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El senador liberal fue uno de los artífices del pacto político sobre la reforma de la JEP. | Foto: Guillermo Torres

ENTREVISTA

"Si se incumple el pacto sobre la JEP seré el primero en pedir que se hunda la reforma": Luis Fernando Velasco

El senador liberal está en el ojo del huracán, señalado de ser el artífice del pacto político para reformar la JEP. Velasco asegura que aunque reconoce que es riesgoso, es un puente que se debe construir.

6 de noviembre de 2018

SEMANA: Se dice que usted fue el que le botó el salvavidas al proyecto de la JEP. ¿Qué fue lo que hizo?

Luis Fernando Velasco: Sí, me “acusan” de ser quien propuso un acuerdo de las diversas fuerzas políticas para sacar adelante una reforma sensata a la JEP, bastante distinta de la propuesta de la senadora Valencia, eso es cierto, antes de votarse el proyecto de Paloma -que no es tan cierto que sería derrotado- pedí a solicitud del senador Uribe que lo escuchásemos a él, pues tenía una propuesta para hacerle a la Comisión Primera del Senado y la comisión votó y aceptó escuchar al expresidente, quien evidentemente propuso un acuerdo inédito pues era la primera vez que el Centro Democrático buscaba debatir con todas las fuerzas políticas un instrumento central del proceso de paz.

SEMANA: ¿Por qué insistió en concertar con el uribismo en ese proyecto?

L.F.V.: Respeto la legitimidad constitucional y el respaldo internacional que tiene la JEP, pero no soy ciego frente al debate político interno que esta jurisdicción despierta. Por ello creí y creo que un acuerdo con los sectores del No para darle más credibilidad a esta justicia no solo la fortalecía, sino que legitima más el proceso de paz por parte de sus contradictores que también son colombianos y sus opiniones deben ser escuchadas.

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SEMANA: Algunos de los senadores de la Comisión Primera dicen que tenían los votos para hundir las modificaciones a la JEP. ¿No habría preferido hundir el proyecto?

L.F.V.: No estoy seguro de esas cuentas. Por ello propuse el acuerdo y fui claro que votaría el nuevo texto solo si era producto de un acuerdo. En algún momento, cuando era evidente que la propuesta se aprobaría sin los sectores que se oponían al proyecto, públicamente pedí hundirlo y ello contribuyó a que se rehiciera el acuerdo sumándose todos los partidos con excepción del Polo y las Farc, que se declararon impedidas para votar.

SEMANA: ¿La idea de la proposición fue concertada con su bancada?

L.F.V.: El texto fue lo más cercano a un principio de acuerdo que construimos el día martes con todas las fuerzas políticas y se consultó permanentemente con los negociadores De la Calle y Sergio Fajardo quienes aportaron luces a lo que terminó saliendo. El texto fue construido por la bancada liberal de la Comisión Primera, con ayuda técnica de congresistas de otros partidos.

SEMANA: Usted dice que la JEP se legitima. Pero si el proyecto, con las modificaciones de la Comisión Primera, no pasa, ¿se deslegitima?

L.F.V.: Si se incumple el pacto y se intentan introducir en este acto legislativo temas que le son ajenos, se deslegitima y seré el primero en pedir que se hunda la reforma apenas vuelva a Comisión Primera de Senado. Así como comuniqué que votaría No a nuestra propia propuesta (bancada liberal de Comisión Primera de Senado) cuando se quiso votar desconociendo a La U, a los verdes, a Petro y a la mayoría de Cambio Radical.

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SEMANA: ¿No teme que el proyecto sufra cambios en un futuro y termine afectando la estructura de la JEP?

L.F.V.: Es un riesgo que no puedo negar, pero también creo que es bueno construir puentes. Hay ciudadanos muy respetables que critican con argumentos el acuerdo logrado, pero también hay barras bravas de la izquierda radical y la derecha sectaria que hoy piden que me conduzcan a la hoguera por intentar ayudar a que Uribe, Petro, las Farc, Cepeda, Angélica, Roy, Lara, Iván Name, los liberales, los conservadores, MIRA, el gobierno y el Polo se sentarán a intentar un acuerdo... En ese acuerdo hay mucha desconfianza, pero estoy convencido íntimamente que sí debemos escucharnos y perder el miedo de mirar al otro como un contrario con el que se puede pactar y no un enemigo al que hay que acabar.