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Mal parqueados

Una medida bien intencionada causó caos en las tarifas de los parqueaderos. La solución del problema no ocultó cierto grado de improvisación.

9 de enero de 2005

La semana pasada una fuerte controversia enfrentó a los dueños de los parqueaderos públicos de Bogotá, a las autoridades y a los dueños de los cerca de un millón de vehículos que circulan por la ciudad y que a diario usan este servicio. La entrada en vigencia del acuerdo 139 aprobado por el cabildo distrital y presentado por el concejal Hugo Patiño desmontó el cobro de las tarifas de los parqueaderos por horas o fracción para reemplazarlas con un cobro por cuartos de hora y desató una reacción reprochable de los dueños de los parqueaderos. De la noche a la mañana ellos aumentaron las tarifas hasta en un 60 por ciento. Parqueaderos como el Parking de la calle 85 con carrera 12, que cobraban 3.000 pesos por hora o fracción, establecieron su nueva tarifa en 1.000 pesos el cuarto de hora, lo que equivaldría a 4.000 pesos la hora (25 por ciento más). Los dueños de los parqueaderos justificaron el incremento argumentando que esta medida lesiona la rentabilidad de sus negocios. "La mayoría de los carros que estacionan en nuestros parqueaderos lo hacen por menos de una hora", dice Andrea Zapata, propietaria de dos parqueaderos en el sur. Sin embargo, la decisión del Concejo se tomó ante el constante reclamo de miles de usuarios que no entendían por qué tenían que pagar por un servicio no utilizado. Al igual que los reclamos que se presentaron contra las compañías de telefonía celular por el cobro de las llamadas por minutos y no por segundos, los usuarios de los parqueaderos se quejaban porque se veían obligados a pagar la totalidad de la tarifa de una hora solamente por haber estado estacionados unos minutos. Tras la especulativa reacción de los dueños de los parqueaderos, el alcalde Luis Eduardo Garzón promulgó el decreto 001, que estableció un incremento máximo del 5,5 por ciento, equivalente al índice de inflación para este año, acompañado de estrictos operativos de control que incluyeron cierres de más de 50 de estos establecimientos. Con esta presión, los gremios que agrupan a las 10 empresas más importantes de este sector acataron la medida y echaron reversa al injustificado incremento. Pero así como el alza de las tarifas es reprochable, también lo es un injusto parágrafo dentro de la norma expedida por el Concejo que excluye de la nueva metodología de cobro a aquellos parqueaderos pertenecientes al Distrito, lo que constituyó una competencia desleal entre los estacionamientos que son propiedad de toda la ciudad y aquellos que son de particulares. Aun cuando hay que destacar la reacción de las autoridades por defender el bien general, en el aire queda una sensación de improvisación en el manejo de este tema. "Lo primero que debió hacerse fue tramitar un plan maestro que determinara cuáles debían ser las zonas de estacionamientos aptas sobre vías vehiculares. Si uno regulariza este servicio, las tarifas estarán controladas", dice el concejal David Luna, uno de los principales críticos de la manera improvisada como se presentó la iniciativa de Patiño. El alcalde Garzón actuó con rapidez, se amarró los pantalones y dio las directrices para que los alcaldes locales respondieran a las denuncias de los bogotanos. Pero bien vale la pena que la Administración Distrital y el Concejo aprendan de esta lección. En aras de garantizar el bienestar ciudadano, la Alcaldía debe estudiar a profundidad las consecuencias de las iniciativas de los concejales antes de avalarlas porque en últimas, más vale prevenir que curar. Los sucesos de la semana pasada muestran la urgencia de sacar adelante el Plan Maestro de Estacionamientos, fracasado desde la alcaldía de Antanas Mockus. Sólo con este plan se podrá hacer sostenible el control a los más de 3.000 parqueaderos que funcionan en una ciudad donde ya prácticamente no es posible estacionar en un lugar diferente de los parqueaderos públicos.