo los candidatos, pero en una democracia todo el mundo está en su derecho a expresarse sin ser agredido”.

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Todo el mundo sabe que este tránsito a la democracia de las Farc no será sencillo, tanto en la Casa de Nariño como en las toldas de la ahora exguerrilla lo han analizado, pero es casi seguro que con el avance de la campaña el tono contra sus posturas se elevará con fuerza. La polarización en un debate electoral siempre tiende a aumentar de decibeles, como se vio en octubre de 2016 cuando el No derrotó al Sí en el plebiscito por la paz.

Es por eso que a los militantes de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común les toca, por más incomodidad que les genere, buscar puentes con actos de humildad política con la ciudadanía en general, pues si bien en época electoral la campaña sucia es común, una sigla asociada a 50 años de guerra como Farc genera mucha resistencia. ¿Podrán rectificar? Estará por verse. 

Durante los recientes cuatro años, a los colombianos se les dijo que era mejor tener a las Farc echando labia que echando bala, parafraseando una famosa frase de Darío Echandía. Cambiar las balas por los votos, dijo hasta la saciedad el presidente Santos. Pero pareciera que el país no está preparado para ello. Las heridas no cicatrizan y hay quienes prefieren verlos en prisión antes que en el Capitolio o en la Casa de Nariño. Y aunque las urnas es el mejor escenario para derrotar a la Farc, son muchos los que no admiten verlos en el tarjetón. El aterrizaje a la arena política de Timochenko, Márquez, y quienes fueron comandantes de la guerrilla está siendo entre rosas y espinas.