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| Foto: Archivo particular

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Los brotes de intolerancia que opacaron la marcha en Medellín

Un joven de 17 años fue golpeado y amenazado por llevar una camiseta que protestaba contra "la guerra de Duque y Uribe"; un hombre que colgó en un puente dos pancartas en las que hablaba del asesinato de líderes sociales también fue abucheado.

20 de enero de 2019

Alan Garzón tiene 17 años y no ha terminado el colegio, decidió salir a marchar este domingo en Medellín con una camiseta blanca que llevaba sobre la espalda una frase en letras rojas: “No a la guerra de Duque y Uribe”. Quería levantar su voz en contra de la guerra, con las víctimas todas, sin embargo su camiseta no les causó ninguna reflexión a varios ciudadanos que lo agredieron.  

Un hombre de unos 65 años que llevaba una camiseta de la Selección Colombia, le increpó: “Es una porquería lo que tenés puesto, mirá a Colombia, mirá como nos muelen a los policías, sos una porquería, sos una porquería, juventud. Nos duelen —dijo de los líderes sociales cuando el joven le preguntó por ellos—. Fuera con esa camiseta. Los vamos a desvestir, los vamos a desvestir ¡Y tenemos la ayuda de nuestro presidente Duque, para que sepás! ¡Te quitás esa camiseta o te pelamos!”.  

“Me agredieron, tres personas me pegaron puños en la cara… el Policía estaba presente y no hizo nada, lo único que hizo fue sacarme de la marcha”, le dijo a SEMANA en el Parque de San Antonio, después de que el hombre entrado en años lo amenazara con “pelarlo”, palabra que traducida de la jerga paisa tiene solo un significado: "matar".

La camiseta que llevaba el joven agredido. 

Otro hombre de unos 35 años también lo había invitado para que dieran golpes después de llamarlo comunista, “¿Quién te creés que sos? ¿De dónde venís?”, Alan rompió a llorar, atemorizado, y diciendo que él solo estaba pidiendo por la paz, que no quería ninguna guerra, sin embargo quienes lo rodeaban se sentían ofendidos porque en el mensaje de su camiseta mencionaba al senador Álvaro Uribe Vélez y al presidente Iván Duque como responsables de una guerra.

Alan se fue del parque San Antonio con sus cachetes colorados por lo que parecía la huella de los golpes que había recibido al interior de la marcha, nunca apareció ninguna autoridad para socorrerlo.

Pero esta no fue la única muestra de intolerancia en la marcha de Medellín. En la mitad de la movilización, a la altura de la estación Prado del metro, un hombre tenía colgadas dos pancartas en un puente: “No más cortinas de humo, a Colombia se le respeta y a los líderes sociales también”, y “No más muertes de cuenta del Estado”. Mientras iba pasando la multitud muchos le gritaban “guerrillero”, “no más Farc”, o “fuera”.

Se trataba de Giovani Romaña, quien hace 17 años salió desplazado del campo colombiano y desde entonces vive en Medellín, donde tuvo dos hijos: “Hoy vine a manifestarme en esta marcha porque vi que la politizaron, el Centro Democrático se la tomó y solo manifestaba la palabra terror, terrorismo, terroristas, y nunca vi la palabra paz, la palabra corrupción… Estamos cansados de eso”.

Pese a los improperios que recibía, y a que muchos le gritaban que lo iban a bajar para dañar sus pancartas por “petrista”, Romaña no dio su brazo a torcer y desde el puente gritaba que quería paz, una paz total, así lo hizo hasta que la marcha cesó y él pudo volver a su casa.