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LOS 'DUEÑOS DEL PODER'

"Comités de evaluación de Virgilio Barco desatan tempestad de especulaciones políticas

14 de julio de 1986


En Colombia un país donde el poder está centrado en una sola persona, el Presidente de la República, todos los primeros pasos del recién electo son objeto del más minucioso escrutinio por parte de la opinión pública, cuya curiosidad es insaciable en lo que se refiere a cuál será el estilo de su nuevo príncipe.

Por esto el comunicado de la oficina de prensa de Barco, con la integración de los "grupos de evaluación", despertó más entusiasmo el fin de semana que el lánguido Mundial de Fútbol, que tradicionalmente acapara la atención por estas épocas.

Todas las interpretaciones posibles se le dieron a la nómina que para colmo de males fue publicada en dos entregas, aumentando todavía más el suspenso. Se hicieron todas las cábalas del caso que pudieran llevar a algunas conclusiones: cuántos parlamentarios había entre los nombres escogidos, cuántos ex funcionarios del actual gobierno, cuántos turbayistas, cuántos galanistas, y lo más importante, cuáles de esos nombres eran los ministeriables. El mismo Barco le agregaba suspenso al caso cuando confirmó a los periodistas que, efectivamente, en la lista figuraban posibles ministros. Y que los comités no eran de "empalme" sino de "evaluación", aunque nadie, en la práctica, entendiera la diferencia. Entre las interpretaciones que más se oyeron están las siguientes:

Que Barco le estaba dando mucho juego a los caciques, desilusionando a aquellos que querían un acto de independencia del nuevo Presidente con la clase política tradicional.

Que se estaba preparando el regreso de Michelsen a Colombia, pues parientes, amigos y defensores suyos estaban en diferentes renglones.

Que la economía se la iban a entregar a Carlos Lleras, pues en las listas había un claro predominio llerista en las actividades económicas y financieras .

Que Turbay salió mal librado, pues poca de su gente quedó incluida.

Que los únicos galanistas que figuraban eran los que habían adherido públicamente a Barco.

En el trasfondo de todo esto, lo que había era una expectativa para determinar si Barco, quien se preciaba de ser considerado manzanillo en Cúcuta y técnico en Bogotá, iba a gobernar con tecnócratas o con políticos. El diario El Espectador, tanto en su editorial como a través de algunos de sus columnistas, alertó a la opinión pública sobre lo segundo, subrayando también la conexión Michelsen. Eso creó indignación en un número considerable de personas a quienes el matutino de los Cano descalificaba en razón a que en el ejercicio legítimo de sus profesiones, se habían relacionado de alguna manera con el caso Michelsen.

En realidad, la famosa lista no significaba en la práctica nada. O casi nada. Incluía una serie de nombres lógicos, unos sorprendentes y otros absurdos. Pero el propósito general parecía ser no tanto el de señalar o preparar a los hombres que van a manejar a Colombia, como el de darle caramelo a todo el mundo, lo cual es una técnica política corriente. Desde el momento en que era evidente que en gran parte de las áreas de trabajo ninguno de los tres nombres escogidos incluía a quien sería el verdadero dueño del balón, la lista, haciendo analogía con un matrimonio, podía compararse más con las participaciones que con las invitaciones.

¿Tecnicos vs. políticos?
En cuanto a la dicotomía que le plantean a Barco de definirse entre los técnicos y los políticos, ésta en la práctica no existe. Todos los gobiernos en Colombia han estado integrados por técnicos y políticos. Barco necesita a la clase política, y ésta necesita a Barco. Y cada uno conoce sus linderos. A nadie se le ocurriría entregarle a Bernardo Guerra el manejo de la economía, o a Luis Fernando Jaramillo el de la política. Es más: tal vez el gobierno central se pueda manejar sin políticos, pero los gobiernos regionales no. Y en estos días en los que se habla tanto de gobierno de partido, éstos tienen que incluir a los representantes de esos partidos, que son los políticos .

Si alguna conclusión puede sacarse del episodio de las "comisiones" de evaluación, es más sobre la personalidad del Mandatario que sobre la integración del próximo gobierno. Barco, como se sabía, es muy prudente. Y como se había olvidado, también es muy político.