Testimonio
"Me escogieron porque tengo cara de pendejo"
Libardo Aldana, hombre clave en el contrabando de armas para las Farc, relató a SEMANA la historia del envío de los fusiles desde Jordania y sus contactos con el 'Negro Acacio'.
Encuentra aquí lo último en Semana
Atención: Estados Unidos anuncia ejercicios militares en Guyana tras tensiones con Venezuela
Urgente: Corte Suprema de Justicia no eligió fiscal general este jueves. La votación quedó aplazada para enero de 2024. ¿Qué pasó?
El presidente Petro se “desnudó” ante los colombianos con su “show” en Dubái y sabe que “hace el ridículo”
Su historia comenzo en Barranco Minas, una apartada población en el Guainía, en donde conoció a un general del Ejército peruano que no era general. Este lo contrató para transportar equipos de inteligencia que eran en realidad fusiles de asalto soviéticos. Estaba convencido de que era un negocio de gobierno a gobierno y resultó involucrado con los mayores traficantes de cocaína del Perú y con el mayor negociante de armas del mundo. Se despertó un día en Amman, capital de Jordania, una ciudad enclavada en el desierto, y después de vivir como todo un jeque árabe en una suite ahora se despierta en una pequeña celda del DAS en Bogotá, desde donde Libardo Aldana cuenta cómo se involucró en el negocio más grande de tráfico de armas que venían para las Farc.
Primer contacto
"En septiembre de 1998, dice, la aviación estaba en crisis y yo, como piloto que soy, no tenía trabajo. Un colega dueño de un avión DC-3 me incluyó en la tripulación y viajamos a Barranco Minas. Al llegar una persona en motocicleta me dijo que alguien me necesitaba. Era un señor bien vestido, el cual me dijo que necesitaba un piloto. El, muy sigiloso, me dijo que era un general del ejército peruano y que estaba en una misión secreta. Me contó que debido al conflicto con el Ecuador y las conversaciones de paz necesitaban unos equipos de inteligencia electrónica".
El elegante 'general' era un ex teniente peruano llamado Luis Frank Aybar Cancho, quien se dedicó, con su hermano José, al negocio de la cocaína y a manejar una empresa de fachada del servicio de inteligencia del asesor presidencial Vladimiro Montesinos.
La narración continúa: "Mi labor, si decidía aceptarla, era guiar al comandante del avión a una pista secreta, cerca a Iquitos, en el Perú. Por seguridad las coordenadas me serían dadas posteriormente. El gobierno peruano me pagaría muy bien y luego me buscarían empleo como piloto en su país".
Después de que Aldana y el 'general' Aybar ultimaran los detalles del pago y su misión, llegaron a un arreglo.
"El fax desde Amman no llegó a Colombia, por lo que tuve que viajar a Lima aproximadamente a finales de noviembre de 1998 y salir para Amsterdam, en donde me encontré con José Aybar y otro extranjero (ver recuadro). De allí volamos a Jordania, en donde ellos tenían muy buenos amigos en la corte del rey Hussein.
"Nos alojamos en un magnífico hotel, el Amra Forum. Permanecí 15 días encerrado hasta que José me advirtió que íbamos para un almuerzo, que no hablara absolutamente nada y que yo era un coronel del ejército peruano. Allí conocí a Manuel López, un ciudadano franco-español que le servía a José de traductor con una persona de unos 60 años, gordo, de bigote, que parecía ser el de mayor jerarquía en la negociación, de nombre Sarkis (ver recuadro). Me pareció muy inteligente y astuto".
Vuelos frustrados
El testimonio confirma el recibido por las autoridades en la última semana: "A mediados de diciembre me llevaron al aeropuerto internacional Alia, de Amman, en donde estaba siendo cargado un Boeing 707 de matrícula sudanesa y una tripulación sudanesa que llevaba vestimenta árabe. El piloto era un hombre muy moreno, casi negro, alto, de mirada penetrante y gesto adusto, a quien le pregunté en inglés si conocía las características de la pista. El me respondió que no y me preguntó que si era aeropuerto internacional con las ayudas reglamentarias. Por supuesto le contesté que no, que la pista no era pavimentada y que debíamos aterrizar a la medianoche.
"Al día siguiente fuimos a una base militar, en donde vimos unos fusiles y los miraron detenidamente. José me pasó uno y me dijo: ¿Qué le parece? Le pregunté: ¿Esa es la carga? Con una sonrisa me contestó, sí. Pero esa operación se canceló por la demora en los permisos aeronáuticos para el vuelo.
"Se intentó un nuevo vuelo a mediados de enero de 1999 en un Boeing 707 de matrícula rumana, tripulación rumana, pero esta vez el piloto era norteamericano, de unos 55 años de edad, cabello castaño oscuro y muy alto. Me despedí de Sarkis y de José Aybar y salimos a las 4 de la tarde, hora de Amman. Prendí el GPS y comencé a observar la ruta. Amman-Líbano-Abeam Creta-Sicilia-Barcelona y finalmente Islas Canarias, en donde aterrizamos a las 7 de la noche, y cuál no sería mi sorpresa al ver descender a toda la tripulación con maletines. No me gusta aterrizar a la medianoche, dijo el capitán. Prefiero dormir y llegar a Iquitos al mediodía. ¿A usted no le dijeron que esa no es la pista en la que vamos a aterrizar y que debemos hacerlo a medianoche?, le pregunté. No, no sabía. Entonces decidí abortar de nuevo el plan y regresamos a Amman".
Plan de fuga
"Sarkis y su séquito me estaban esperando en el aeropuerto y me llevaron a otro hotel, el Holiday Center, en donde me dejaron solo en una suite, me quitaron el teléfono y me dieron la orden de no salir de la habitación para nada. Como a los 10 días llegaron de Lima José Aybar y Manuel López y otros dos peruanos de apellidos Shappiama y Mesa, retirados del ejército peruano y paracaidistas experimentados. Yo estaba con ganas de salir huyendo. ¿Pero cómo? ¿A dónde? Estaba en un país extraño, árabe, con gente extraña por todas partes.
"En la tercera semana de febrero de 1999 se hizo un nuevo intento. La carga iba en un avión I-76 (Ilyushin 76), con piloto y tripulación rusa. En el aeropuerto tomé fotos con Shappiama y Mesa antes de despegar hacia Perú. La operación consistía en llevar armas a un punto determinado del Guainía o Vichada y lanzarlas en paracaídas.
"Esta vez la ruta fue: Amman-Mar Rojo-Alejandría-Abeam Sicilia-Argelia-Dakar-Trinidad y Tobago. En Argelia aterrizamos en un aeropuerto militar en mitad del desierto por combustible. Yo ya estaba planeando la manera de escaparme pero el capitán ruso dio la orden de que nadie podía abandonar el avión. En ese momento, corriendo todos los riesgos, me negué a llevarlos a Iquitos y ordené que debíamos regresar de inmediato a Jordania. Me hicieron firmar un papel, redactado en inglés, en el cual yo me hacía responsable por el regreso con la carga a Amman. Allí me estaba esperando un secretario de Sarkis, me pidió el radio y el GPS. Me entregó un pasaje con destino a Lima y me llevó hasta la puerta del avión. Dio vuelta sin despedirse y yo regresé con cinco dólares en el bolsillo".
La parte más interesante del relato comienza cuando aparece el 'Negro Acacio', el comandante de las Farc que ha sido solicitado en extradición por Estados Unidos. Aldana sigue su narración:
"Llegué a Bogotá con 15 dólares en el bolsillo y me fui para Villavicencio para descansar un poco de la odisea sufrida. En esos días me llamaron a la casa y me dijeron que fuera a Barranco Minas que los peruanos me iban a pagar los 12.000 dólares que me debían de mi estadía cuatro meses en Amman.
"Al llegar un muchacho de la población, con ropas de paisano, estaba esperándome. Me hizo subir a una lancha y navegamos tres horas hasta un sitio del río Uvá, en el Vichada. No estaba Luis Aybar. Quien me esperaba era el 'Negro Acacio', en un rancho abandonado, acompañado por 50 guerrilleros. Yo lo conocía desde 1991, pero no era famoso ni comandante de esa zona. Me preguntó, con una actitud indiferente y aparentando despreocupación, qué había pasado en Jordania. Yo le conté todo. El escuchó en silencio y al final dijo: Bueno, yo no voy a trabajar con ellos más. Mientras que espera su dinero quiero que me enseñe a manejar el GPS".
El GPS (Geographic Position System) es un sistema de navegación por satélite que tienen los aviones para colocar las coordenadas, el rumbo, la distancia y el tiempo. Con las coordenadas geográficas el GPS se utiliza en tierra para indicarle al avión en que posición estaban ellos.
"Acacio' me llevó a muchos sitios, sacaba el GPS, según él, para no perderse en la selva. Decidí pedirle papel y lápiz y le hice el manual de GPS. Creí que con eso me dejaría ir.
"Yo ya estaba desesperado. Me mantuvo cinco meses en la selva, en donde me dio tres veces paludismo. Yo le decía que solamente era encender el GPS con un botón y el aparato mismo automáticamente mostraba en el display las coordenadas del sitio donde estuviera. El miraba la pantalla y luego consultaba una libreta. Ahí fue cuando me di cuenta de que estaba corroborando las coordenadas geográficas de los sitios.
"Un día me dijo en tono muy serio: Libardo, tengo que hablar algo muy delicado con usted. O el GPS está dañado o usted está diciendo mentiras. Mi sorpresa fue total. ¿Por qué dice eso?, le respondí. Porque antenoche debió llegar una carga y no la encontramos, dijo 'Acacio'.
"¡Caramba!, la famosa operación cancelada, pensé.
"Sacó él mismo un GPS Garmin III y otro Garmin 35". (Garmin es la marca de los GPS. En el mercado cuestan unos 500 dólares).
"Los prendí y dieron las mismas coordenadas. Comenzamos a caminar y al poco tiempo encontraron unos paracaídas en un brazo del río Guaviare. Al levantar los paracaídas vieron las cajas y? ¡todos gritaron llenos de júbilo!
"Quería huir de allí. Desesperado, le pregunté a 'Acacio' qué más quería de mí y me dijo: Usted ya está quemado y lo mejor que puede hacer es quedarse con nosotros. A usted lo van a matar si regresa a Villavicencio. En agosto me dio dinero para el pasaje y gastos. Al llegar a Villavicencio mi madre se asustó del abrazo y beso tan grande que le di.
Detectives del DAS lo capturaron el pasado 17 de agosto al sur de Bogotá y lo señalan como el piloto de confianza de Tomás Medina, alias el 'Negro Acacio'. Tendrá que responder por los delitos de concierto para delinquir y tráfico ilegal de armas. Su testimonio está siendo analizado cuidadosamente por un fiscal para desentrañar la verdad.
"Yo sé que por un lado me otorgan virtudes de cerebro y por el otro de bruto por pensar o no saber que una operación de esas dimensiones, con monumentales engaños y mentiras, a la vista de todo el mundo, siempre deja rastros y es fácil de descubrir", concluye su relato.