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Macondo en Washington

La sorprendente decisión del jurado que juzgó a 'Trinidad' tendrá impacto en el futuro de la extradición y de la ayuda de Estados Unidos en la guerra contra las Farc.

25 de noviembre de 2006

La inesperada nulidad del primer juicio que afrontó Ricardo Palmera en Washington tiene profundas repercusiones políticas. Más allá de si los fiscales logran su condena cuando el juicio se reabra, o que otro jurado lo declare culpable de tráfico de drogas ilícitas en mayo, 'Simón Trinidad' cosechó una victoria innegable.

Toda una paradoja. Logró en Estados Unidos, en su capital y pleno corazón del imperio que con tanta dedicación combaten las Farc, un resultado que jamás habría podido lograr con la justicia colombiana, donde lo aguardan varios procesos por delitos atroces. De paso, puso de presente las debilidades del proceso de extradición como mecanismo de cooperación judicial. Habría que ver, por ejemplo, si después de la decisión de este jurado de 12 civiles escogidos al azar, los futuros extraditados seguirán la tendencia de sus antecesores, que en gran mayoría se declararon culpables para negociar rebajas de penas y no tener que llegar a la etapa del juicio.

En el caso de 'Trinidad', además, su gesto de satisfacción al finalizar la última reunión del jurado tiene que ver con las menciones que se hicieron durante cinco semanas de largas audiencias a la discusión sobre el carácter político de las Farc y a la legitimidad de la intervención de Estados Unidos en el conflicto interno colombiano.

"El gobierno de Álvaro Uribe, propenso a extraditar peces medianos y ganar así simpatías del Departamento de Estado, también debe leer cuidadosamente este resultado", aseguró David Zapp, abogado experto en extradición, que siguió muy de cerca el caso. El juez Tomas Hogan en dos ocasiones había rechazado el deseo de los jurados, en su mayoría afroamericanos, de que se declarara un juicio inconcluso. En un ultimo esfuerzo les había recordado "que no son militantes de una causa sino jueces de un crimen contra intereses estadounidenses, responsables de llegar a una decisión después de una mirada cuidadosa a las evidencias presentadas".   

Los jurados hicieron la tarea. En una difícil deliberación de tres días, decidieron que entre las más de 50 fotografías, videos e intercepciones telefónicas que se presentaron en la fría sala 24, "no había una prueba contundente más allá de una duda lógica que permitiera un veredicto unánime". En resumen, nada de lo recogido por los fiscales en dos años de investigación logró vincular de forma directa al guerrillero con el secuestro de Marc

Goncalves, Thomas Howe y Keith Stansell, quienes realizaban trabajos antinarcóticos en Caquetá durante el año 2003.

Hasta casi el final del juicio las apuestas aseguraban que habría una condena. En los corredores se hablaba de los 30 años de cárcel que recibiría el acusado. Sin embargo, algunos de los propios testigos de la Fiscalía le dieron un giro al proceso. El equipo acusador se empecinó en ignorar que los detalles insólitos de los relatos escogidos no pasaron inadvertidos por los jurados, y abusó del impopular discurso de la "lucha contra el terrorismo", cuyo rechazo fue clave en la victoria de los demócratas en las elecciones legislativas que tuvieron lugar durante los días del juicio. 

Macondo se trasladó a Washington. Al mejor estilo del realismo mágico, un militar colombiano declaró que había encontrado, junto a las toallas de los norteamericanos, "faldas que Íngrid Betancourt lucía en la selva, marcadas con su nombre". Jamás aparecieron las fotos de las elegantes prendas. Una ex secuestrada colombiana aseguró que después de 17 años y en medio de una lluvia torrencial, reconoció la voz del guerrillero, su antiguo profesor, dando instrucciones por un radioteléfono. Según la testigo, en el instante en que habló 'Trinidad' "paró de llover". El pacto del subversivo con los dioses del agua también causó miradas entre el jurado y el público presente. 

El clímax macondiano se produjo cuando Mayerlis, una joven reinsertada que hoy goza de visa de residente y vivienda en Estados Unidos, pagada por el gobierno federal, declaró que a los 8 años fue la radioperadora del jefe subversivo. El abogado defensor le recordó que ella misma había reconocido que en ese entonces no sabía leer ni escribir. Puso en evidencia cada una de sus contradicciones hasta hacerla estallar en llanto.  

Finalmente, el periodista Jorge Enrique Botero literalmente se les coló a los fiscales. Aceptó la invitación para explicar su video, única prueba de supervivencia de los tres estadounidenses, y declarar contra el guerrillero. Pero una vez sentado en el estrado, desvirtuó la imagen que habían presentado los fiscales de una guerrilla convertida en un cartel narcoterrorista y le mostró una visión totalmente distinta a un jurado que sólo había escuchado hasta ese momento a militares y funcionarios de inteligencia. Fue el único de los 20 testigos que mencionó que las Farc tenían un origen político, habían gozado de estatus de beligerancia y habían hecho en el pasado liberación de secuestrados de forma unilateral. 

Mientras los fiscales le apostaron con audacia al "confunde y vencerás", los abogados insistieron ante el juez en que "este es un jurado inteligente y hay que hacerle honor a su decisión". Entre los 12 jurados había cuatro abogados. Sentir que los estaban engañando generó serias 'sospechas'. SEMANA supo que tres de ellos se opusieron de forma vehemente a un veredicto de culpabilidad y dos consideraron, incluso, la versión de la inocencia.

Los fiscales subestimaron la capacidad de 'Trinidad', que aceptó abiertamente estar de acuerdo con el "cobro de vacunas a grandes capitales" y el derribo de aviones estadounidenses ,"pues son un enemigo de las Farc como son mis camaradas para Estados Unidos". En una jugada maquiavélica, supo manejar a la perfección la imagen de un revolucionario con profundas convicciones. Después de casi 10 millones de dólares que costó este proceso, todo queda en punto cero. Y así pierda en el segundo tiempo, haber llegado hasta aquí es un resultado que posiblemente ni las propias Farc habían soñado.