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Los protagonistas de las elecciones al Congreso

En la jornada ayer pasó de todo: Mockus y Peñalosa tuvieron su descalabro electoral, Juan Manuel Santos y Germán Vargas salieron en hombros y Carlos Holguín consolidó su partido. Un ‘palo’: el controvertido Luis Alberto Gil.

11 de marzo de 2006

Juan Manuel Santos
El gran ganador
Juan Manuel Santos es tal vez el gran ganador de la jornada electoral. El triunfo del Partido de la U sobre todos los otros movimientos políticos fue un palo comparable solamente al que dio Carlos Gaviria en la consulta interna del Polo. Santos se encuentra en la curiosa posición de haber montado en cuatro meses una empresa electoral que derrotó a dos partidos centenarios sin que estuviera su nombre en juego y sin dejarse contar. Por otro lado, el Partido de la U ganó no tanto por la identificación con él, sino con el presidente Uribe, cuyo prestigio hizo que varios pesos pesados se matricularan en éste. A pesar de esto, la capacidad de Santos como coordinador político, la magnitud de la victoria del partido que él montó y la cercanía que se ha generado entre él y Uribe lo dejan con un liderazgo político incuestionable. En esta materia quedó por encima de Germán Vargas, pues, aunque la votación propia de este fue la más alta de Colombia, lo que estaba en juego en el mano a mano entre los dos no era saber cuál tenía más votos, sino cuál quedaba como el líder del uribismo. Y la condición de jefe del uribismo tiene hoy más proyección política que la de prestigios individuales como Enrique Peñalosa y Antanas Mockus, cuyas derrotas tendrán un costo político. No es un mal resultado para una persona que hace apenas seis meses estaba fuera del juego y era uno de los opositores de la reelección.

Germán Vargas
Cebración a medias
E­n circunstancias normales, Germán Vargas podría haber sido el gran ganador de las elecciones. Obtuvo la mayor votación individual del país al llegar al Senado con más de 200.000 votos. Sin embargo, en estas elecciones la expectativa giraba alrededor de qué movimiento uribista tendría más votos: si el Partido de la U o Cambio Radical. Y bajo este parámetro, no solo perdió Cambio Radical, sino que ese partido quedó de cuarto a tres puestos de la U.
Lo suyo fue un resultado decoroso para un movimiento creado a pulso con base en su liderazgo y prestigio personal. Pero él, que fue durante una época la cabeza del uribismo en el Congreso, fue obligado a competir con una aplanadora uribista con más maquinaria que la suya: la manguala entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos.
No queda muy claro por qué el Presidente, que tenía un excelente coordinador político en Germán Vargas, decidió montarle una organización paralela para cumplir con las mismas funciones. Si el propósito del primer mandatario era seguir el precepto: ‘divide y reinarás’, lo logró. De pronto, Uribe en el Congreso no quería poner todos los huevos en la misma canasta, o tal vez le tenía algo de temor a quedar en manos de una personalidad independiente y volátil como la de Vargas. Sea cual fuera la razón, esa división, creada desde la Presidencia, acabó restándole fuerzas no sólo a Germán, sino al propio uribismo, que perdió curules que se habrían obtenido de haberse presentado con una lista única.

Carlos Holguín
Premio a la persistencia
El jefe máximo del conservatismo está que no cabe de la dicha por los resultados del domingo. La disputa de esta campaña había empezado muy bien, pues los azules lograron un millón de votos en su consulta interna que eligió al presidente Uribe como candidato a la Presidencia. El entusiasmo conservador fue refrendado este domingo con 1.500.000 sufragios para Senado, lo que convirtió al conservatismo en la segunda fuerza por número de curules, con 18 senadores, después del Partido de la U. La dicha es más completa porque, por primera vez en muchos años, el conservatismo superó al liberalismo oficialista, que se hizo a 17 curules.
Detrás de todo está la insistencia de Holguín en apoyar la reelección de Uribe y en mantener el conducto democrático en el interior de la colectividad: dos apuestas que parecían riesgosas hace unos meses, ahora explican el éxito electoral. Sin embargo, un dato que no debe quedar en el aire: aunque con mayor número de votos, los conservadores van a quedar con menos representatividad en el Congreso, frente a lo que tienen hoy (28 senadores y 41 representantes), pues apenas llevaban 18 senadores y 30 representantes a la Cámara, escrutado el 80 por ciento de las mesas, algo que algunos críticos pueden leer como un retroceso.

Enrique Peñalosa
Cayó a la lona
Después de Mockus, Peñalosa fue el otro gran quemado de la jornada electoral. Le apostó en su lista cerrada al arrastre de su buena imagen y perdió. Así como ha demostrado ser un buen gobernante, ha quedado claro que es un mal candidato. Varios factores incidieron en su descalabro electoral. Primero, sus bandazos. Entra al partido liberal, luego se sale. Después generó dudas sobre sus intenciones de aspirar al Senado o lanzarse a la Alcaldía. Y segundo, su uribismo tibio. Los uribistas preferían votar por las listas más purasangre como las de la ‘U’ o ‘Cambio Radical’. Y los antiuribistas le cobraban su uribismo. Con esta derrota, Peñalosa sale de la liga presidencial. El impulso electoral que lo catapultó después de su excelente alcaldía se ha ido erosionando con los años hasta llegar a menos de 200.000 votos en esta elección. Su futuro político sólo puede ser uno: buscar de nuevo la Alcaldía de Bogotá. En esa búsqueda juega de local, tiene caudal electoral y puede mostrar resultados, tres ingredientes que le fueron esquivos en esta elección.

Antanas Mockus
El gran perdedor
Todo el mundo pensaba que Antanas Mockus iba a ser una sorpresa electoral este año. Y lo fue. Pero no como el candidato que podía hacerle el pulso a Uribe, sino como el gran derrotado de las elecciones legislativas. Su lista visionaria al Congreso, nadie la vio. Aunque tiene un equipo cuya integridad personal y preparación académica son a toda prueba, en política no sólo importan las ideas, sino también los votos. En el terreno de las ideas, son la lista con el discurso más elaborado. En cuanto a los votos, son unos verdaderos primíparos. Era previsible que el perfil excesivamente académico no prometía mucha audiencia en las urnas. Pero a eso hay que sumarle una estrategia mediática incomprensible. Es irónico que un comunicador tan brillante como Mockus haya montado una campaña política tan confusa y abstracta. Con esta derrota en la lucha por el Congreso, el ex alcalde sale del ring en muletas para las presidenciales que se avecinan. El ‘súper Mockus’ que muchos esperaban este año para hacerle contrapeso al Goliat de la política en que se ha convertido Uribe, quedó convertido en un ‘Peter Pan’: inspirador pero inofensivo.

Luis Alberto Gil
El ‘palo’
“Si no sacamos 10 curules, habremos perdido el tiempo”, dijo hace pocos días a SEMANA Luis Alberto Gil, el principal líder del partido Convergencia Ciudadana. No lo perdió. Al conocerse el 90 por ciento de los resultados, ya llevaba 16 curules, siete de ellas en el Senado. Fue ‘el palo’ entre los partidos. Convertirse en la sexta fuerza política no lo sorprende.
En su historia de superación personal, de recolector de envase en su niñez, miembro del M-19 en su adolescencia, a ser hoy el barón electoral más importante de Santander, la clave ha sido la persistencia. Se trata de “saber para dónde va uno” dice. Lograr más de 68.000 sufragios le significa un puesto en el top – ten de los más votados. Una innegable ganancia, más para un congresista de región. Pero este excepcional crecimiento no ha dejado de despertar suspicacias. Sus opositores, sin ninguna evidencia judicial, lo relacionan con el paramilitarismo y con el control de la corrupción local, principalmente en el sector de la salud en Santander. Incluso, pese a ser uribista, el mismo Presidente llamó la atención para que se investigara el porqué de tanta aparente abundancia de este partido. ¿Se trata de una revelación política, o es la punta de lanza de sectores oscuros? Con su bancada tienen cuatro años para demostrar de qué están hechos.