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Todos los directivos de la Conmebol en 2013 se habrían repartido 100 millones de dólares en sobornos. A Bedoya le habrían tocado 7,5 millones. | Foto: A.P.

ESCÁNDALO

Luis Bedoya: ¿acusado o delator?

Por qué Luis Bedoya decidió dejar la codiciada presidencia de la Federación Colombiana de Fútbol e irse a negociar con la justicia de Estados Unidos.

14 de noviembre de 2015

Así como millones de colombianos vieron esta semana cómo la Selección Colombia logró sacar un valioso empate en Chile con gol de James Rodríguez y recuperar algo del fútbol mostrado en el Mundial de Brasil, también pudieron ver cómo Luis Bedoya, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, marcó no solo el autogol de la jornada sino de toda su carrera profesional.

El jueves 5 de noviembre Bedoya partió para Nueva York sin tiquete de regreso. Solo hasta el lunes se supo que había dejado su carta de renuncia a la federación y que estaría preparando su defensa o adelantando acercamientos con la Justicia norteamericana. Allí han desfilado empresarios de Suramérica para contar sobre los millonarios sobornos que tuvieron que pagar a los dirigentes de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), para obtener los derechos de comercialización de las ediciones de la Copa América 2015, 2016, 2019 y 2023.

Su partida fue tan silenciosa como su llegada a la dirigencia del balompié criollo. Este paisa, de 56 años, tuvo su primer cargo importante en 1987 cuando fue gerente de la Selección Colombia que se terminaría coronando campeona del Sudamericano Sub-20 que se jugó en el Eje Cafetero. Gracias a su eficiencia y habilidad, León Londoño Tamayo, entonces presidente de la federación, le propuso ser secretario de la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor).

Se mudó de Pereira a Bogotá, y de la mano de Jorge Correa Pastrana, y otras personas, entró a las grandes ligas de este deporte. En 2002 fue nombrado presidente de la Dimayor y cuatro años más tarde, en marzo de 2006, fue designado presidente de la federación. Pese al esfuerzo, fracasó en las eliminatorias de Sudáfrica 2010. Finalmente, tuvo el placer de clasificar al país, con su técnico de confianza Néstor Pékerman, a Brasil 2014 y beber las mieles de la gloria. En este tiempo logró consolidar no solo su poder en el país, sino que también escaló en la Conmebol y en la Fifa. El año pasado fue nombrado como uno de los 20 miembros del comité directivo de esa organización.

El ascenso personal y profesional también estuvo acompañado de un vertiginoso crecimiento de su fortuna, tal y como lo denunció Semana.com. Desde 2006 adquirió un número importante de bienes inmuebles en los mejores lugares de Bogotá y la sabana, y en el Caribe, que podrían superar los 5.000 millones de pesos. Pero ¿qué tiene que ver Bedoya con lo que se conoce como el Fifagate, que comenzó en mayo cuando nueve directivos del fútbol mundial fueron capturados en Suiza y extraditados a Estados Unidos por conspiración y corrupción?

En realidad el Fifagate abarca tres casos distintos. El primero tiene en la cárcel o en la mira a dirigentes de la Fifa, especialmente los del comité directivo, por haber recibido sobornos para escoger la sede de los mundiales, especialmente los de Rusia y Qatar. Este último país fue seleccionado, frente a Estados Unidos, tras el pago de millonarios sobornos.

El otro capítulo tiene que ver con la Concacaf, de la que Estados Unidos hace parte. En esa agremiación hay 35 países afiliados de Norte y Centroamérica y el Caribe. Lo paradójico es que aunque en la mayoría no se practica el fútbol masivamente, o ni siquiera poseen una liga profesional, tienen un poder enorme, pues los 35 dirigentes votan en igualdad de condiciones que los demás en la Fifa. La mayoría de esas federaciones viven de la plata que les manda esa entidad y de vender sus votos a la hora de escoger sedes o patrocinadores. La justicia gringa está investigando esa red de corrupción de dinero que se queda en los bolsillos de los dirigentes pues la plata ha pasado o se ha quedado en el sistema financiero de Estados Unidos.

Y el tercer capítulo, en el que estaría implicado Bedoya, corresponde a la Conmebol, la Confederación Sudamericana de Fútbol. Dentro de sus investigaciones, los fiscales norteamericanos determinaron que Datisa, una empresa de propiedad de Torneos y Competencias, Traffic y Full Play, pagó los 100 millones de dólares para sobornar en 2013 a los directivos de la Conmebol. Al entonces presidente, el uruguayo Eugenio Figueredo, junto al fallecido Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), y a José María Marín, de la Confederación Brasileña de Fútbol (CFB), les habría tocado 17 millones de dólares a cada uno. Y a los demás presidentes entre los que estaría Bedoya, 7,5 millones de dólares.

Al conocerse las denuncias, Bedoya negó, como otros directivos suramericanos, haber recibido dinero, y dijo que los recursos que llegaron de la Fifa o la Conmebol entraron a las arcas de la federación. Pero pocos han podido ver su contabilidad.

Con la justicia gringa encima, la situación no es fácil para quienes hayan hecho parte de esta historia. En este momento varios de los directivos de la Conmebol están presos en Estados Unidos, así como los dueños de Datisa. Y al parecer un diario de Paraguay terminó por acelerar la salida de Bedoya al revelar la semana pasada cómo el brasileño José Hawilla, quien fue el dueño de la poderosa empresa Traffic, había contado desde diciembre todo lo que había hecho y habría mencionado, uno a uno, los sobornos que recibieron los directivos de la Conmebol, incluido Bedoya. A esto se suma que todos los empresarios argentinos y brasileños dueños de Datisa, así como Eugenio Figueredo, expresidente de la Conmebol, están en Estados Unidos o colaboran con la justicia. Cinco días después de esa filtración, Bedoya renunció a su cargo sin ni siquiera asistir al segundo ciclo de partidos de eliminatoria de Colombia contra Chile y Argentina, lo que hizo pensar que su situación es muy compleja.

Se ha especulado de todo: que se fue a preparar su defensa, que su captura internacional era inminente o que se fue a colaborar y a contar lo que sabe para ganar beneficios, antes que otros lo hagan. Un reconocido periodista alemán dijo que la cúpula de la Conmebol ya no existe y está dividida en dos bandos: los que han sido acusados, encarcelados o extraditados a Estados Unidos o en la mira de la justicia, y los que se convirtieron en colaboradores. ¿En qué bando estará Bedoya?

Lo cierto es que su salida hizo que se pusieran sobre él todos los reflectores de los medios y la opinión, pero no para alabarlo como le gustaba, sino para investigar su vida. Fue así como en los últimos días se supo más de la trama de sobornos internacional en la que estaría metido y del capital que hizo con su esposa Marta Herrera, en los casi diez años que llevaba al frente de la federación.

Como el fútbol es una familia, el presidente de la Dimayor, Ramón Jesurum, asumió de forma temporal la federación mientras los directivos de los 36 equipos del fútbol eligen a uno nuevo. El barranquillero, que también llegó a la dirigencia del balompié en 2006 y ha tenido un ascenso similar al del Bedoya, no dio mayores explicaciones de la renuncia como tampoco lo ha hecho al frente de la Dimayor del manejo de los millonarios patrocinios y contratos que se han firmado.

La Fifa hizo del fútbol el deporte más importante y más lucrativo del mundo, pero también impuso un modelo en el que parte del dinero se quedaba en los bolsillos de los directivos para que todo funcionara. Ese esquema perverso se replicó, con excepciones, en todas las federaciones. Por eso es que muchos saben que mientras este modelo no se cambie, quien llegue poco puede hacer. Y cuando la mafia se tomó este deporte a mediados de los años setenta en Colombia, aparecieron patrones de conducta que calzaron perfectamente con los aceptados tácitamente por la Fifa. Muchos que pensaron que con Bedoya esta mala historia se había acabado. Pero no fue así.