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LEYES POR COMPUTADOR

La era de la informática ingresa en el Congreso

17 de octubre de 1983

No es raro tropezarse por estos días, en los encerados pasillos del ala occidental del Capitolio, con unas extrañas cajas que contienen unos aún más extraños aparatos. Algunos de ellos ya se encuentran instalados en un salón especial donde un par de operarios, completamente abstraídos del ambiente que los rodea, oprimen botones, encienden luces y observan, con cara de profunda satisfacción, lo que las máquinas van arrojando veloz e impecablemente escrito en largas hojas de papel: se trata de la etapa experimental de un programa que comenzará a funcionar en el Senado de la República este año, con el fin de automatizar la información legislativa desde 1900 hasta 1983.
Es, en lenguaje más cotidiano, un sistema de computación que facilitará ampliamente la labor legislativa del Congreso. Oprimiendo un simple botón el interesado está en posibilidades de obtener todo un siglo de antecedentes legislativos de un determinado tema, lo que hoy es imposible de conseguir antes de varios meses de pesquisas como un auténtico ratón de biblioteca, y ni aún así el parlamentario cuenta con la certeza absoluta de que posee toda la documentación necesaria para evitar cometer errores, como el de legislar en el mismo sentido sobre una materia en la que ya anteriormente se ha legislado. De esta forma podría abolirse el arcaíco sistema del viejo funcionario del archivo sin el que es imposible encontrar una determinada información, porque es el único que sabe dónde y cómo encontrarla, y que a veces, como ha sucedido en el archivo del Congreso, solo la pone a disposición de determinados congresistas.
Pero, independientemente de los antecedentes legislativos de un determinado tema, a los que se tiene acceso mediante un variadísimo sistema de índice que incluye materias, años, órden alfabético o palabras claves, el computador se irá alimentando con todos los detalles concernientes con la tramitación de una determinada ley, de manera semejante a la forma como un médico lleva la historia clínica de su paciente, con ventajas como la de que en cuestión de segundos y en cualquier momento pueda saberse exactamente en qué etapa se encuentra un determinado proyecto de ley.
La automatización legislativa también permitiría abolir fórmulas como aquella que reza "esta ley deroga todas las disposiciones que le sean contrarias", con la que los padres de la patria adicionan sus leyes, y no por motivos de etiqueta, sino como una precaución de índole legislativa: ningún congresista está en capacidad de enumerar taxativamente las normas que invalida una nueva ley. Con la fórmula mencionada se lavan las manos y le dejan la responsabilidad a los abogados, que invierten la mitad de su tiempo en investigar qué está o no vigente. El computador que se instalará en el Congreso podrá emitir en contados segundos tan valiosa información, que los mismos abogados y funcionarios de la rama jurisdiccional, mediante la instalación en un futuro no muy lejano del sistema de abonados, podrán tener en sus propios escritorios cuando la requieran.
No deja de parecer irónico que sea ese gran paquidermo del Congreso, considerado ancestralmente por los colombianos como uno de los más perezosos estamentos del país, el primero en medírsele a la demostración de la viabilidad de la informática documental automatizada, que agilizará ampliamente el proceso legislativo colombiano. Quizás la tecnología le brinde al Congreso la posibilidad de finalizar ese proceso de recuperación de su prestigio que se inició durante las maratónicas sesiones extras, que tuvieron este año a los congresistas rompiendo sus propias marcas de velocidad.--