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El Congreso tiene una última oportunidad para cumplirle a la poblacion LGBTI, y no le puede seguir huyendo a esta responsabilidad. El matrimonio igualitario es un tema que ya está sobre la mesa a nivel mundial. Es un debate sobre equidad, igualdad de derechos y decencia de los sistemas poliíticos. | Foto: Carlos Julio Martínez

POLÍTICA

Matrimonio gay: la hora del sí

Pronto se vence el plazo para legislar sobre las uniones homosexuales. ¿Se aprobará el pedido de igualdad?

29 de marzo de 2013

A finales del año pasado, un hecho histórico pasó de agache. Por primera vez en la historia, y a pesar de la férrea oposición de los conservadores, un proyecto de ley que avala el matrimonio igualitario superó el primero de cuatro debates en el Congreso. Para volverse una realidad, el proyecto todavía debe superar tres batallas antes de junio de este año. En las próximas semanas estará en el orden del día en plenaria del Senado y si sobrevive, pasará a la Cámara de Representantes, donde los congresistas suelen ser más conservadores y reacios a este tipo de iniciativas. El debate, que seguramente se calentará, apenas comienza.


Este es el último cartucho que tiene el Congreso para cumplir con la obligación que le entregó la Corte Constitucional en 2011. En la histórica sentencia de la Alta Corte quedó claro que dos personas del mismo sexo conforman una familia, pero le dejaron la tarea al Legislativo de definir qué constituye un matrimonio y quiénes pueden acceder a ese vínculo. Dos años después, los congresistas no la han hecho. Si el Congreso no es capaz, las parejas homosexuales podrán ir ante los notarios para formalizar su vínculo desde junio 2013. 

La iniciativa liderada por el senador Armando Benedetti busca ampliar la definición de matrimonio contenida en la Constitución y el Código Civil. En vez de que “sea un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen…, el proyecto lo modificaría a un contrato “entre dos personas”. No obstante, la corta duración de este semestre legislativo, la oposición de la Iglesia, el tímido activismo de la población LGBTI, el silencio del gobierno y la prioridad de proyectos como la reforma a la salud conspiran contra su éxito. 

Al definir el matrimonio igualitario el Congreso tomaría una postura clara frente un tema de igualdad de derechos y de equidad. Para el abogado Gustavo Rincón Perfetti, experto en el tema, el Legislativo “tiene una oportunidad de oro para cumplir con una población históricamente excluida”. Hasta ahora, el Congreso le ha huido al debate y los avances logrados por los gais –el derecho a la herencia, a recibir la pensión del sobreviviente, a gozar de una unión civil con efectos patrimoniales y a conformar una familia– han sido gracias a sentencias de la Corte Constitucional, no por decisiones legislativas.

Por otro lado, si el Congreso legisla sobre qué significa el matrimonio, sería un avance en términos de la defensa del Estado secular y laico que creó la Constitución de 1991. Para Perfetti, “han prevalecido planteamientos de orden religioso sobre valores constitucionales siendo la Constitución política el único libro sagrado que nos cobija”. Para Benedetti, que se debatan estos temas es crucial pues “se sabe quién es quién en política. En España, Zapatero se diferenció por apoyar el matrimonio igualitario”. 

Cualquiera que sea el resultado del último envión a favor del matrimonio igualitario en el Congreso, lo cierto es que el debate ya está sobre la mesa. Y no solo en Colombia. En plena campaña de reelección, Barack Obama se mostró a favor del matrimonio igualitario y hace poco Hillary Clinton dio su apoyo a la causa. En países como España, Canadá, Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Uruguay se han logrado importantes avances. 

Pero pase lo que pase en el Capitolio, esta discusión debe dejar más de una enseñanza. Primero, que el Congreso es el lugar donde se deben deliberar los temas de alto calibre para la sociedad. Por ningún motivo, los legisladores pueden huir de ellos. En segundo lugar, la democracia en Colombia tiene una oportunidad de ratificarse como un sistema que resguarda los derechos de las minorías. Tercero, tiene que quedar claro que este debate tiene que ser sobre la mesa, sin tabúes y con dignidad. Porque como dijo Zapatero cuando sancionó el matrimonio igualitario en España, no se trata de legislar en abstracto para gente extraña. En sus palabras, “estamos ampliando las oportunidades de felicidad para nuestros vecinos, compañeros de trabajo, amigos y familiares y a la vez estamos construyendo un país más decente”.