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Lo que faltaba

El recién retirado jefe de seguridad del fiscal Osorio es hermano del jefe de seguridad de 'Rasguño', el segundo narcotraficante del país., 65138

25 de abril de 2004

El 14 de febrero del año pasado una patrulla de la Policía tenía información de que uno de los abogados cercanos al cartel del norte del Valle cumpliría ese día una cita con funcionarios de la embajada de Estados Unidos en Bogotá. Los sabuesos de inteligencia llegaron a las 10 de la mañana y esperaron pacientemente en las afueras de la sede diplomática. Un hombre al que inmediatamente identificaron como el abogado de Luis Hernando Gómez Bustamante, alias 'Rasguño', un narcotraficante buscado internacionalmente, ingresó a la embajada y después de dos horas salió y abordó un automóvil Audi color gris plata. Los policías consideraron que si le hacían un seguimiento, podrían tener la suerte de que el abogado tuviera entre sus planes reunirse con 'Rasguño' en algún lugar de la capital. De inmediato les informaron a sus superiores, quienes dieron la orden de seguirle la pista y les enviaron refuerzos. El abogado, que no se percató de la presencia de los dos vehículos con los agentes, se dirigió hacia el norte de la ciudad y en la carrera 15 con calle 108, descendió del automóvil y le entregó un sobre a un hombre que lo esperaba dentro de un Daewoo. Diez minutos después, los carros tomaron una ruta diferente, lo que obligó a los hombres de inteligencia a dividirse. Un grupo siguió al abogado, que llegó hasta la calle 78 con carrera 18 y el otro salió por la autopista norte, pasó el peaje e ingresó a un centro comercial en las afueras de la ciudad en donde recogió a otra persona con la que salió 15 minutos después. Por algún tiempo les perdieron la pista a los hombres de 'Rasguño', pero luego intempestivamente apareció una caravana en la que iba el Daewo, un Mercedes Benz blindado, donde sospecharon iba 'Rasguño' y un campero Mitsubishi que los escoltaba. Después de una larga persecución de los sospechosos por diferentes carreteras de la sabana de Bogotá, los policías vieron que el grupo de 'Rasguño', portando fusiles y pistolas, entró a una casa quinta a 15 kilómetros de Chía. Cuando los oficiales entraron a hacer la requisa de la vivienda era tarde. 'Rasguño' se había volado y los cinco hombres que lo acompañaban fueron reseñados pero no tenían antecedentes delictivos y quedaron libres. Sin embargo la tarea de la Policía no terminó ahí. Semanas después descubrieron en el análisis que les hicieron a los celulares de cada uno de los retenidos que en el momento de la persecución uno de los hombres de 'Rasguño', Mauricio Ríos Quintero, ex oficial de la Policía, llamó insistentemente a un número telefónico que resultó ser el celular de su hermano Francisco, mayor de la Policía y en ese momento jefe de seguridad del fiscal general Luis Camilo Osorio. SEMANA habló con el oficial, quien reconoció que Mauricio es el menor de siete hermanos, no estudia ni trabaja y vive con sus padres en Cartago. Cuenta que ese 14 de febrero su hermano lo llamó desesperado para pedirle ayuda: "Yo le dije páseme al capitán que está a cargo, pero se cortó la llamada y después me llamó por la noche que ya estaba libre. Yo sé que estaba con unos amigos de Cartago en una finca pero no sé en dónde". El mayor dijo que no sabía que los amigos de su hermano están pedidos en extradición por Estados Unidos. Los oficiales que adelantaron la investigación no salían de su asombro y le pidieron autorización a una fiscal para hacerle un control técnico al celular del oficial, y sus conversaciones comenzaron a ser interceptadas a partir del 24 de marzo de 2003. Todos estos antecedentes y el hecho de que se trataba de una situación tan grave llevaron a los hombres de inteligencia y a la DEA a poner en conocimiento del caso al entonces director de la Policía, general Teodoro Campo. Ese mismo mes de febrero, el general Campo se reunió con el fiscal Osorio y con el mayor Ríos y se discutió lo que sucedía. "Yo pedí que me cambiaran al oficial", dijo el Fiscal a SEMANA. Sin embargo pasaron siete meses y el mayor continuó al lado de Osorio hasta septiembre pasado, cuando fue llamado a curso de ascenso para teniente coronel de la institución y se nombró, a petición de Osorio, una mujer, con el rango de mayor, como su oficial de enlace y seguridad. El pasado 13 de abril, Noticias RCN denunció que los teléfonos del Fiscal y del mayor podían estar interceptados ilegalmente pues tuvo acceso a una grabación en la que se escucha una conversación rutinaria entre el mayor Ríos y el propio Fiscal. Entonces Osorio le dijo al periodista que "puso en conocimiento de las autoridades tal irregularidad, pero que hasta el momento no se sabe de dónde provienen las chuzadas". Sobre este episodio el Fiscal le dijo a SEMANA que él supo que el celular del mayor Ríos estaba siendo interceptado, por boca de los fiscales Luis Fernando Torres y Álvaro Bayona, dos de los hombres más importantes de la Unidad Antinarcóticos de la Fiscalía, a quienes declaró insubsistentes un día antes de la divulgación de la noticia en RCN. Este episodio es tan preocupante como aleccionador. Mas allá de las cualidades que pueda tener el mayor Ríos, es inadmisible que el hombre encargado de la seguridad del Fiscal General, y que tiene acceso a la información más privilegiada del país, sea hermano de un hombre cercano a un narcotraficante perseguido por la justicia. Por razones de seguridad nacional ese vínculo de consanguinidad lo debería haber inhabilitado para ocupar un cargo de seguridad tan sensible. El insólito capítulo despierta un grave cuestionamiento a la Policía, ya que esta institución es la que les envía a los altos dignatarios del país a sus jefes de seguridad, como ocurrió con el fiscal Osorio. Cuando debería escoger a sus mejores hombres para que rodeen a las personas en mayor riesgo y que toman las decisiones más importantes de una Nación, muchos de los jefes de seguridad de estos personajes terminan involucrados en los peores escándalos. Con este caso ya son cuatro los oficiales de seguridad involucrados en escándalos judiciales en los tres últimos gobiernos. En septiembre de 1999 un fiscal de primera instancia llamó a juicio al coronel Germán Osorio, ex edecán del presidente Ernesto Samper, acusado de recibir dos cheques de Elizabeth Montoya de Sarria, la 'Monita retrechera'. El otro caso ocurrió el 6 de octubre de 2003, cuando la Fiscalía abrió investigación contra el coronel (r) Royne Chávez, ex jefe de seguridad del presidente Andrés Pastrana. La semana pasada Chávez fue capturado y recluido en el pabellón B de alta seguridad de la Picota. En octubre del año pasado el Ministerio Público ordenó la destitución del coronel Santoyo, hoy jefe de seguridad del presidente Álvaro Uribe, por hechos relacionados con su desempeño como comandante del Gaula de Medellín. La Procuraduría confirmó la participación del oficial en interceptaciones telefónicas, realizadas entre octubre de 1998 y diciembre de 1999, a organizaciones defensoras de derechos humanos y otros particulares en la capital de Antioquia. Y, por si fuera poco, en abril de este año, el secretario privado del ex director de la Policía, general Luis Ernesto Gilibert, fue citado ante la Fiscalía por el proceso que se le adelanta en su contra por peculado, por las presuntas irregularidades en la utilización de dos millones de dólares provenientes de la ayuda antidrogas de Estados Unidos. Y ahora vino el incidente del jefe de seguridad del Fiscal. ¿Cuáles son los filtros que tiene esa institución y la misma Fiscalía a la hora de designar a los hombres encargados de proteger a los altos dignatarios del Estado? Obviamente la seguridad del Fiscal no depende de él sino de la Policía. Sin embargo esta vergonzosa coincidencia no le ayuda para nada a su imagen en momentos en que no le podía estar yendo peor.