Home

Nación

Artículo

En esta fosa de una finca de Chinácota, Norte de Santander, fue sepultada la familia Peña. | Foto: Cortesía Policía

JUDICIAL

Lechero, labriego y chofer resuelven crimen

El homicidio de tres integrantes de una familia fue esclarecido gracias a la intervención de estos personajes.

19 de febrero de 2013

Antes de ser asesinados, a Milcíades Peña Peña, su esposa Rubiela Peña Castro y la hija de ambos los hicieron arrodillar junto a la que sería su tumba. La primera en ser blanco de los homicidas fue la mujer, le siguió su esposo y finalmente, la menor. Los tres fueron golpeados con el pomo de un hacha, en la cabeza y el cuello, según se desprende del informe de Medicina Legal.

Así fue el final de esta familia cuyo caso se remonta a octubre del año pasado, cuando fueron secuestrados en una vereda de Chinácota, en Norte de Santander. Sin embargo, la semana pasada unidades del Gaula de la Policía de ese departamento lograron desenmarañar el extraño caso y capturaron a diez personas.

Desde el principio el caso estuvo rodeado de misterio. La camioneta en la que se movilizaban los Peña fue hallada incinerada en una vía cercana a la vereda Toledo, del mismo municipio. “Al parecer, querían borrar huellas o evidencias dentro del vehículo”, dijo un sagaz investigador del Gaula que asumió el caso.

A partir de entonces, las labores se intensificaron para dar con el paradero de la familia de Milcíades, quien era un reconocido comerciante de papa de la mayorista de Cúcuta, conocida como Cenabastos.

Lo primero fue verificar la zona y detectar la presencia de personas extrañas en el sector. La paciente labor tuvo sus frutos en los días siguientes, ya que se descubrieron varios sujetos que se movilizaban en moto por entre la vías de esa zona. Eso, en consideración de los lugareños, no era común ya que los labriegos o viajan a lomo de mula o en los jeep que prestan sus servicios en la región.

“Si alguien se mueve en moto en esa zona es porque planea alguna actividad delictiva, por lo que nos movimos hacia el punto en el que nos dijeron que estaban esas personas para verificar la información”, indicó el investigador.

Para cubrir todos los puntos, tres hombres del Gaula se infiltraron en la zona. Uno se hizo pasar por labriego y trabajó en un cultivo de fresas. Otro recogía leche en las fincas. El tercero era el conductor de uno de los camioncitos que recorren la zona. Ya sólo quedaba esperar.

El hacha

Tras ser abandonada la camioneta en la que se movilizaban, los Peña fueron metidos a un campero rojo al que le cubrieron los vidrios con plástico negro. En ese vehículo los llevaron hasta una finca de la vereda La Colorada. Allí fueron encerrados en un cuarto y luego llevados junto a la que sería su tumba.

Su muerte se produjo el mismo día del plagio. Es decir, el primero de octubre. Así reposa en los informes forenses en poder de la Fiscalía que fueron revelados durante la audiencia que les hicieron a los diez implicados, quienes fueron enviados a prisión a la espera de su juicio.

Su arresto se dio en nueve lugares diferentes. En barrios de Cúcuta, en Villa del Rosario y la misma zona de la finca, al menos 150 hombres de la Policía departamental, comandados por el coronel Eliécer Camacho, hicieron el operativo simultáneo en el que se allanaron los nueve inmuebles en los que se encontraron elementos materiales de prueba que sirven en el marco de la investigación.

Uno de los decomisos fue el hacha con la que, se presume, fue cometido el triple homicidio. “Se le está haciendo una serie de pruebas para encontrar evidencia que nos permita determinar si en efecto esa fue el arma empleada en el crimen”, precisó el investigador.

Adicionalmente, fueron incautados los teléfonos celulares con los que se comunicaban entre ellos, los cuales fueron interceptados durante las primeras pesquisas.

Huyen sin plata

Estas diez personas habrían tenido algún grado de participación en el secuestro y el posterior homicidio de los Peña. Y fueron los mismos sujetos que vieron los policías que se caracterizaron de labriego, lechero y conductor, pero que con el pasar de los días fueron abandonando la zona.

Uno de los capturados, además, entregó más detalles del hecho que conmocionó la capital de Norte de Santander. En su relato precisó que el mismo hombre que mató a la pareja “se acorbadó y no fue capaz de matar a la niña, que de rodillas suplicaba por su vida. A la niña la mató otro del grupo”.

El sujeto que acabó con la vida de la menor aún permanece prófugo. No obstante, y de manera extraoficial, se conoció que su detención se dará en los próximos días, pues ya está identificado y se ofrecerá recompensa por información que conduzca a su paradero.

El plagio, dijo el delator, se venía fraguando un mes antes de perpetrarse el hecho. La persona que los contactó es un sujeto que les dijo que esa familia siempre que iba a la finca movilizaba grandes cantidades de dinero y, además, les hizo creer que esa plata era fruto de negociaciones con droga.

Sin embargo, en el momento del secuestro la banda no halló ni plata ni droga y se asustaron cuando se ordenó asesinar a la familia. Por eso se quedaron unos días en la finca. A la espera del dinero prometido por la actividad delictiva, pero esa plata nunca llegó. Por eso salieron y se dispersaron en los sitios en los que se hicieron los allanamientos.

“Estas personas fueron procesadas por delitos de secuestro extorsivo, concierto para delinquir con fines de secuestrar, y fabricación, tráfico o porte de armas de fuego o municiones”, precisó el coronel Camacho, quien agregó que “se analiza el material probatorio que se tiene hasta el momento para establecer los móviles que desencadenarían el asesinato de las tres personas”.

Lo más impactante, tanto para los investigadores como para el delator, fue la forma como asesinaron a la menor. De allí que este operativo del Gaula de Norte de Santander fuera bautizado ‘Malak’, que en hebreo significa ángel de Dios.