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Con sólo 28 años, Carlos Alberto Gutiérrez, el sobrino de los coroneles, fue para muchos una mezcla de Bernard Madoff y David Murcia. No sólo descrestaba por su aparente conocimiento del mercado Forex, sino por la seguridad y carisma con los que logró que cientos de oficiales de la FAC asistieran a sus reuniones, hechas en bases aéreas, y le entregaran sus patrimonios

ESCÁNDALO

Los ‘aviones’ de la FAC

Dos coroneles participaron de una red que captó dinero ilegalmente y defraudó a cientos de oficiales de la Fuerza Aérea. Entre los inversionistas están sus comandantes.

14 de marzo de 2009

Los hermanos Gaitán Cancino llevan, sumados los dos, más de 50 años en la Fuerza Aérea. Durante este tiempo de servicio Carlos Bernardo y Luis Freddy han sido muchas veces el centro de atención. No sólo porque es poco usual que dos hermanos asciendan casi en simultáneo en una organización castrense, el primero coronel y el segundo teniente coronel, sino porque ambos tienen carreras destacadas. Pero de un año para acá, son más tristemente célebres que populares. La razón: muchos de sus compañeros de fuerza los acusan de ser los responsables de un cuantioso fraude que destruyó decenas de matrimonios y dejó sin casa a muchos oficiales que entregaron sus ahorros, respaldados en su prestigio, el significado del uniforme y el rango, y seducidos por los altos intereses que ofrecían.

El caso ha sido manejado con la mayor cautela. Por un lado temen que la imagen de la FAC se afecte por errores de dos de sus oficiales. Algunas de las víctimas no denuncian por temor a que pueda dañar sus carreras. Y además no quieren que la Fuerza Aérea quede como una ingenua, más cuando hasta sus dos más altos mandos, el general Jorge Ballesteros y el general Fernando Soler, primer y segundo comandante respectivamente, estuvieron entre los confiados inversionistas.

El sobrino de los coroneles Gaitán Cancino, el civil Carlos Alberto Gutiérrez Gaitán, es el personaje clave para entender la historia. Con sólo 28 años, este último resultó ser una suerte de mezcla entre Bernie Madoff (el autor del peor fraude financiero de Wall Street) y David Murcia, el creador de DMG. Con su carisma y seguridad se vendió como un experto financista en el mercado de divisas, conocido como Forex, a la par que llevaba una vida de comodidades, lujos y excesos, como invitar de rumba un fin de semana con todo pago a sus amigos a Cartagena.

El sobrino de los coroneles se popularizó tanto en la FAC, que antes de su caída los oficiales casi literalmente le hacían antesala para que les recibiera el dinero de los préstamos que habían obtenido, del retiro de sus cesantías o de las hipotecas de sus casas. Tener su número celular o su correo en Hotmail, en la práctica sus únicas herramientas de trabajo, era como disponer de una llave a beneficios garantizados que oscilaban entre 60 y el 130 por ciento anual.

Gutiérrez inició sus cuantiosas captaciones en 2005. Para ese momento, la confianza que generaban los tíos le permitió ingresar al exclusivo mundo de los pilotos de guerra. También ayudaron un puñado de oficiales de menor rango que estudiaron el bachillerato con él en el colegio de la FAC. Quienes compartieron con él en esa época dan fe de cómo era un juicioso analista de mercados, que al anochecer y en las madrugadas se pegaba de su computador a ver el comportamiento de las divisas al otro lado del mundo, y hacía cuantiosas apuestas que muchas veces le salían. Los inversionistas llenaban un contrato simple, en el que usaba el logo de Fxcm, una compañía en el exterior que tiene un portal a través del cual se negocian divisas. Cualquier persona que entraba al sitio web de esta firma, quedaba descrestada con su diseño, las tablas dinámicas, y un lenguaje sofisticado que sólo daba la sensación de ser algo serio. Pero Gutiérrez sólo tenía una cuenta allí, abierta como cualquier otro cliente.

En los contratos del sobrino de los coroneles, que supo venderse como el más hábil de los traders, se garantizaban rendimientos fijos, pero se omitía la llamada cláusula de riesgo, algo básico del mercado Forex, como lo dice el portal por medio del cual Gutiérrez hacía sus transacciones: "Existe la posibilidad de tener pérdidas parciales e incluso totales de su inversión inicial y por lo tanto, no debe invertir dinero que no esté en posición de perder".

Los tíos de Gutiérrez fueron para los oficiales un referente de buena conducta y seriedad. Carlos Bernardo, hasta el año pasado, era el jefe de control interno de la Fuerza y antes había sido el responsable desde Estados Unidos de todas las compras internacionales de la FAC. Su hermano Freddy fue miembro de la Casa Militar en el gobierno del presidente Andrés Pastrana y también tenía a su cargo personal en el estratégico aeropuerto militar de Catam, entre otras responsabilidades.

Inexplicablemente los coroneles también se convirtieron en los promotores e intermediarios de la captación de su sobrino. Ninguno de los dos oficiales ni su sobrino respondieron los mensajes de SEMANA, para conocer sus versiones sobre este escándalo.

Gracias a sus contactos, Gutiérrez logró acceso a guarniciones donde hacía presentaciones en Power Point sobre los beneficios de invertir con él. Así sucedió, por ejemplo, en la base de Barranquilla en marzo del año pasado, luego de la cual varios oficiales invirtieron más de 300 millones de pesos.

Con el tiempo los coroneles Gaitán Cancino también fueron recaudadores. No eran los primeros en hacerlo. Ya algunos de los ex compañeros de colegio de Gutiérrez, que para el momento se habían convertido en tenientes, se habían prestado para colectar el dinero de sus pares. Alguno hasta se retiró de la FAC ante el ofrecimiento de cuantiosas comisiones.

El negocio atrajo el interés de brigadieres generales e incluso de comandantes anteriores y actuales. Por esta vía, adquirió cada vez más prestigio. ¿Quién iba a desconfiar de algo en donde participaban los oficiales de más alto rango? La fama incluso le sirvió a Gutiérrez para extenderse a oficiales retirados y de otras fuerzas. Más de un centenar de oficiales participaron como inversionistas, una cifra muy alta si se tiene en cuenta que sólo son 2.000, y de acuerdo con la contabilidad de Gutiérrez, fueron más de 22.000 millones de pesos los que se movieron en este negocio.

Paradójicamente, dentro de la Fuerza Aérea había una campaña de concientización de sus hombres para evitar ser ingenuos y caer en las llamadas pirámides, o que se distrajeran con los populares negocios de multinivel.

El año pasado el coronel Carlos Bernardo preparaba su retiro de la Fuerza, al no ser llamado para hacer curso de general, y montó una empresa unipersonal desde la que manejaba parte del portafolio de su sobrino. Los comandantes Ballesteros y Soler le dijeron a SEMANA que invirtieron en esa empresa para darle una mano a este coronel que se retiraba, de quien tenían las mejores credenciales. No dudaron en participar. Dicen que para ellos fue suficiente garantía que estaba registrada en la Cámara de Comercio y que el banco les dijo que era legal. Además, que a ellos sólo les ofrecieron rentabilidades entre el 2 y el 5 por ciento mensual, con lo que no les despertó sospecha alguna. "No vi una pirámide, vi una empresa legal externa a la Fuerza", dice Ballesteros. Ambos aseguran que no sabían que los coroneles y su sobrino llevaran tanto tiempo con el negocio, ni del uso de las guarniciones para su promoción. Dicen que sus inversiones las hicieron a título personal, y que si utilizaron sus nombres como referencia de confiabilidad del negocio, fue de forma abusiva y engañosa.

En 2008 las cosas en Forex le empezaron a salir mal a Gutiérrez. Su habilidad y suerte inicial fallaron, y vinieron las pérdidas. Pero era tal el flujo de caja, que con lo recaudado empezó a cubrir sus compromisos. Aun así comenzó a incumplir y las dificultades se acumularon a mediados de ese año cuando los clientes reclamaron los capitales.

Mientras tanto el sobrino de los coroneles se instaló en Medellín, e intentó continuar con sus actividades. Desde allá empezó a atender selectivamente a algunos de sus acreedores, a quienes les entregó decenas de cheques de cuentas embargadas y les ofreció un singular pago con propiedades. Les proponía que les entregaba un bien de mayor valor y que le dieran la diferencia. Luego, simplemente, se esfumó.

Por esos problemas el coronel Freddy Gaitán pidió la baja, pero no se la dieron para no entorpecer las investigaciones. Pero sí le quitaron la responsabilidad de manejo de presupuesto y personal, y hoy está en una oficina en Kennedy, atendiendo temas menores de reclutamiento.

En agosto de 2008, se iniciaron las demandas contra Gutiérrez y sus dos tíos coroneles. Al menos 80 personas los acusan de captación ilegal, estafa y concierto para delinquir. Después de seis meses y pese al cúmulo de denuncias, la investigación no sale de la etapa preliminar. Tampoco se conocen los resultados de la investigación interna de la Fuerza Aérea.

Es posible que el inicio de esta historia fuera sólo el apoyo de dos tíos al precoz negocio de su sobrino. Sin embargo, es evidente que se les salió de sus manos. Terminó con su prestigio, afectó la imagen de su querida institución y dejó en la ruina a muchos de sus colegas, que hoy esperan que el Estado, que con tanto orgullo defienden, haga algo esta vez por ellos.