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LOS DE ARRIBA Y LOS DE ABAJO

La forma como fue escogido candidato único a la Designatura Alvaro Gómez Hurtado generó reacciones adversas en sectores de ambos partidos.

13 de diciembre de 1982

El desenlace del tema de la Designatura que estuvo en suspenso se produjo en la forma esperada: por un acuerdo del presidente Betancur con el ex-presidente Misael Pastrana, ahora jefe único del conservatismo. Pero por un procedimiento sorpresivo: no a través de consulta democrática, como lo anunciara el ex-presidente, sino por una abierta ruptura de la neutralidad.
Durante los días anteriores, el tema, impulsado a primer plano por el retorno de Pastrana, tenía repartidas las opiniones. Había mucho optimismo en el sector alvarista. Así lo manifestaron en el congreso de Fenalco al cual asistieron como invitados especiales, los senadores Rodrigo Marín Bernal, Hugo Escobar Sierra y Carlos Holguín Sardi, quien había acudido como presidente del Directorio Conservador a recibir a Pastrana en el aeropuerto y había dialogado ampliamente con él. "La Designatura quedará en Gómez por consenso" anunciaban. "Eso no tiene vuelta de hoja". Pastrana y Gómez debían entonces contradecir su idea manifiesta de someter la elección a una junta de parlamentarios. La única salida era hacer la designación "a dedo". Así lo acordaron. Sólo faltaba hacérselo saber a J. Emilio. Esa fue la misión que cumplió Pastrana ese miércoles 9 de noviembre. Cordial, efusivo, generoso en elogios Pastrana le habló a quien fuera su Ministro de Agricultura de la urgencia de fortalecer la unión del partido. Le pidió sin rodeos que renunciara a su aspiración. Le sugirió la idea de dar a conocer el hecho a la opinión pública. Valderrama se opuso a las dos cosas. "No me gusta Madrid" le dijo al expresidente "y respecto a la noticia no me importa que se conozca directamente y sin maquillaje. Yo resumiré mi pensamiento en un documento que voy a entregarle la próxima semana".
El miércoles a las 7 y 30 de la mañana, Valderrama explicaba su posición por varios medios de comunicación. "Lo conveniente para el partido y para el país parece ser rendirle un nuevo homenaje al doctor Gómez Hurtado" precisó "y lo que le convenga a mi partido y al país lo hago con toda la decisión, sin ningún tipo de resentimiento ni de molestia".
Valderrama afrontaba con una aparente serenidad el derrumbe de su empeño. Sin embargo sus amigos más próximos sabían medir el alcance de su indisposición, no solo fundada en el carácter antidemocrático de la decisión y en que se hacía claro que realmente Pastrana y Betancur no eran ni habían sido neutrales, sino fundamentalmente en lo que llamó "la falta de un detalle por parte del Presidente". En efecto, la espina dolorosa que tenía clavada Valderrama es que su amigo personal, el presidente Betancur, ni siquiera se había tomado la molestia de comunicarle la decisión por teléfono. Le disgustó que fuera el expresidente Pastrana y no Betancur quien le ofreciera la embajada. "Si me llama el presidente voy a decir que ya Pastrana me ofreció la embajada y que no la acepto" dijo.
Aun cuando nadie anticipaba un cambio en el resultado final, Valderrama se había anotado una gran victoria moral. Algunos llegaron a afirmar que de no haber intervenido los "dioses del Olimpo", su rebelión parlamentaria habría triunfado. Sus partidarios aseguraban que tenían el apoyo de 72 parlamentarios conservadores y de 60 liberales. Aun de no ser así, su retiro en aras de la unión conservadora le dió una imagen de dirigente responsable que antepone el interés de su colectividad a su interés personal. Y como si fuera poco, se le garantiza la Designatura para el segundo período, acuerdo al que llegó con el expresidente Pastrana, según informaron a SEMANA fuentes de entero crédito.
La Designatura de Alvaro Gómez Hurtado había sido el producto de una decisión jerárquica del Partido Conservador, que ponía de manifiesto en forma clara el poder que ostenta en la actualidad el expresidente Pastrana y el peso político del nombre y las capacidades de Alvaro Gómez Hurtado. Lo que parece más difícil de explicar es el éxito inesperado que tuvo la fugaz campaña de Valderrama, que no solamente puede atribuirse a su simpatía personal o a consideraciones gastronómicas. Parecería tratarse de un episodio de lucha de clases, entendida obviamente en el sentido político. Los parlamentarios que podrían denominarse "de la base", que en el pasado aceptaban dócilmente las decisiones de sus jefes, de un tiempo para acá están haciendo valer su soberanía en forma similar a la practicada por los países del Tercer Mundo en las Naciones Unidas. La forma como fué escogido como candidato único a la Designatura el senador Alvaro Gómez Hurtado, parecía incitar estos sentimientos más que nunca. No se trataba del tradicional "antialvarismo" invocado en el pasado, sino más bien un rechazo al acto de "dedocracia" ejercido por el expresidente Pastrana, con la probable complicidad del Presidente de la República. El sentimiento no se limitaba a un partido sino que, en forma casi idéntica, era encabezado en el Partido Conservador por doña Bertha Hernández de Ospina Pérez, y en el Partido Liberal, por el senador y ex ministro, Alberto Santofimio Botero. "Plato de lentejas" fué el término utilizado por la locuaz senadora para describir el precio que se había pagado para mantener la unión conservadora."No somos recuas" era la expresión con que el aguerrido dirigente tolimense anunciaba que sus amigos se dejarían contar en su rechazo a lo que él considera un tratamiento impositivo para el liberalismo.
La repentina llave Valderrama-Santofimio parece pronosticar que en el futuro la tradicional disciplina partidista podrá en algunos casos ser reemplazada por la solidaridad de "clase". En el parlamento, como en todas partes, también se dan los conflictos entre "los de arriba y los de abajo".