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Medidas desesperadas

Empresarios, amas de casa y adolescentes han acudido al autosecuestro como un recurso para solucionar problemas o simplemente para llamar la atención.

13 de junio de 2004

Hernando Orozco salió de su casa en la mañana del pasado 8 de mayo. Le dijo a su esposa que iba a atender asuntos propios de su cargo como director de una ONG que entrega mercados a familias pobres en el sur de Bogotá. Ese día no regresó a su hogar.

Durante todo el domingo su familia y amigos lo buscaron infructuosamente en diferentes lugares. Al caer la noche la angustiada esposa recibió una aterradora llamada. Era su marido, Hernando, quien le dijo que había sido secuestrado por delincuentes que exigían 100 millones de pesos a cambio de su liberación. La noticia destrozó a la familia, que no dudó en acudir al Gaula de la Policía . Durante las siguientes dos semanas Orozco llamó seis veces a su esposa y le dijo que sus captores lo estaban presionando para saber cómo iba la consecución del dinero. Con lo que no contaba Orozco es que los hombres del Gaula estaban trabajando el caso. Los uniformados rastrearon las llamadas, de teléfono fijo y un celular, y descubrieron que se efectuaban desde una casa en un barrio en Sogamoso, Boyacá. El pasado 27 de mayo organizaron un operativo para capturar a los secuestradores. Cuando ingresaron a la vivienda en Sogamoso se llevaron la sorpresa de que Orozco estaba tranquilo acostado en una cama viendo televisión en compañía de una mujer. Al verse sorprendido, el hombre confesó a las autoridades que había planeado su propio secuestro porque estaba agobiado por las deudas y esperaba que su familia y amigos consiguieran el dinero que le permitiría salir de sus problemas económicos. Orozco fue detenido y la Fiscalía lo acusa como presunto responsable del delito de tentativa de extorsión.

Este no es el primer episodio en el que una persona finge estar secuestrada como una forma de solucionar sus problemas. Un dramático caso similar ocurrió el pasado 13 de mayo en Cúcuta. Ese día la Policía entró en máxima alerta cuando les informaron que ocho menores de edad que salían en un bus del colegio fueron supuestamente plagiados por desconocidos que les exigieron a varios padres de familia 200 millones de pesos por la liberación. Ese mismo día el Gaula resolvió el caso. El 'plagio' fue ideado por dos de los estudiantes que iban en el bus quienes, con escasos 14 años, contrataron a un celador para que les ayudara con el plan del 'secuestro'.

Aunque el autosecuestro no es una práctica muy frecuente en el país, lo cierto del caso es que ha empezado a preocupar a las autoridades. Una jovencita que llamó a su casa argumentó que estaba secuestrada para pedir dinero a sus padres por su 'rescate' con la intención de financiar una aventura amorosa con su novio. Un empresario paisa simuló ser plagiado por la guerrilla pretendiendo eludir deudas con bancos. Un esposo que descubrió que su mujer lo engañaba con otro hombre decidió que la mejor forma de hacerla sufrir era simulando su secuestro. Estos son tan sólo algunos de los casos que han sido descubiertos por la Policía. "El autosecuestro como tal no está tipificado en el Código Penal. Cuando hay exigencias económicas puede ser considerado como extorsión", dijo a SEMANA Carlos Londoño, uno de los abogados del Gaula de la Policía.

Para las familias de los supuestos plagiados descubrir la verdad generalmente es un golpe tan demoledor como el de un secuestro real. "El autosecuestro no se presenta porque sí", afirma la sicóloga Josefina Garcés Velasco, coordinadora del Centro Nacional de Atención a la Familia de Fondelibertad. "Quienes lo practican son personas insatisfechas con lo que tienen o hacen, y necesitan llamar la atención. En algunos casos la finalidad es generar compasión para ser valorados por su drama", concluye. Para las autoridades atender estos casos falsos implica un desgaste que les quita tiempo precioso para atender casos reales. "Lo que parecen estar demostrando estos casos es que la sociedad debe ajustar su legislación cuando se descubre que se están presentando este tipo de conductas", dice Londoño. Mas allá de adoptar medidas legales que penalicen el autosecuestro como tal se hace necesario reconocer que estos casos pueden ser el reflejo de una realidad social que comienza en las entrañas de la familia, a la que es necesario empezar a prestarle atención.