Home

Nación

Artículo

LLOVER SOBRE MOJADO

LA MITAD DEL TERRITORIO COLOMBIANO SE ENCUENTRA BAJO LAS AGUAS

11 de agosto de 1986

Todos los años, por esta misma época y por los mismos canales (fluviales), el invierno entra en acción. Inundaciones, derrumbes y desplomes de puentes, son la comidilla diaria de los periódicos durante las "oleadas invernales", como se les bautiza cada vez que empiezan a hacer sus estragos.
Pero si por todo el territorio nacional llueve, por los Territorios Nacionales sí que es cierto. Las intendencias de Arauca, Casanare y Putumayo; las comisarías de Vaupés Vichada, Guaviare y Guainía, e inclusive los departamentos del Meta y Caquetá, han sido víctimas de las inclemencias de san Pedro. Cerca de 550 mil kilómetros cuadrados que forman los Llanos Orientales se encuentran inundados y más de un millón de habitantes de esa región, prácticamente aislados del resto del territorio colombiano. La Cruz Roja da cuenta de por lo menos cinco mil familias damnificadas-alrededor de unas 30 mil personas-, la División de Planeación de Dainco informa de más de 400 mil hectáreas sembradas destruidas y el Himat reporta por lo menos 25 ríos importantes desbordados.
La oleada comenzó a mediados de junio con un saldo trágico en el sur del país. El 16 de junio las lluvias provocaron ocho derrumbes en la carretera que va de Pasto a Mocoa y sepultaron por lo menos a 20 personas (inicialmente se habló incluso de 200). La región del Putumayo quedó aislada y hubo necesidad de establecer un puente aéreo entre Mocoa y Pasto, durante más de una semana en la que se declaró estado de emergencia para la intendencia. La noticia llegó hasta Roma y el Papa Juan Pablo 11, quien ya preparaba su viaje a Colombia, oró y expresó su pesar por las familias afectadas, ante unos cinco mil turistas en la Plaza de San Pedro.
Quince días después, cuando el Papa ya estaba en Colombia y mientras celebraba la misa en medio de un aguacero, dijo que la lluvia era amiga de Bogotá. Pero por esos mismos días la lluvia se declaraba enemiga del Llano colombiano. En sólo cuatro días se desgajaron los aguaceros que deberían caer-de acuerdo con la tendencia histórica registrada por el Himat-durante todo el mes de julio.
Los ríos Arauca, Meta, Guaviare, Casanare y Vichada, entre otros, se enfurecieron con sus regiones y volcaron sus aguas como Si quisieran que en el mapa estos nombres sólo aparecieran para registrar un lago y no una población. Puerto López, Puerto Lleras, Puerto Olaya, Puerto Gaitán y casi todos los puertos con nombres de ex Presidentes, quedaron totalmente incomunicados y cerca de 15 mil personas supieron lo que es estar con el agua al cuello. Caño de Agua de Limón, Caño La Venturosa, Caño El Rosario, Caño Aguaclara, Caño Gavilán, Caño Sulimea y la mayoría de caños de las regiones que componen las vertientes hidrográficas de la orinoquia y parte de la amazonia, vieron crecer sus caudales y arrasar con sus puentes.
La carretera Villavicencio Gaviotas Puerto Carreño en el Meta, la vía Gabinete Florencia en el Caquetá, la ruta Granada San José el Guaviare y la que conduce de Arauca a Saravena quedaron literalmente deshechas a causa de lo derrumbes. La comunicación entre los pozos petroleros de Arauquita Saravena y Caño Limón fue suspendida, mientras que la carretera que comunica a Arauca con Caño Limón era culpada de ser la causante de represamiento de las aguas.
La búsqueda de culpables, los llamamientos angustiosos de los afecta dos y las epidemias que comenzaba a gestarse, quedaron también prácti camente ahogados con la visita papal Tal vez eso fue lo que motivó al ex gobernador del Meta, Narciso Matu Torres, a lanzar la expresión: "Esto no se arregla con bendiciones papa les, ni visitas de inspección", aludiendo de paso a un viaje que realizó el Presidente de la República Belisario Betancur, a la zona declarada en emergencia.
Por las costas no escampa. La región del Pacífico (los departamentos de Chocó y Cauca) y parte de la Costa Atlántica no se han quedado por fuera del escenario invernal. La primera semana de julio se desbordaron los ríos San Jorge y Sinú, y los municipios cordobeses de Cereté, San Pelayo y Lorica tuvieron que soportar el ímpetu de sus aguas. Dos mil familias quedaron damnificadas y las pérdidas ganaderas fueron bastante sensibles.
En el Chocó, los ríos Salaquí, Domingodó y Atrato inundaron más de diez poblaciones y sus aguas en algunos casos subieron de los tres metros. Y no fueron suficientes más de tres mil bultos de arena que se lanzaron con el fin de tapar un hueco de 20 metros que había abierto el agua. En el sector de Crucero Guadalejo El Palmar Inzá en el departamento del Cauca las lluvias provocaron por lo menos 14 derrumbes y produjeron algunos daños considerables. En Santander, Boyacá y Tolima, el invierno, aunque en menor proporción, también se ha dejado sentir. Las precipitaciones, como las llaman los meteorólogos, en estos departamentos están dentro de lo normal.
Dentro de lo normal también están las lluvias en Córdoba, el porcentaje de precipitaciones es del 85%, según el Himat y se ajusta a la situación invernal que se vive anualmente. Las inundaciones también son habituales afirman en la división de hidrología.
Las lluvias del Chocó, Cauca y parte de Antioquia son igualmente normales. Por las épocas de junio se presenta el fenómeno de la baja presión del Pacifico, la cual es portadora de un movimiento de vientos húmedos y cálidos que provoca la lluvia.
Lo que no parece muy normal, aunque se ajusta a la época y al comportamiento de los vientos, es que durante los siete días comprendidos entre el 1° y el 8 de julio se hayan producido en el Llano lluvias que sobrepasan el 50% del promedio mensual, de acuerdo con las estadísticas de las precipitaciones de los últimos 50 años. El promedio para el mes de julio es de 400 milímetros para los Llanos Orientales y este año, sólo en la primera semana, la intensidad de la lluvia fue de 205.5 milimetros. Sin embargo, Max Henriquez, el hombre de los meteoros del noticiero de José Fernández Gómez, afirma que eso no significa, como se ha dicho, que estamos ante un crudo invierno. "Esos son caprichos naturales", dice. Además, sostiene que las fotografias del satélite de la región del Llano en el mes de junio, mostraban nubosidad de llovizna y no de lluvias torrenciales.
En Arauca sucedió algo parecido.
El promedio mensual para julio es de 292 milimetros y durante los mismos siete dias registró 81.4. Casi el 30 por ciento. Aunque nada de esto es normal, algo si tiene que haber de capricho de la naturaleza, porque durante el mes de mayo en Villavicencio llovió con una intensidad en un 50% mayor de lo normal y sin embargo, no se produjeron desbordamientos de rios ni tragedias de ninguna especie.
Hay más. Los Llanos Orientales son una zona de convergencia intertropical, a la cual por esta época confluyen los vientos alisios que vienen del sureste, los vientos helados del Brasil y se estrellan contra la cordillera de los Andes, lo que produce una suma de masas de aire húmedo que devienen en lluvias.
Aguas que lloviendo vienen y aguas que lloviendo van es lo que se ve en el horizonte llanero. Y caprichos o no de la naturaleza, lo único que pueden hacer los llaneros colombianos con el agua es dejarla correr, tratar de evacuar y rezar para que este no sea como todos los inviernos que se registran: el peor de los últimos 25 años. --