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El ministro de Finanzas de Noruega, Sigbjørn Johnsen y José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE , en el momento de anunciar la invitación a Colombia. | Foto: AP

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Lo que se gana en la OCDE

Ser parte de esta organización es un honor para el país, pero ¿para qué sirve en la vida práctica?

1 de junio de 2013

La semana pasada el gobierno celebró con entusiasmo la invitación que recibió Colombia para ser parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), un exclusivo club al que pertenecen 34 naciones de un alto nivel de desarrollo. “Colombia es el país, en la historia de esta organización, que menos ha tardado en lograr esta invitación. Lo logramos en dos años y medio”, dijo con orgullo el presidente, Juan Manuel Santos. 

Pero esa invitación no es el ingreso pleno sino apenas el comienzo. A partir de ahora, empieza una etapa durante la cual el país tendrá que ajustar sus políticas en un sinnúmero de campos para cumplir con los estándares de la OCDE. Esa carrera puede durar tres años, como le ocurrió a Chile, o menos, dependiendo de los avances del país. 

¿Cuáles son los beneficios de ser miembro de la OCDE? No solo es una etiqueta que da prestigio internacional, pues significa codearse con países distinguidos por la calidad de sus políticas públicas. Entrar implica serios compromisos. En los próximos días, la OCDE le entregará al gobierno una hoja de ruta, de la cual saldrá una agenda de reformas que deberá emprender el país.

Desde que pidió el ingreso, Colombia ha venido ajustando varias de sus políticas. Según el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, un ingrediente fundamental fue la aprobación de la reforma tributaria el año pasado. “El lunar que tenía la legislación tributaria era recaer excesivamente en los impuestos a la nómina”, dice. Esto se corrigió con el desmonte de los parafiscales. 

Después de revisar los estándares colombianos en materia de corrupción, la OCDE invitó al gobierno a firmar el Convenio contra la Corrupción en Transacciones Comerciales Internacionales. Este ya fue aprobado por el Congreso y la Corte Constitucional. Colombia también firmó la Declaración sobre Inversión Internacional y Empresas Multinacionales. Además, el país ha adherido a grupos de lucha contra los paraísos fiscales y en pro de la minería responsable, el crecimiento verde, los principios de políticas de internet, entre otros.

Los compromisos que se adquieren al ser parte de esta organización se enmarcan dentro un modelo de economía de mercado y favorable a los negocios. En el manual de comportamiento hay normas que plantean claramente una visión económica de línea ortodoxa, que suele despertar polémica en algunos círculos. Por ejemplo, en el seno de la OCDE se defiende el principio de no aplicar controles de capitales, un mecanismo que usan muchos países para defender su moneda. Colombia ya adhirió a este compromiso. Algunos economistas creen que esto limita la capacidad de acción del gobierno para enfrentar problemas de revaluación. 

Para Rafael Mejía López, presidente del Consejo Gremial, pertenecer al grupo es de gran importancia para la actividad privada, pues los miembros adhieren a lineamientos que clave para el crecimiento y el desarrollo del sector empresarial como el régimen de inversiones, la estabilidad fiscal, los asuntos ambientales, mejora de los procesos estadísticos y la gobernabilidad.

Para muchos conocedores de la OCDE, el valor agregado de pertenecer a este club está en la oportunidad de aprender la mejor manera de hacer las cosas. Los representantes de los 34 países se reúnen en comisiones, donde se promueven y discuten nuevas ideas y se examinan los progresos en las políticas públicas, como economía, comercio, ciencia, empleo, educación o mercados financieros. 
Por ahora Colombia tiene un pie en la OCDE. Sigue un camino largo para hacer bien la tarea y poder graduarse como miembro pleno.