MALA SEMANA PARA B.B.
El empantanamiento de la amnistía, el asesinato de Gloria Lara y el problema de las dietas crearon serias dificultades al gobierno
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La semana pasada se constituyó, sin duda alguna, en la más difícil que Belisario Betancur ha tenido que enfrentar desde su posesión. Después de tres meses de sucesivos "golpes" publicitarios que, día a día, consolidaban su prestigio ante la opinión pública, el presidente se vio sorprendido por las duras y súbitas realidades y frustraciones que entraña el ejercicio del poder. Y si se podía afirmar que la luna de miel del gobierno había durado hasta ese momento, no se puede desconocer que la semana que acaba de pasar, marca el princlpio del fin de la misma. Al término de la semana, solamente la visita de Reagan desviaba a la opinión pública del grave malestar que empezaba a aquejar a la nueva administración: las perspectlvas de paz estaban aún distantes, las relaciones entre el ejecutivo y el legislativo rayaban súbitamente en la hostilidad y el toque "mágico" que se le atribuía al primer mandatario, comenzaba a evaporarse.
Todo el proceso comenzó a cristalizarse con la aparición del cadáver de Gloria Lara. Hasta ese momento, el aparente fracaso de la amnistía por la negativa del M-19 de acogerse a ella, perjudicaba más la imagen de dicho movimiento que la del gobierno, que podía explotar la situación presentándose como la parte honesta de un negocio desbaratado por un socio oportunista. Así lo reflejó inicialmente la prensa, y el propio presidente parecía estar ajustando su innegable capacidad para el manejo de la opinión pública al nuevo rumbo de los acontecimientos.
Todo cambió el lunes antepasado. Ese día, el matutino de los Santos, en un despliegue calificado por muchos como sensacionalista, despertó a los colombianos con las macabras fotos del cadáver de Gloria Lara en primera página. Las espeluznantes fotografías enfrentaron a los colombianos a la cruda realidad de que, de no concretarse la amnistía, la violenvia podía intensificarse aún más.
En este ambiente fue criticado como fuera de contexto la celebración de un evento presidido por Betancur que, aun cuando programado con an terioridad, llevaba en forma inadecuada, para las nuevas circunstancias, el nombre de "Banquete de la paz", en el cual el presidente pronunció un discurso enérgico que si bien, dada la situación, era bastante oportuno, significó un viraje importante en la posición del gobierno, poniendo al descubierto que el mismo había sufrido un enorme revés. La bondad de la causa y la forma injusta como fue asaltado en su buena fe no podían minimizar d hecho. Por eso, en un tono que evocaba más el utilizado en la administración Turbay que el de los tres meses anteriores, declaró: "Tampoco permitiremos que se intente extender la zozobra con cualquier pretexto supuestamente político o abiertamente criminal... Sé que lo fundamental es combatir los agentes objetivos de la inseguridad, procurando dar a los colombianos las garantias mínimas...
Pero la clave para desarrollar esta tarea consiste en tener un Estado y especificamente que se haga respetar, que haga valer su calidad de protector de los ciudadanos que cumplen sus deberes y exigen sus derechos ".
Pero todo no paró ahí. El jueves pasado, el romance que había caracterizado las relaciones entre el ejecutivo y el legislativo estuvo al borde de una ruptura. Los parlamentarios, que se aprestaban a votar el aumento de sus dietas a 150 mil pesos, recibieron un baldado de agua fría: el presidente, invocando un tecnicismo juridico, objetaba el alza. Seguramente Betancur consideró que la objeción seria una medida popular e inclusive necesaria en relación con el problema de las centrales obreras. Además, lo que parece haber sucedido es que la opinión pública ya había aceptado la disminución de 200 a 150 mil pesos, como un hecho cumplido y la decisión de Belisario tuvo menos repercusiones que las que el gobierno probablemente esperaba.
No sucedió lo mismo en el Congreso. Parlamentarios de todos los sectores, que contaban ya con las nuevas primas para este fin de año, manifestaron su indignación en términos descomedidos sobre el presidente, no oidos antes. "Elpresidente, con su objeción ha colocado al Congreso en la picota del escarnio público", dijo el representante del nuevo liberalismo, Julio Bahamón. "Naturalmente se trata de un choque entre los dos poderes, pues no puede ser otra cosa el rechazo presidencial de una decisión del Congreso, adoptada por amplia mayoría", también recalcó Santofimio Botero. Inmediatamente procedieron a presentar un proyecto alterno de 149 mil pesos, obviando el impedimento juridico y, como para enviarle una señal al presidente de su nuevo estado de ánimo, la inmensa mayoría de la Cámara se abstuvo de asistir al Banquete de la paz. Alegando que era "un gasto inoficioso, en un momento inoportuno", muchos parlamentarios brillaron por su ausencia en la cena de la paz. El resultado de todo esto probablemente será que los ingresos de los parlamentarios acabarán siendo casi idénticos a los objetados, mientras que sus relaciones con el presidente serán sustancialmente diferentes.
Y si los resultados en política interna fueron desfavorables, Belisario Betancur tuvo el consuelo de que en política internacional seguia anotando puntos. La venida de Reagan le presentó una oportunidad en bandeja para proyectarse como un lider tercermundista independiente, lo cual, como era de esperarse, lo hizo con singular habilidad (ver articulo pág. 24). Había sido la peor semana de Belisario.