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La Vicepresidenta ha recorrido el país con la idea de hacer pactos regionales sobre temas complejos como la lucha anticorrupción

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Marta Lucía, la vice bombero

En tres meses de gobierno, la vicepresidente ha ratificado que tiene vuelo propio y se ha dedicado a apagar incendios.

11 de noviembre de 2018

Hace una semana Marta Lucía Ramírez recibió una ovación de decenas de mujeres en la Cámara de los Comunes en Londres. Allí pronunció un emotivo discurso sobre el empoderamiento femenino al reivindicar su condición de primera mujer vicepresidenta de Colombia. Poco antes había publicado un trino con el mismo mensaje de fondo, pero había molestado a algunos grupos feministas. En él invitaba a las candidatas al reinado de Cartagena a valorar más la inteligencia que la belleza, frente a lo cual expertas en género argumentaron que la vice tenía que haber más bien descalificando el concurso.

Sea como fuere, el tema de las mujeres constituye una de las banderas prioritarias de Marta Lucía en su cargo. Junto con ese trabaja en cinco frentes: luchar contra la corrupción, impulsar el emprendimiento y la inclusión social, promover la cultura de la legalidad y aportar a una “paz verdadera”. A diferencia de los vicepresidentes anteriores, que se habían concentrado en temas puntuales como los derechos humanos (Gustavo Bell, Francisco Santos y Angelino Garzón), infraestructura (Germán Vargas) y Seguridad (Óscar Naranjo), Ramírez tiene un repertorio más diverso. Al igual que ocurre con la agenda presidencial, más que un tema bandera tiene varios que enmarca en los términos de legalidad, emprendimiento y equidad. Tener un repertorio tan amplio le ha permitido enfocarse en apagar incendios en materia política y de gobernabilidad regional. 

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Desde la perspectiva política, la vice ha asumido la voz del gobierno frente a varias situaciones incómodas. Ante el debate que generó el proyecto presentado por Asocapitales para alargar el periodo de los alcaldes, el senador Ernesto Macías planteó que era mejor extender el periodo presidencial para hacerlo coincidir con el de los mandatarios locales. Fue ella quien respondió de manera tajante contra ese planteamiento del presidente del Congreso. “Esa idea no es compartida por el gobierno y va en contra de la institucionalidad”, aseguró.

Tuvo otra expresión de independencia frente al Centro Democrático después del 7 de agosto, cuando se refirió a las críticas del uribismo a la consulta anticorrupción, pero, sobre todo, cuando la senadora Paloma Valencia y otros propusieron un referendo para derogar la JEP. “Una cosa es el gobierno y otra la bancada del Centro Democrático”, aclaró en una entrevista en El Espectador, al tiempo que recalcó que el actual es “un gobierno de coalición”.

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Pero también ha tenido que apagar incendios en las regiones. A finales de octubre viajó para revisar las implicaciones de los derrumbes de Barrancabermeja. Poco después se apersonó del monitoreo de las obras adelantadas para atender la emergencia de hace un año en Mocoa. Hizo un consejo de seguridad en Tumaco y propuso un pacto por la transparencia en Riohacha y otro en Cartagena, en donde ejerce el papel de veedora de la alcaldía provisional de Pedrito Pereira.

La vicepresidenta tiene vuelo propio. Dialoga con el presidente de forma permanente, pero ella define su propia agenda. Eso es entendible si se considera que la decisión de ser fórmula de Duque resultó del acuerdo político que llevó a la consulta de la derecha, en la que a ella le fue muy bien en votos.

Muchos analistas señalaron que ella le dio un gran empujón a Duque en la segunda vuelta. No en vano, su imagen como candidata ha sido favorable en las encuestas. En la de Gallup, realizada en agosto, tuvo una imagen negativa de 25 por ciento y una favorabilidad de 54, superior a la del presidente.

Ser considerada una vice que impulsó la votación presidencial también le sirvió a Marta Lucía para tener una incidencia burocrática importante. El consejero presidencial Víctor Muñoz (gobierno digital) y la ministra de Transporte, Ángela Ospina, son solo dos de los funcionarios que han hecho carrera a su lado.

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Después de tres meses, el gobierno de Iván Duque define estrategias y prioridades. Apuesta por cambiar el modelo de gobernabilidad, en lo que también cree la vicepresidenta. Hasta ahora ella tiene una voz que ha hablado duro y ha demostrado ser adicta al trabajo. Esas dos razones llevan a pensar en el mundo político que, a pesar de no tener una misión especializada, la primera mujer en ese cargo lo hará bien.