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Antanas Mockus cree que la misión de su partido es cambiar la cultura de los colombianos. En la foto, con el triángulo que será símbolo de su campaña

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Luces y espejos

Antanas Mockus lanzó sus listas al Congreso. Sin políticos, la apuesta no es nada fácil.

5 de febrero de 2006

La noche del martes pasado Antanas Mockus volvió a apostarles a los símbolos y a la lúdica. Lanzó en la Plaza de Bolívar -otra vez con un innovador acto- sus listas al Senado y a la Cámara por Bogotá.

Esta vez no jugó con garrotes y zanahorias. No se disfrazó de supercívico. Tampoco se puso un chaleco antibalas con un corazón recortado. Con una pirámide de siete metros de alto y espejos aún más grandes, puso a andar un show de luces con el que quiso transmitir tres mensajes centrales de su campaña.

La pirámide significa su idea de formar un proyecto político de largo plazo que comenzará con la formación de un partido, el de los 'visionarios' que según él, buscará promover el cambio social y cultural de los colombianos. Los espejos, que reflejaban las luces que inundaban la plaza, se refieren a la posibilidad de que todos los colombianos dirijan la luz -las ideas y las acciones- para construir un futuro colectivo. Y las luces, que iluminaban la frase de Santander escrita en el frente del Palacio de Justicia: "Las armas os dieron la independencia, las leyes os darán la libertad", indicaban el aspecto más importante de su propuesta política. El de promover la cultura de la legalidad, por encima de la del atajo.

Mockus hará, en fin, una campaña mockusiana: original, innovadora y profunda. Se concentrará en realizar actividades pedagógicas dirigidas a fortalecer la cultura ciudadana. Y sus actividades no corresponderán a un proselitismo tradicional. En las ciudades que ha visitado -aquellas en las que tiene mayor favorabilidad- no hace promesas. "No puedo asumir compromisos a diestra y siniestra. Un buen gobernante tiene que conocer en profundidad los problemas de la gente antes de tomar decisiones", dice.

Pero este, que parecería ser el mejor de los activos en un país que dice estar cansado con la política tradicional, puede ser -en el marco de la política real- una desventaja para su candidatura presidencial. En las dos oportunidades en las que logró llegar a la Alcaldía de Bogotá se dirigió a un electorado urbano y más sofisticado que el del promedio nacional. Ahora, la pregunta es si su discurso podrá tener acogida en las zonas rurales, en los municipios remotos o en los lugares donde las necesidades básicas insatisfechas son mucho más apremiantes que en las zonas urbanas.

Más aun, si sus actitudes pedagógicas serán bien recibidas por un país que aclama el estilo presidencial del presidente Uribe, basado en las pequeñas promesas que caracterizan acciones de gobierno como los consejos comunitarios. Si bien Antanas Mockus juega a estar en el centro y a no atacar directamente a los otros candidatos presidenciales, sus mensajes de fondo sobre algunas políticas uribistas son bastante críticos. Aunque reconoce algunas bondades de seguridad democrática, cree que la presencia de la Fuerza Pública es fundamental pero no lo es todo a la hora de solucionar el conflicto; defiende a capa y espada la Constitución de 1991 y cree que al Presidente se le va la mano en la microgerencia. "Mi arte es diferente. Es el de ponerles luz a los problemas, para que su solución encuentre algún camino", señala.

Aunque Mockus está seguro de que seguirá en la lucha por la Presidencia porque tiene opción de ganar, no le teme a perder. Cree que su candidatura es una plataforma para lanzar un proyecto político que represente el postulado de que en Colombia el cambio cultural es posible. Porque, según él y sus seguidores, sólo si las costumbres se ajustan a la ley se podrá garantizar la convivencia.

De ahí que hayan decidido lanzar listas cerradas al Senado y a la Cámara por Bogotá. Para "crear un proyecto político colectivo centrado en el cambio cultural y, si se ganan las elecciones presidenciales, contar con una bancada para facilitar la cooperación entre el Ejecutivo y el Congreso". Además, porque buscan pasar el umbral para tener personería jurídica propia (Mockus se presenta a la Presidencia con el aval de la Alianza Social Indígena y las listas a Congreso con firmas). También para obtener los recursos que otorga el Estado por reposición de votos a aquellos partidos y movimientos que obtienen más del 4 por ciento de la votación a Senado, recursos que -según piensan- se podrían invertir en una futura campaña presidencial.

La importancia que le da Mockus a su programa explica las razones por las que en vez de incluir candidatos con electorados propios, integró sus listas con académicos y ex funcionarios de carácter técnico que lo acompañaron en sus alcaldías. Entre los que buscan ir al Senado se encuentran el economista Salomón Kalmanovitz, el sociólogo Hernando Gómez Buendía, el historiador y ex concejal Juan Carlos Flórez, el ex ministro de Medio Ambiente Manuel Rodríguez y el urbanista Ricardo Montezuma. "Todos ellos se comprometieron con el proyecto visionario", reitera.

El programa que buscan defender los mockusistas desde el Congreso y la Presidencia consta de varios puntos. Promover el respeto a la legalidad, la creación de un Estado eficiente, la productividad y la equidad, la competitividad regional y las prácticas democráticas. Todo esto con el trasfondo de la lucha contra la violencia. Tal y como lo explica su logotipo, que lleva inscrito el mensaje "Art 11". "Es Arte contra el 11, el número que evoca el terrorismo, y es elogio para el artículo 11 de la Constitución, sobre el derecho a la vida".

Con estas premisas, Mockus y su equipo seguirán en campaña. Basados en un esquema de formar 'combos' o grupos de líderes ciudadanos y con una red de voluntarios de más de 20.000 personas, confían en que su propuesta tendrá acogida entre los electores. Y en que los colombianos ya están preparados para mirarse en los espejos y dirigir las luces. Las mismas que el pasado martes iluminaron simbólicamente la Plaza de Bolívar. n