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Los sin cédula

Las huellas tomadas a los bebés no sirven para identificarlos. Pero no hay un plan concreto para solucionarlo.

9 de junio de 2003

odos los papas exhiben con orgullo las huellas plantares de sus hijos recién nacidos. Pero ese, que supuestamente es el medio idóneo que los protegerá contra cualquier extravío, ya sea accidental o delictivo, está siendo revaluado en todo el mundo. Ahora parece que la famosa huella, en el fondo, no sirve sino para el álbum familiar. Y lo peor es que, en ausencia de la tarjeta de identidad, que ya no es obligatoria, no hay forma de identificar legalmente a los colombianos que aún no han llegado a la mayoría de edad.

La huella está en desuso en países como Estados Unidos y algunos europeos, que han adoptado mecanismos más confiables como las muestras de ADN, las cuales permiten establecer la identidad del niño con un alto índice de confiabilidad. En esos países el problema se limita a prevenir los cambios accidentales de niños en los momentos posteriores al parto. En Colombia las altas cifras de niños desaparecidos y el incremento en los delitos contra menores hacen que el problema trascienda las salas neonatales para convertirse en una preocupación del Estado.

Según estudios de la Academia Estadounidense de Pediatría "las huellas plantares y dactilares no son métodos adecuados para la identificación de recién nacidos". Esto se debe, en primer lugar, a que en la mayoría de los casos las huellas no son tomadas de forma adecuada, lo cual no permite a los expertos analizarlas apropiadamente. Por otro lado, estudios contratados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf) comprueban que, a menos de que las huellas sean tomadas por dactiloscopistas, las improntas plantares no resultan efectivas a la hora de identificar a un menor. La razón es que antes de los 3 meses el niño no ha formado completamente las crestas y los rebordes que conforman el mapa plantar.

Por eso las huellas plantares que se toman a los bebés en Colombia en más de 90 por ciento de los casos no son efectivas para identificarlos. Tampoco existe un archivo único y tecnificado que permita acceder a ellas en caso de que se necesite cotejar información. "En los siete años que llevo trabajando en la unidad de desaparecidos nunca hemos utilizado las huellas plantares exitosamente en un caso de identificación. Debemos recurrir a métodos orientadores pero no confirmatorios, como el análisis por computador de los rasgos morfológicos del menor", dijo a SEMANA Sofía Puentes, de la unidad de desaparecidos de la Fiscalía. En respuesta a esta problemática varias instituciones del Estado se han reunido para encontrar soluciones. El sistema de identificación por ADN está siendo estudiado por el laboratorio de genética de la Fiscalía General de la Nación. Sin embargo los altos costos de las pruebas, que pueden oscilar entre 200.000 y 300.000 pesos, lo convierten en una salida poco viable en un país como Colombia. Entonces, ¿qué posibilidades quedan?

Algunos expertos proponen la centralización y sistematización de un registro único de identificación que pueda convertirse, a mediano plazo, en una alternativa confiable y más acorde con la realidad nacional. Las huellas serían tomadas por dactiloscopistas expertos, en busca de calidad y confiabilidad en las improntas, que además tendrían que ser archivadas en una forma técnica.

Pero las dificultades en la búsqueda de alternativas y los altos costos que representaría para el Estado cualquier solución al problema han puesto este tema tan delicado en la cola de las prioridades del gobierno. Por tratarse de una problemática que cobija a la población más vulnerable de la sociedad, que es además receptora de toda la crudeza de la violencia, la búsqueda de una salida eficaz adquiere una importancia vital.