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Hay un porcentaje de vigencias futuras que se justifican porque son para grandes proyectos de infraestructura. Pero otros casos más parecen cheques posfechados que gira Uribe con cierto aliento político.

PRESUPUESTO

Maniatados

Cualquiera que sea el Presidente que llegue no va a tener mucho de dónde sacar para hacer inversiones. Álvaro Uribe está dejando amarrada buena parte del presupuesto de inversión de los próximos 15 años.

15 de mayo de 2010

El ex ministro de Hacienda Juan Camilo Restrepo suele decir con cierta sorna: "Siquiera no se aprobó la reelección, porque Uribe III no habría podido hacer mayor cosa". Y a renglón seguido explica por qué: "Es que Uribe II le deja las manos amarradas a su sucesor". Restrepo se refiere al elevado monto de las vigencias futuras que este gobierno está dejando comprometidas y que le recortan sustancialmente el margen de maniobra a los próximos.

Las vigencias futuras son la manera de decir que el presidente de turno puede destinar plata del presupuesto de la Nación de otros gobiernos para un proyecto determinado. Es decir, por ejemplo, que si el presidente Álvaro Uribe cumple lo que ha dicho, dejará desde ahora un documento oficial para que del presupuesto del país entre 2017 y 2025 se destinen cada año 250.000 millones de pesos para el metro de Bogotá.

En teoría eso no tiene nada de malo. Es necesario empeñar el presupuesto de años futuros para poder hacer inversiones estratégicas del país, como esa del metro o la de grandes autopistas. Que son proyectos de gran envergadura que no se resuelven en un solo cuatrienio.

Pero en la práctica, las vigencias futuras pueden provocar dos situaciones, por decir lo menos, polémicas. La primera es que el próximo presidente se queda corto de caja para llevar a cabo las prioridades de su gobierno, y se convierte prácticamente en un notario que busca cómo administrar el gasto ya ordenado por su antecesor.

¿De cuánto dinero se habla? En un estudio de Planeación Nacional, dado a conocer el viernes, se menciona la cifra de 26,4 billones de pesos de 2009 de vigencias futuras comprometidas entre 2011 y 2027 (incluidos poco más de 4 billones que ya fueron avalados por el Confis pero que aún no tienen documento Conpes). Eso quiere decir que del presupuesto de 2011, por ejemplo, ya están comprometidos 5 billones de pesos por vigencias futuras.

Eso es una buena tajada si se tiene en cuenta que el total del presupuesto de inversión del país para este año es de 25,3 billones de pesos. Y si bien los 30 billones de pesos no se descuentan de un solo tajo en un año sino que se difieren por varios, se limita mucho el margen de maniobra de un gobernante que ya tiene que utilizar buena parte de esa canasta de inversión para otros pagos ya fijos como Familias en Acción, los macroproyectos de vivienda, el aumento del subsidio de salud, entre otros.

La situación del bolsillo del país comienza a verse aún más complicada si se tiene en cuenta que el hueco fiscal de 2009, según se supo recientemente, llegó a 20,7 billones del gobierno nacional. A esto se le suma que no se puede contar con los al menos 3 billones de pesos que iban a entrar por la venta de Isagén, pues la administración Uribe decidió aplazar este proceso. Restrepo es enfático en decir: "No es que se esté cometiendo una irregularidad jurídica, pero sí parece haber una desmesura. Las vigencias futuras que ya había otorgado el gobierno a finales del año pasado copaban cerca del 80 por ciento de la proyección del presupuesto que va a tener Invías para la década venidera". Y el decano de Economía de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, va más allá: "Las vigencias futuras no van a llevar a la ruina al país. Pero es un tema más de democracia. Hasta qué punto el gobierno tiene derecho a dejarle las manos amarradas al próximo gobierno".

El segundo tema polémico es el tipo de proyectos a los que se les conceden esas vigencias futuras. Nadie discute que la Ruta del Sol, que tiene como siete billones de pesos en vigencias futuras, sea un proyecto estratégico, pero hay otros que dejan cierto sabor de compromiso político adquirido.

Hace menos de un mes, en medio del consejo comunal de Cúcuta, el presidente Uribe se refirió a los avances en una vía en Catatumbo y remató su mención diciendo: "Ojalá pueda haber vigencias futuras para seguir garantizando el avance de esa carretera tan importante". Esa frase quedó registrada en el acta del consejo comunal como una tarea para que el Ministerio de Transporte gestione vigencias futuras por 50.000 millones de pesos para los años 2011 y 2012. Lo mismo pasó en Ibagué, en marzo, cuando Uribe pidió reservar 60.000 millones de pesos de vigencias futuras para otra carretera; en febrero, en Riohacha, para una vía en una zona de desarrollo turístico, y en Ginebra (Valle), el año pasado, prometió vigencias futuras para la construcción del Parque de la Música.

Y así el Presidente está yendo de consejo en consejo, en unos sí y en otros no, prometiendo vigencias futuras y renovando las promesas ya hechas en años anteriores. En la revisión de tareas de los consejos comunales aparece que el pasado 20 de abril se reunió el Confis (Consejo Superior de Política Fiscal) y entre otras cosas aprobó vigencias futuras para una carretera en Putumayo de la que se habló en un consejo comunal de 2005.

A esta polémica sobre las vigencias futuras, los conocedores le suman otros dos detalles. Uno es que hay una ley que prohíbe a los gobiernos departamentales y locales comprometer vigencias futuras en el último año de mandato. Si bien la prohibición no existe para el gobierno nacional, no deja de llamar la atención que en el gobierno de Uribe se otorguen como se está haciendo en la recta final.

El otro punto es que tradicionalmente un Presidente solo podía otorgar vigencias futuras si el proyecto comenzaba en su periodo de gobierno, y debía poner de su presupuesto una cuota inicial de al menos 15 por ciento del costo total. Sin embargo, una ley de 2003 dijo que en ciertos casos, cuando se tratara de proyectos estratégicos para el país, se podría hacer una excepción y comprometer los recursos de presupuestos futuros sin cuota inicial del gobierno de turno.

Lo que ha ocurrido entonces es que el gobierno del presidente Uribe, para poder girar de la chequera de los próximos mandatarios sin sacar un peso de su bolsillo, ha decidido darles el título de "estratégicos" a proyectos que en otras circunstancias serían entendidos como una mera necesidad local, como por ejemplo, los sistemas de transporte masivo de Sincelejo, Montería y Valledupar. De tal suerte que mientras en otros años, el gobierno apenas si ha declarado como estratégico un proyecto, en los primeros cuatro meses de este año ya van siete estratégicos, y el año pasado bautizó así a 13.

La plana mayor del gobierno sale a defender el tema. "A mí me preguntan -dice Uribe- 'ah, Presidente, ¿pero es que ustedes se gastaron toda la plata en vigencias futuras'. La única manera de hacer grandes obras es hacerlas en varios años, trascienden el periodo de un gobierno, por eso hay que hacerlas con vigencias futuras".

El ministro Óscar Iván Zuluaga da detalles: "¿En qué se van a invertir las vigencias futuras? En 6.600 kilómetros de carreteras nuevos en toda la geografía nacional, entre 2011 hasta el 2026. Esos valen 16 billones de pesos. Y hay 4 billones adicionales que son los transportes masivos, empezando por el de Bogotá".

Y el director de Planeación, Esteban Piedrahíta, complementa diciendo que recibe las críticas con beneficio de inventario, porque no es extraño que un gobierno deje comprometidos recursos en vigencias futuras. Según él, las administraciones anteriores le dejaron de herencia al gobierno Uribe vigencias futuras que en plata de hoy equivalen a 19,5 billones de pesos. Cabe recordar que el propio Juan Camilo Restrepo, cuando asumió el gobierno de Pastrana, dijo a los cuatro vientos que el gobierno de Samper les había dejado la olla raspada y que habían vendido hasta la vajilla. Piedrahíta anota que a diferencia de las vigencias futuras de entonces, que se habían otorgado para saneamiento financiero, las de ahora -"en 95 por ciento de los casos"- son para infraestructura.

Nadie desconoce la importancia de las vigencias futuras. De hecho, como lo dice el DNP, se utilizan en los países más avanzados. Pero como dice Alejandro Gaviria, "el debate no es sobre la teoría (de la importancia de las vigencias futuras) sino cuál debe ser su uso y cuántas deben otorgarse. Deben otorgarse con moderación porque agravan un problema de nuestras finanzas públicas: el de las inflexibilidades presupuestales".

La pregunta que tal vez habría que responder es: ¿por qué Uribe se dedicó a hacer carreteritas y les deja los grandes proyectos a los Presidentes por venir?