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Luis Felipe Ossa 'Lucho’, escalador bogotano. | Foto: Marco Bonilla. estudiante Maestría.

MONTAÑISMO

‘Lucho’ listo para regresar a la cima del Himalaya

El montañista Luis Felipe Ossa espera regresar a la montaña en la que alcanzó la gloria.

16 de abril de 2013

Colombia es un país de montañas, pero también de montañistas. Tras los pasos del pionero, el colombo alemán Erwin Kraus, tres generaciones han alcanzado las principales cimas del país, los Andes suramericanos y las altas cumbres de Asia. Luis Felipe Ossa, ‘Lucho’, escalador bogotano, es tal vez el montañista más completo de su generación. En mayo del 2007, después de un largo camino por las cordilleras del mundo, coronó sin oxígeno la mayor cima del planeta, el Everest de 8.848 metros. Fue el primer colombiano que conquistó ‘por medios limpios’ el coloso del Himalaya.

Con planes de regresar pronto al Himalaya, posiblemente al Kanchenjunga, y recuperándose de un accidente en la sierra del Cocuy que él califica de absurdo, 'Lucho' habló de su pasión.  

Semana.com ¿Cómo llegaron las montañas a su vida?


Luis Felipe Ossa: Llegaron por casualidad. Cuando tenía 18 años, recién salido del colegio, fuimos a acampar a la laguna del Neusa. Pasamos una noche de perros, mucho frío. Pero nos preguntábamos, si esto es así ¿cómo será allá arriba? ¿Cómo será el frío en la nieve? Luego fuimos a Chingaza, para finalmente ir al Parque los Nevados. Allí hice mi primera cima, el Santa Isabel. Desde ese momento, nunca dejé de ir a las montañas. De esa primera cima recuerdo que cometimos muchas barbaridades; llevábamos cuerdas y arneses improvisados, no teníamos crampones, ni calzado adecuado y usábamos un palo de madera para apoyarnos en la nieve. Todo muy empírico. En el Santa Isabel aguantamos mucho frío. Pero, al bajar, sentíamos una felicidad inmensa, unos deseos de volver y volver y volver.

Semana.com: ¿Cómo fue escalar el Everest sin oxígeno y qué recuerda del Tíbet?

L.F.O.: Fue un sueño cumplido. A pesar de su comercialización es la montaña más alta; es única, encantadora y vale la pena subir, estar allí. Fue una ratificación de hasta dónde puede ir el ser humano y que uno puede cumplir todos los sueños que tenga. Fue un punto de quiebre en mi vida. En la cima sentí mucha felicidad y, al mismo tiempo, miedo. Sabía que debía  bajar. Al llegar a la cumbre se encontraban algunas personas que habían ascendido por Nepal. En algún momento ya éramos veinte escaladores en la cima. Me quedé unos minutos contemplando el paisaje, recogí algunas rocas y, de un momento a otro, me di cuenta que estaba sólo. Todos habían comenzado el descenso. Entonces sentí miedo. Comencé a bajar de inmediato. Fui consciente de que yo era humano y, como tal, absolutamente vulnerable.

Semana.com: ¿Qué piensa de aquellos que creen que sólo sin oxígeno se escala realmente una montaña?


L.F.O.: Desde 1921, cuando se llevaron a cabo las primeras expediciones de reconocimiento al Everest con el fin de alcanzar su cima, esta montaña ha sido intentada por cerca de quince mil personas. De estas, casi seis mil han hecho cumbre. Pero solo ciento cincuenta lo han hecho sin oxígeno. Lo cual significa que, por un lado, se puede subir sin éste; y por otro, que ante la comercialización del Everest, no se debería permitir el uso de este recurso. Si sabemos que se puede llegar sin ayuda de oxígeno suplementario, no se debería sacar esa ventaja. Al fin y al cabo, allá en la cima no hay un premio que pueda reclamarse a nadie. Desde luego hay que tener botellas de oxígeno en montañas muy concurridas como el Everest, por si ocurre una emergencia, para salvar vidas; pero considero que si ya tantas personas lo hemos logrado sin oxígeno, no se debería utilizar para llegar a la cima. Pienso que así las montañas recobrarían el respeto y el Everest dejaría de ser el ‘paseo’ en que se está convirtiendo, y recuperaría el valor que, como montaña, tenía para propios y extraños.

Semana.com: En el 2010 usted estuvo en Pakistán escalando el Gasherbrum I. ¿Qué recuerda de la experiencia en esa montaña?


L.F.O.: El Gasherbrum I o Hidden Peak es la onceava montaña más alta del mundo. Tiene 8.068 metros. Nosotros subimos hasta una cota de 8.035.  Llegamos muy cerca a la cumbre pero fuertes ráfagas de viento se interpusieron entre esta y nosotros. Las montañas del Karakórum, la cordillera que atraviesa el Norte de Pakistán, son bastante más empinadas que las del Himalaya y más técnicas. A diferencia de Nepal, donde las principales religiones son hinduismo, budismo y turismo, en Pakistán prima el Islam. La vida religiosa se vive con cierta intensidad. La gente de esta región de Pakistán es muy amable, muy chévere.

Semana.com: ¿Donde se siente más cómodo escalando, en los Andes o en el Himalaya?

L.F.O.:
Desde luego que el Himalaya tiene un encanto especial, pero me siento muy andino. Las expediciones al Himalaya son descomunales y realmente uno escala poco. Una montaña por cada expedición que puede durar dos o tres meses. En las montañas de los Andes, por el contrario, una persona bien aclimatada puede intentar muchas cimas en un corto periodo de tiempo. Por tanto, como escalador me siento más identificado con los Andes. Como los muiscas, me siento muy unido a las montañas de la cordillera de los Andes.

Semana.com: En el 2004 usted hizo la cima del monte McKinley en Alaska por la difícil cresta occidental ¿Cómo fue escalar la montaña más fría del mundo?

L.F.O.:
Escalar el McKinley, o Denali en lengua Atabascana, me permitió entender hasta donde podía llegar como montañista, hasta donde sería capaz de ir.  Al llegar al campamento base le pedí permiso al jefe de la expedición para ascender por una ruta diferente, mucho más técnica. Una escalada de mucha dificultad. Ha sido una de las montañas más exigentes que he afrontado. Afortunadamente estaba con dos excelentes compañeros, Katty Guzmán y Rafael Avila. Allí todos tuvimos nuestras revelaciones. En lo personal, en el McKinley decidí que si iba al Everest lo intentaría sin oxígeno. A partir de entonces me impuse retos más duros en las montañas.

Semana.com: ¿Cuál montaña sueña con escalar?


L.F.O.:  Tengo muchas en la lista. En Europa quiero subir las llamadas ‘grandes caras norte de los Alpes’, es decir la cara norte del Eiger, el Matterhorn, el Mont Blanc y el espolón Walker del Macizo de las Grandes Jorasses. En Patagonia, quisiera escalar el Fitz Roy y el cerro Torre; en Pakistán, alguna de las torres del Trango. También tengo en mente regresar a China, a Africa, a Afganistán. En fin, afortunadamente hay planes de seguir escalando por todo el mundo. Finalmente, me gustaría ir a la Sierra Nevada de Santa Marta, aunque este año probablemente iremos al Kanchenjunga, en el Noreste de la India.

Semana.com: ¿Es fácil conseguir patrocinio en Colombia para proyectos de gran envergadura como las expediciones al Himalaya?

L.F.O.: Digamos que, en el caso de las expediciones al Himalaya, conseguir patrocinio en Colombia es tan difícil como escalar la montaña. Conseguir el dinero es el gran logro. Podemos durar dos años planeando logística y financieramente la expedición, buscando, escribiendo y proponiendo. Es realmente difícil. El fútbol acapara los recursos y el interés de los colombianos. Hay que mostrar el encanto de las montañas para que una empresa se anime y nos ofrezca su apoyo.

Semana.com: ¿Quién es el montañista que más admira?

L.F.O.:
Siempre he admirado los montañistas italianos, especialmente a Walter Bonatti y Renato Casarotto. Ambos visionarios y personas que  lograron cosas muy importantes en los Alpes, la Patagonia y el Himalaya. Hace décadas escalaron paredes que hoy siguen siendo extremadamente difíciles. En Colombia admiro a Fernando González Rubio y a Katty Guzmán.

Semana.com: Finalmente ¿Qué debe tener un buen montañista?

L.F.O.:
Ante todo, amor por las montañas. Un deseo irrefrenable de estar en la montaña. Si quiere llegar más alto, pues debe dominar la técnica de nieve, hielo y roca. Pero también ayuda la capacidad de sufrimiento para soportar el frío, el hambre y el trabajo en circunstancias complejas. Pero eso sólo lo da el amor por las montañas, el querer estar allí.