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LOS JINETES DE LA BOLSA

El libro de Héctor Mario Rodríguez busca ser best seller con los escándalos bursátiles.

12 de diciembre de 1988

Después de los jinetes, le llegó el turno a los piratas. Es decir, tras el descomunal éxito editorial --tanto en las librerías como en las propias calles de las ciudades del país-- del libro "Los jinetes de la cocaína", publicado hace cerca de un año por el periodista Fabio Castillo y en el cual el autor pretendió decirlo todo sobre el narcotráfico y sus nexos con diferentes sectores de la sociedad colombiana, aparece ahora su equivalente en materia de escándalos financieros y bursátiles. O al menos esa es la aspiración de su autor, el periodista pereirano de 30 años, Héctor Mario Rodríguez, quien desde hace varios años se convirtió en uno de los más atrevidos redactores de temas económicos del país.
A marchas forzadas, acosado seguramente por el afán de que el tema no perdiera actualidad y de que el libro lograra salir a la calle cuando aún no se hubiera apagado el eco de los escándalos de "Picas" y compañía, Rodríguez pudo publicar una recopilación que, para la celeridad con que se escribió, refleja una profunda investigación, una profusa documentación, y revela, de parte del autor, un gran conocimiento del tema. En términos generales, se trata de un gran resumen de los escándalos financieros más sonados de los últimos tiempos, subrayando en su descripción y análisis, la participación del negocio de bolsa y de los comisionistas en los mismos. Pero no se limita exclusivamente a los hechos más recientes. Para hablar de "60 años de manipulaciones", se remonta al nacimiento de la Bolsa de Bogotá y a los primeros escándalos que allí se presentaron en aquellos días.
Claro está que el enganche del libro no son estas reminiscencias, sino los hechos más recientes, los escándalos que este año protagonizaron Juan Ricardo Escobar ("Picas") y Guillermo Uribe Holguín --quienes, con el fondo de las rejas de la cárcel Modelo, ilustran la portada--, los hermanos Santiago y Humberto Jiménez, Jorge Pombo y los demás comisionistas que, por haberse quebrado, por haber llevado a cabo manejos irregulares o por las dos cosas, tuvieron que dejar el negocio bursátil.
Pero más allá de esto, están las ya conocidas historias de los fondos de inversión del Grupo Grancolombiano, de la compra-venta de acciones del Banco Comercial Antioqueño por parte del Grupo Santodomingo, y de la puja entre los grupos Bolívar y Sarmiento por el control accionario del Banco de Bogotá. Lo novedoso del libro en la presentación de estos casos es que los enfoca no sólo por el lado de los empresarios-inversionistas, sino de los intermediarios-comisionistas. De este modo, todos se vuelven protagonistas y a la lista de "villanos" en la que ya estaban Jaime Michelsen, Félix Correa, José Alejandro Cortés, Luis Carlos Sarmiento y demás, se vienen a sumar los Octavios Gallo, los Juan Claudio Morales, Byron López y otros personajes que hasta hace poco no habian mojado prensa.
Los delitos en que incurren los intermediarios, según el libro, son básicamente cuatro:
1) La utilización del dinero de los ahorradores e inversionistas para montar y adquirir empresas del sector financiero;
2) La especulación, utilizando información privilegiada, con algunas acciones asumiendo así "posición propia";
3) La compra y venta de dólares negros, y
4) La utilización del puesto de bolsa para captar, a través de compañías paralelas, dinero del público, por fuera de la vigilancia de la Superintendencia Bancaria.
Pero a pesar del gran esfuerzo que el libro significa en materia de describir detalladamente todas estas irregularidades, lo único que no se puede decir es que en esto haya grandes revelaciones. Y no las hay porque el problema con el mundillo de las finanzas es que en su seno, estas prácticas no sólo son viejas y conocidas por todos, sino también, y a pesar de su clara ilegalidad, abiertamente toleradas. Solamente se vuelven graves -y por ende emocionantes- cuando alguien se quiebra, y con la intervención de la prensa y de las autoridades, quedan desnudados sus balances y saltan a la vista las huellas de sus maniobras.
En círculos sociales y financieros, todo el mundo ha sido siempre consciente de estas situaciones. La diferencia parece radicar ahora en que, después de los "Picas", Pombos y Jiménez, el ambiente de tolerancia está comenzando a ser remplazado por el de fiscalización y regulación, entre otras cosas porque las víctimas -a diferencia de lo que sucedió en otros casos como los de la crisis de 1982- pertenecen esta vez a esos mismos círculos antaño tolerantes.
De cualquier manera, el libro puede ser el mejor aporte que se haya hecho hasta ahora en materia periodistica, para que se conozcan y comprendan los problemas del mercado bursátil del país. El gran interrogante es si se convertirá en un bestseller de la dimensión de "Los jinetes de la cocaína". Dos razones no permiten ser optimistas en este punto. La primera es que, a diferencia del narcotráfico que afecta como realidad, y apasiona como tema a todo el mundo, los tecnicismos de las transacciones de bolsa son definitivamente asunto de minorías. La segunda, que el libro de Castillo no se vendió tanto por la parte documentada como por la fantasiosa que fue la que le dio el toque sensacionalista, mientras el libro de Rodríguez, aparte de algunos juicios de valor quizá innecesarios, es un trabajo serio, marcado por la sobriedad.