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Los huecos en la capital llegaron a un punto crítico y los ciudadanos ya le pasaron la cuenta al alcalde

Bogotá

Lucho en apuros

La popularidad del alcalde Garzón se fue en picada. ¿Qué le están cobrando los ciudadanos?

8 de julio de 2006

Según la ultima encuesta de Invamer Gallup, la aprobación frente a la gestión de Lucho Garzón como alcalde cayó 19 puntos en tres meses. Pasó de tener el 69 por ciento al 50 por ciento . Para rematar, esta misma encuesta señala que su opinión desfavorable nunca había estado tan alta. ¿Cómo se explica el bajonazo? ¿Qué tanto debe preocuparse el Alcalde?

Aunque la encuesta no recoge la opinión de los bogotanos, sino de los ciudadanos de las cuatro principales capitales, y aunque otras encuestas han arrojado resultados diferentes, la caída es tan grande, que obliga a plantear la hipótesis de que hay una tendencia negativa que debería preocupar al Alcalde y a sus asesores.

Desde el punto de vista de su gestión y de su estrategia, Lucho tiene que tomarse un respiro y corregir el rumbo en varios aspectos. Los alcaldes anteriores tuvieron que hacerlo en algunos momentos. Enrique Peñalosa se levantó después de la estrepitosa catástrofe de los bolardos, que lo hizo perder 33 puntos, y Antanas Mockus superó una oleada de críticas a miembros de su gabinete que afectaron su favorabilidad. Si Garzón aspira a consolidar su perfil político nacional como líder de una izquierda moderada, también tendrá que introducir cambios de estilo, capacidad gerencial y discurso.

Lucho ya encendió sus alarmas, e incluso ya tiene una hipótesis para explicar su caída. Considera que no ha pasado nada grave, sino un simple resbalón que se explica por tres temas coyunturales: el paro de transportadores, el trancón de la autopista Norte y el debate sobre Villa Adelaida.

Para sus contradictores, las cosas son distintas. "La explicación no está en estos fenómenos coyunturales. El tema es de fondo, la gente está sintiendo que su calidad de vida ha desmejorado. Se siente insegura, menos atendida y los sitios que más visita, como los parques y los andenes, los ve sin mantenimiento", afirmó el representante peñalosista a la Cámara David Luna. Además, algunos afirman que la caída de Lucho no se debe sólo a fenómenos locales. Durante los seis meses de campaña electoral, Lucho estuvo ausente de la escena política. Después de la avalancha uribista en las elecciones presidenciales, no es un momento fácil para las figuras de la oposición. Por más que Garzón ha bajado el tono frente al gobierno nacional, y hasta se ha proyectado como un interesado en construir una cooperación, es por naturaleza el contrapeso del Presidente. El jefe en el otro lado.

Además, hay asuntos estructurales en los que la administración Garzón viene rajándose. El tema de la movilidad ha llegado a dimensiones caóticas. Los huecos ya no caben en las calles, el tema de la chatarrización está en veremos y no se ha mejorado el servicio de TransMilenio. En medio ambiente, el panorama no es mejor: la Contraloría Distrital tuvo que abanderarse de la defensa de los cerros, y la contaminación del aire sigue creciendo. La única medida de Garzón en este tema, el pico y placa ambiental, quedó debilitada después de las negociaciones con los transportadores para levantar el paro. Además, el déficit en vivienda se sigue profundizando. Y en seguridad, el número de homicidios aumentó en 2005. En este tema, Lucho reaccionó rápidamente y otra vez los índices están bajando.

El proyecto insignia de Lucho Garzón, Bogotá sin Hambre, no tiene resultados visibles. "No es posible determinar si después de tres años los bogotanos están menos o más nutridos. Los resultados de este programa son difíciles de evaluar para nosotros y para los ciudadanos", dijo a SEMANA un vocero de Bogotá Cómo Vamos, una iniciativa privada de seguimiento a la gestión local.

Además, a la gente le cuesta identificar la administración de Lucho con un logro específico, como en el pasado lo hicieron con Mockus y su cultura ciudadana o Peñalosa y el tema de la infraestructura. Frente a algunos sectores, su imagen ha sido errática: se muestra autoritario frente a los transportadores, clase media-baja, pero en otros casos más sensibles para la clase alta (el paro de los transportadores, entre otros) proyecta una imagen vacilante.

Lucho, sin embargo, tiene obras para mostrar y repuntar su aceptación. Por los puntos que le han dado sus políticas en educación, salud y defensa de nuevos derechos, como los de la comunidad gay, hoy puede gastarse 19 puntos de su capital político sin quedar en la ruina. Ahora le tocará ampliar los logros en su territorio, que es lo social. Tendrá que cortar algunas cabezas, replantear su estrategia de comunicación y tapar miles de huecos. Los rumores ya hablan de que para todo esto ya contrató nuevos asesores y alguno que otro publicista.

Falta un año y medio de mandato y el reloj está corriendo para Lucho. Los ciudadanos se están poniendo más exigentes y el capital político del Polo en Bogotá se puede poner en riesgo. La continuidad de la izquierda en el segundo cargo más importante del país está en juego. Igual que el sueño de llegar a la Presidencia.