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| Foto: hsbnoticias.com

ANTETITULO

Los cubanos que se hicieron pasar por pastusos en ‘paseo de olla’

Pero este que les recomendamos, según los especialistas, es único en su especie y solo se puede vivir en Charco Verde, cerca de Bello. Si quiere saber por qué, entonces lea esta crónica de río, fríjoles y ‘revuelto’.

18 de julio de 2015

Todos los caminos conducen a Charco Verde cuando llega el tradicional puente de Reyes en los primeros días de enero. De eso está seguro Isabelino Rendón, habitante del páramo de Las Baldías, en el corregimiento de San Félix (Bello). Para llegar hasta él hay que ascender unos 3.160 metros desde el parque principal de la ciudad.

Cada año por esta época Isabelino ve cómo este lugar, rodeado de frondosos árboles a cada lado de su cauce, recibe familias enteras, parejas enamoradas y amigos, para disfrutar del primer festivo. ¿Y qué hace a Charco Verde un lugar diferente? La magia de su diversidad, los helechos en diversas tonalidades verdes, helechos de hojas largas, redondas, corrugadas o lisas. Además del olor maderoso de los pinos de tierra, que estuvieron a punto de desaparecer hace un tiempo, pues antes de que el páramo fuera delimitado era común talarlos. También están los frutos: fresas silvestres, guayabitas, mangos y naranjas, muy comunes en este suelo andino.

Rodeados de vegetación, los visitantes arman sus ‘paseos de olla’. Unos se llevan todo listo para hacer un sancocho, otros preparan los tradicionales fríjoles paisas, hay quienes prefieren hacer una parrillada, mientras que algunos optan por algo más simple: un sándwich.

La costumbre de visitar Charco Verde no pertenece solo a los bellanitas, este lugar también recibe a personas de Medellín, Copacabana y otros municipios más alejados del extenso Valle de Aburrá. María Camila Arango, estudiante de sociología de la Universidad de Antioquia, vive en Bello y tiene como tradición llegar a este lugar con su familia en el festivo de Reyes: “Venir aquí es la mejor forma de despedir las celebraciones de Navidad y fin de año”, dice.

El río es el centro de la diversión, a lado y lado de su cauce las extensas mangas se prestan para que los paseadores improvisen fogones. Todos ayudan a alistar el banquete. Algo que no puede faltar en los paseos de olla es la pelada del ‘revuelto’, como se le conoce en tierra antioqueña al conjunto de verduras y hortalizas que acompañan el almuerzo. Y es precisamente lo que más disfruta hacer David cuando va a Charco Verde con sus amigos, “Sea lo que sea que hagamos, sancocho, parrillada y hasta mondongo, yo me encargo de pelar el revuelto”, asegura.

Liliana Patiño, también de la zona, recibió 2018 recordando los paseos de olla con sancocho que su abuela institucionalizó. Ella y su familia llevaron la olla grande, el revuelto y tres carnes. “Si quiere ir a cocinar, no se encarte con carbón desde la casa, siempre hay chamizos que sirven para prender el fogón de una”, explica. La familia Parra vive cerca del parque de Bello. Suben a Charco Verde con pocas cosas, los fríjoles (con la olla pitadora), los plátanos pintones como les gustan, limón y panela para la sobremesa. El tiempo que no gastan cocinando lo invierten en el descanso. “Esos fríjoles casi que se cocinan solos mientras estamos en el río”, comenta Elvia Parra.

Don Isabelino asegura que quienes visitan Charco Verde “se recargan de energía y también dejan atrás toda la energía negativa que llevan a cuestas en su cotidianidad”. Explica que muchos van aunque sea para darse un baño rápido y regresan pronto a sus casas.

El plan Medellín-San Félix-Páramo de Baldías es la oportunidad para disfrutar de un paisaje único. La recompensa del ascenso son las impresionantes panorámicas del extenso Valle de Aburrá desde su punto más alto. Naturaleza y fauna se unen para arropar a los visitantes a Charco Verde, quienes se van enamorados y agradecidos, reafirmando el espíritu hospitalario de la región. Y sí, lugares para hacer paseos de olla hay muchos, pero acá el preparado tiene olor a arepa de leña.