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Los desmanes fueron evidentes en las calles del centro de Bogotá. | Foto: Diana Sánchez

PROTESTAS

Marchas terminan en caos en el centro de Bogotá

La movilización que había empezado de forma pacífica terminó en disturbios en la plaza de Bolívar.

29 de agosto de 2013

“¿Qué el tal paro no existe?” Esa era la principal consigna de Humberto González, campesino de la una de las veredas de Ciudad Bolívar (sur de Bogotá) que se había citado con cerca de medio centenar de campesinos del centro del país para movilizarse por la cerrera séptima.

Humberto y otros compañeros vestidos con ruana, sombrero y azadón levantado lideraron una movilización con pocos antecedentes y que fue secundada por sindicatos, educadores y estudiantes.

Ellos marcharon desde diferentes puntos de la ciudad y durante toda la mañana de este jueves 29 de agosto hicieron de la principal avenida del centro de la ciudad una marea multicolor en la que hubo un denominador común: la indignación contra el gobierno del presidente Juan Manuel Santos.

Los campesinos reclamaban políticas de subsidio al desarrollo agrario, acabar con la intermediación de sus productos, el cierre de las fronteras y el control a la importación de alimentos que por los tratados de libre comercio han afectado la producción agrícola del país.

La solidaridad con el paro agrario que ya completa 11 días fue evidente en las calles del centro de Bogotá. “El paro sí existe y llegó a Bogotá”, gritaban algunos manifestantes que en un gran número salieron a las calles vestidos con ruanas y sombreros y aprovecharon para hacer particulares reclamaciones. Las principales acabar con la política de libre comercio y el modelo económico neoliberal instrumentado en el país.

Todo se complicó


Marchas terminan en caos en el centro de Bogotá . Jóvenes y universitarios se manifestaron en apoyo al paro agrario que ya lleva 11 días.



Las manifestaciones empezaron con relativa calma. Antes del mediodía todo era colorido y fiesta. La plaza de Bolívar empezaba a albergar a los marchantes que antes de la 1 de la tarde habían llenado la plaza central de la ciudad.
Pero cuando las marchas de estudiantes arribaron al centro de la ciudad, la manifestación que había empezado de forma pacífica se convirtió en un auténtico caos.

El comercio se vio obligado a cerrar sus puertas, pues varias caravanas de estudiantes aprovecharon para atacar a los miembros de los escuadrones antidisturbios que estaban desplegados de forma estratégica por la carrera séptima.

Las primeras escaramuzas se dieron a la altura de la plazoleta de las Nieves. Los policías antimotines fueron blanco de ataques con pelotas de ping-pong rellenas con pintura, piedras y palos. Los policías respondieron con gases lacrimógenos que empezaron a dispersar las marchas.

Los disturbios no se detuvieron y continuaron enfrentamientos aislados en varias calles aledañas al centro histórico de la ciudad, pues los manifestantes buscaron refugio en el sector de La Candelaria. Más allá de los desórdenes, Bogotá vivió una jornada de movilización que reflejó una fuerte indignación de los sectores sociales frente al actual gobierno y la clase política tradicional.

Varios dirigentes políticos, principalmente de los sectores de oposición de izquierda, se sumaron a la marcha e hicieron su propia lectura de la movilización.

Iván Cepeda, representante a la Cámara por el Polo Democrático, consideró que lo vivido en Bogotá es el reflejo de que los sectores olvidados por el Estado están aprendiendo a protestar de forma prolongada y consideró que el paro agrario obliga al Gobierno a replantear sus políticas. “El Gobierno ya tiene que pensar si se sienta a dialogar y a encontrar soluciones para los sectores sociales que sólo han recibido olvido o asistencialismo. De lo contrario, estarán resignados a ver cómo esta manifestación va a crecer.

Julio Roberto Gómez, presidente de la Confederación General de Trabajadores (CGT), considera que el Gobierno tiene en sus manos una bomba de tiempo que en cualquier momento va a estallar “Se están acumulando las fuerzas sociales inconformes con el modelo económico que se ha impuesto en el país”.

El senador Jorge Robledo consideró que esta movilización es el prolegómeno de un movimiento nacional muy grande que se está levantando contra el libre comercio, lo que a su juicio debe obligar al Gobierno a renegociar los tratados de libre comercio o a declarar su derogatoria. Este movimiento social que se está levantando, dice el senador del Polo, se asemeja a las de las décadas del 60 y 70, con la diferencia de que no son luchas armadas.

El dirigente de oposición considera que el Gobierno les ha dado un pésimo manejo a las protestas sociales, pues ha respondido con desplantes e irrespeto. En su criterio debería anunciar un giro de 180 grados a su política económica. “Colombia está reclamando mayor impulso al agro y a la industria, no a la minería”.

Camilo Romero, senador del Polo, también hizo su lectura de la movilización que se tomó a Bogotá este 29 de agosto. Es la respuesta, dice, a la prepotencia del Gobierno y la clase política tradicional que ha sido despojada de la intermediación que los sectores sociales históricamente les ha encomendado. “El pueblo colombiano está inconforme y el país puede estar a las puertas de una revolución pacífica”.