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LOBOS DEL AIRE

La guerra del oro en el nordeste antioqueño se traslada al espacio aéreo.

5 de septiembre de 1988

Como en las aventuras de "El Fantasma" de Lee Falk, el pasado lunes 1° de agosto, dos aeropiratas asaltaron en pleno vuelo un avión, lo obligaron a aterrizar en un sitio donde eran esperados por sus compinches, y se robaron el oro. Un Twin-Oter de la compañía aérea Aces, que volaba entre el municipio minero de El Bagre (Antioquia) y Medellín, fue atracado cuando llevaba cerca de 10 minutos de vuelo y se encontraba a más de 10 mil pies de altura. Los asaltantes, luego de someter a punta de pistola a la tripulación y de obligarla a aterrizar en un antiguo e inutilizado aeropuerto en el municipio de Campamento, saquearon a los 20 pasajeros y se llevaron cerca de 150 millones de pesos en oro, además de relojes, anillos, dinero en efectivo y todo objeto de valor que encontraron.
No es la primera vez que se produce un aero-atraco. Ni tampoco la primera vez que los mineros de El Bagre son objeto de robo a mano armada. Hace casi tres años un avión de la misma empresa y de la misma ruta fue asaltado por cuatro hombres que lo hicieron aterrizar en Amalfi y se robaron cerca de 6 millones de pesos en efectivo, relojes y anillos de los pasajeros. En esa ocasión, aunque las víctimas eran los mineros de El Bagre, no les robaron oro sino dinero, porque el avión fue asaltado en su itinerario de regreso (Medellín- El Bagre) cuando el oro ya había sido entregado. Lo curioso es que los mineros de la región habían optado por viajar en avión, aunque les saliera más costoso, porque se suponía que había mayor seguridad.
La guerra del oro que se ha vivido desde siempre en esa región del nordeste antioqueño, ha conocido todas las modalidades. Los atracos en los taxis, los asaltos en las mismas vetas de oro, las chalupas y lanchas interceptadas por los ladrones en plenas aguas y las mulas de carga desviadas de su camino, son la noticia más común en la región.
Prácticamente no hay minero que haya escapado a la acción de las bandas de ladrones de oro, que en algunos casos pertenecen a organizaciones guerrilleras. Hace dos años, un grupo de personas agrupadas en Mineros de Antioquia, denunció lo que consideraban como un negocio más de la guerrilla. Según ellos, los guerrilleros habían encontrado una fuente de finanzas que consistía en esperar, agazapados, a que las dragas y los buscadores de oro encontraran el mineral para caerles y despojarlos de su producido.
En las poblaciones mineras como Remedios, Segovia, El Bagre, Amalfi y otras del noroccidente antioqueño se vive literalmente lo que Virgilio llamaba en La Eneida "Auri sacra fames", la detestable hambre de oro. Se habla incluso de que existen verdaderas mafias que con su poder y ambición controlan un sector de las bandas de ladrones. Según esta versión son verdaderas organizaciones con contactos y enlaces en las vetas, en los aeropuertos y hasta en el propio Banco de la República, en donde tienen informantes. De esta manera están permanentemente informadas de los movimientos tanto de los mineros pequeños como de los grandes. La situación ha llegado a tal extremo que algunos de los mineros se han reunido en pools para contratar helicópteros que aterricen directamente en el helipuerto del Banco de la República en Medellín.
Lo cierto es que la insaciable sed de riqueza, que es la traducción al buen romance de la frase de Virgilio no se circunscribe únicamente a las mafias del narcotráfico ni a las de las minas de esmeraldas, sino que se extiende a otros renglones como el del oro. Y por cuenta de los ladrones de oro, los colombianos no solamente se tendrán que acostumbrar a las noticias sobre aviones que se caen, aviones secuestrados, aviones robados en las propias instalaciones del aeropuerto militar de Catam, aviones que aterrizan en el Orteguaza cargados de armas para el M-19, sino que ahora tendrán que familiarizarse con los aviones cargados de oro, asaltados en pleno vuelo. Una historia por la que muchos guionistas de Hollywood pagarían su peso en oro.