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En la 'Toma de Bogota' los estudiantes asumieron una actitud pacífica ante la fuerza pública. | Foto: AP

EDUCACIÓN

Las lecciones del movimiento estudiantil

Expertos en historia y educación reconocen que la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, su nuevo estilo de protesta y el llamado a repensar la educación superior, son los grandes aciertos de los estudiantes.

María del Pilar Camargo, periodista de Semana.com
14 de noviembre de 2011

La Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) emitió este domingo las condiciones que impone al Gobierno para levantar el paro: el retiro oficial de la reforma a la Ley de Educación Superior, el compromiso del Ejecutivo en que se construirá una nueva propuesta con la participación de todos los sectores, y la garantía al derecho a la protesta y a la movilización.
 
Las exigencias suman un nuevo capítulo en el episodio histórico en que se convirtieron las marchas estudiantiles de las últimas semanas que, según el rumbo que tomen, podrían representar un cambio trascendental para la educación pública del país.
 
Tres expertos en historia y educación destacan las lecciones, aciertos y torpezas, de los estudiantes y el Gobierno ante el retiro de la reforma a la Ley de Educación Superior.
 
La MANE, la protagonista
 
El historiador Jorge Cote señala que uno de los mayores aciertos del movimiento universitario es la creación de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, más conocida como la MANE.
 
De acuerdo con Cote,  desde el año 1971 no se había generado en Colombia un movimiento estudiantil que lanzara su Programa Mínimo para los Estudiantes (vea el programa). "Es una organización legítima, fruto del diálogo y del acercamiento de asociaciones estudiantiles. Además, sus dirigentes son estudiantes que no están cerca a grupos políticos o de izquierda", subraya.
 
Francisco Cajiao, exsecretario de Educación de Bogotá, plantea irónicamente que el movimiento estudiantil "fue organizado gracias al Gobierno", el cual, según el experto, propuso una reforma que aseguraba movilizaciones en su contra.
 
Cajiao considera que la MANE es un movimiento en gestación. "Nadie sabe cuál será la evolución de la MANE. Aunque me parece interesante esa mesa, me preocupa que sea tan amplia. Tomar decisiones entre miles de representantes no es fácil y sobre todo si no se identifican a sus líderes, su capacidad de compromiso y argumentación, o si tienen visiones inmediatistas o de largo plazo", señala.
 
El exfuncionario espera que la MANE llegue a ser un movimiento ''sólido e independiente'' en sus planteamientos. "Aquí no hay una Camila Vallejo, como en Chile. ¿Quién es el gran líder? Ojalá se conozca y sea fuerte y sensato", apunta.
 
Por su parte, el historiador Mauricio Archila reconoce que la MANE logró ser contundente por defender el derecho a la educación a través de las vías civiles y pacíficas.
 
Para los analistas, la legitimidad alcanzada por la MANE la hizo merecedora del apoyo y la unión de otros gremios y sectores sociales que vieron en las marchas un espacio para manifestar las inconformidades propias. 
 
Sostienen que si la mesa estudiantil logra ser una organización fuerte, se plantearán exigencias nuevas al Gobierno y al sector educativo.
 
En ese sentido, la gran lección es que la Mesa Amplia Nacional Estudiantil logró ser un movimiento ciudadano tras organizarse, llegar a acuerdos de forma eficiente y dejar a un lado discusiones políticas e ideológicas.
 
Nuevo espíritu de protesta
 
Los estudiantes promovieron multitudinarias manifestaciones creativas y pacíficas. Según el historiador Jorge Cote, los universitarios atinaron al preocuparse por la imagen mediática y opacar los actos violentos en el centro de Bogotá con los abrazos dados a los policías antimotines.
 
"Las protestas lúdicas y artísticas mantuvieron la calma por parte de los estudiantes como de la fuerza pública. Así lograron la aceptación y el acompañamiento del resto de la sociedad colombiana", explica.
 
Cajiao señala que la nueva simbología busca romper con el paradigma radical de las izquierdas "viejas". "En las izquierdas antiguas predominaba el dogma y la violencia, el encapuchado", recuerda. El exfuncionario asegura que la actitud y las formas de expresión del actual movimiento estudiantil generan una mirada menos descalificadora: "siempre habían visto a los estudiantes como una amenaza".
 
Archila precisa que salir de la rigidez de la izquierda y defender las nuevas formas de protesta son un acierto que asegura el futuro del movimiento. "Cuando participé en la marcha, pasaron unos encapuchados y la gente les gritó y los rechazó. Hay una idea de exigir respeto por el movimiento social", relata.
 
Cabe recordar que las redes sociales fueron reafirmadas como el factor de difusión y comunicación de primer orden de las nuevas generaciones.
 
Academia y política
 
Algunos creen que el eterno problema de las marchas es la intromisión de la política. Cote apunta que la infiltración de este discurso es inevitable.
 
Ante las protestas en contra de la reforma a la educación superior, el historiador señala que "el Gobierno siempre ha dicho que la discusión no se tiene que salir de los términos académicos". No obstante, explica que separar lo político de lo académico es imposible.
 
"Cuando se impone un modelo educativo se habla de un modelo de formación política de la ciudadanía. Todo empieza con discusiones académicas y termina en movilizaciones políticas", dice.
 
Cote no descarta el oportunismo político, pero reitera que los estudiantes hicieron justificados acercamientos con el Partido Verde y el Polo Democrático "porque ellos necesitaban votos para frenar la reforma en la Comisión Sexta".
 
Por su parte, Cajiao anota que el movimiento estudiantil es político. "Los estudiantes pueden aceptar los planteamientos de algunos políticos, pero no marchar con fines partidistas", sostiene.
 
Recuerda que varios dirigentes del país, como Carlos Lleras Restrepo, fueron activistas universitarios. "La universidad perdió su dimensión política, lo cual se podría estar gestando ahora", dice.
 
El exsecretario de Educación insiste en que no cree en la ingenuidad de los estudiantes, que según Cajiao, sólo reciben los apoyos que les conviene.

Por su parte, Archila se refiere al caso de la exsenadora Piedad Córdoba, quien en la ‘Toma de Bogotá’ emitió un discurso político en la Plaza de Bolívar frente a miles de estudiantes (vea el video). "Los muchachos saben que en algunos momentos de la historia, Piedad Córdoba, con su imagen de rebelde, ha estado cerca de ciertos sectores estudiantiles. Es respetable que la quieran oír", dice.
 
El historiador descarta cualquier manipulación política. "Casi que podría decir que ellos (los estudiantes) no son de la línea de ningún político".
 
La derrota

Para los analistas, uno de los principales errores del Gobierno es el manejo dado al Ministerio de Educación, hoy en manos de María Fernanda Campo.
 
Cajiao advierte que tanto Campo como los ministros de Educación de los últimos 15 años, a excepción de unos dos titulares, no provienen del sector educativo, situación que pone en riesgo a la cartera.
 
"El gobierno no puede seguir pretendiendo que la educación es algo que puede manejar cualquier persona. Tiene que saber de educación, economía y hacienda pública. Por su desconocimiento del sector, la ministra Campo y muchos de los últimos ministros de Educación se han enfrentado con situaciones delicadas que no han podido manejar bien", explica.
 
En su criterio, el historiador Cote considera que Campo " no tiene ninguna legitimidad en el sector educativo" y que al venir de la dirección de la Cámara de Comercio de Bogotá, adoptó el "comportamiento típico de manejar empresarios".
 
Los expertos celebran la postura conciliadora del jefe de Estado, pero advierten que los estudiantes tendrán siempre en su memoria las interlocuciones donde el presidente se negaba radicalmente a retirar la iniciativa, tras considerar que el verdadero problema era la desinformación de los universitarios. "El presidente Santos se dio cuenta que es mejor intentar la negociación desde el comienzo", señala Cote.
 
Además, según los expertos, el Legislativo no estaba dispuesto a aprobar "a la carrera" un proyecto de reforma mientras avanzaba el paro nacional indefinido. "Retirar la propuesta fue una posición política y de negociación práctica acertada porque era peor que la reforma se hundiera en el Legislativo y el Gobierno ganara todo el problema social que representa la movilización", explica Cote.
 
Los expertos añaden que a partir del retiro de la reforma, el Gobierno deberá presentar propuestas en cualquier campo para conciliar y no para socializar.
 
Archila agrega que aunque confió en la palabra del mandatario, Santos no debió condicionar el retiro de la reforma, sino más bien, aceptar su caída y por consiguiente el retiro del proyecto.
 
El gran logro

En ninguna otra época los padres de familia habían participado en las asambleas estudiantiles de la Universidad Nacional. Quizás, la principal lección del movimiento estudiantil fue poner a pensar al país en la educación superior.
 
"La universidad pública empezó a tener importancia", asegura Cote.
 
Para Cajiao, la solidaridad de los padres de familia y los niños con los universitarios es un acierto de la MANE.
 
"Entender que la educación es un tema importante para el país, que va más allá de una cuestión de presupuesto y que el país debe repensarla desde el nivel preescolar hasta el superior es el mayor triunfo del movimiento estudiantil", apunta.
 
El exsecretario de Educación sugiere que los estudiantes deben respetar la universidad sin "vandalizarla con la delincuencia común y el tráfico de drogas". En su criterio, la academia no puede ser un territorio extraterritorial donde no puede haber vigilancia pública.
 
"Entre los puntos que se tendrán que discutir está la militarización. La autonomía no consiste en tener territorios cerrados, es absurdo que haya que entrar con un carné, las universidades deberían ser espacios de circulación pública como la Universidad de Buenos Aires y la Autónoma de México", alega.
 
Cajiao agrega que, a causa del retiro de la reforma, no deben generarse expectativas falsas. "Se plantea la gratuidad, pero ésta hay que trabajarla durante décadas. También puede plantearse una postura radical ante la posibilidad de lograr la reducción del presupuesto militar para invertirlo en educación, pero esto es difícil, y anunciar un paro de ocho meses no sería sensato", asegura.
 
Mientras tanto, Archila señala que la construcción de un nuevo articulado debe contar con la participación de todos los sectores involucrados, sin descartar la presencia de expertos académicos y veedores internacionales.
 
"Si se cumple la creación colectiva de una nueva protesta aplaudiremos el ejercicio democrático y se lo reconoceremos al estudiantado y al Gobierno", concluye.