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MEDINA TIENE LA PALABRA

Mucho de lo que suceda de ahora en adelante dependerá de la declaración que haga a la Fiscalía el ex tesorero de la campaña de Ernesto Samper.

28 de agosto de 1995

A LAS CUATRO DE LA TARDE DEL MIERCOles 26 de julio, Santiago Medina salió de su residencia, en la carrera 8a con calle 88, en uno de los sectores más exclusivos de Bogotá, a cumplir una cita personal. Al abandonar su casa le dijo a sus empleados que si alguien lo buscaba le informaran que estaría de regreso en dos horas. Treinta minutos después una de las empleadas atendió un llamado a la puerta. Cuando abrió, su sorpresa fue mayúscula. Frente a ella se encontraban el director del Cuerpo Técnico de la Fiscalía -CTI-, Hernán Jiménez, y ocho de sus hombres. Jiménez sostenía en sus manos una orden de captura contra el dueño de casa.
De inmediato en la puerta se congregaron la empleada, el ama de llaves, la secretaria y el mensajero de Medina.
Uno de ellos le manifestó al director del CTI que el "doctor había salido con su conductor y un amigo a hacer una vuelta y que estaría de regreso hacia las seis y treinta de la tarde". Los hombres del CTI ingresaron a la residencia del ex tesorero de la campaña presidencial de Ernesto Samper y en una de las salas encontraron a Manuel Guillermo Pinzón, yerno de Gilberto Rodríguez Orejuela, y quien llevaba un rato esperando a Medina. Según le dijo Pinzón a los hombres del CTI, era amigo personal del dueño de casa y esperaba hacerle una visita de cortesìa.
Los minutos pasaban y Santiago Medina no aparecía. En varias oportunidades su secretaria personal trató de comunicarse con el teléfono celular de su jefe, pero nadie lo respondía. Hacia las seis de la tarde llegó a la residencia Ernesto Amézquita, quien desde hace algunas semanas asumió la defensa legal de Medina. Los agentes del CTI le informaron del operativo que estaban adelantando y le mostraron la orden de captura expedida por un fiscal sin rostro contra su cliente. Finalmente, y como había anunciado antes de salir de su casa, Medina regresó a las 6:45 de la tarde. En la puerta lo estaba esperando Jiménez, quien le pidió que lo acompañara porque a partir de ese momento estaba detenido.
La noticia desató una ola de extras en la radio y en la televisión. Al día siguiente los periódicos le dedicaron sus primeras planas y las agencias internacionales la repartieron por todo el mundo. No era para menos: se encontraba tras las rejas el hombre que había tenido a su cargo el manejo de las finanzas de la campaña del actual Presidente de la República, bajo la sindicación, entre otras, de haber permitido el ingreso a los fondos de esa campaña de dinero aportado por una empresa de papel del cartel de Cali.
El jueves en la noche, mientras el presidente Ernesto Samper volaba hacia Lima para asistir al inicio del segundo mandato consecutivo de su colega Alberto Fujimori, las dos cadenas nacionales de televisión presentaron una alocución suya de escasos seis minutos, grabada un par de horas antes, en la cual el primer mandatario asumía su posición frente a la detención de su ex tesorero de campaña. Marcada por frases cortas y leída en un tono vehemente, la alocución dejó para la historia una frase que resumía la posición de Samper frente al procesamiento de Medina: "De comprobarse cualquier filtración de dinero, en cualquier caso su ingreso se habría producido a mis espaldas".

COMEDIA DE ERRORES
Lo cierto es que los episodios de la semana pasada no hacen más que confirmar algo que desde hace meses se venía comentando con insistencia en distintos círculos: que el nombramiento de Santiago Medina como tesorero de la campaña de Ernesto Samper hizo parte de una verdadera comedia de equivocaciones, cuya cuenta de cobro le está apareciendo ahora al propio primer mandatario.
En enero de 1994, Medina llegó a la tesorería de la campaña como reemplazo de Mónica de Greiff, quien se había hecho cargo de esa tarea en un principio. La ex ministra De Greiff cumplía esas funciones pero conservaba su cargo de gerente de asuntos públicos en la multinacional Shell, algo que comenzó a generar inquietudes entre los demás directivos de la campaña. El entonces coordinador de la misma, Fernando Botero, era el más crítico de esta situación, pues consideraba que la ex ministra no se ocupaba adecuadamente de la tesorería por sus labores en la Shell. Botero convenció al candidato Samper de que era necesario nombrar a un tesorero de tiempo completo.
Pero éste no fue el único argumento para cambiar a la ex ministra.
Existía además, entre ella y Botero, una diferencia conceptual sobre el alcance de la financiación de la campaña. Mientras ella creía que la tesorería central debía limitarse a conseguir fondos para la campaña nacional, Botero y otros colaboradores de Samper pensaban que la tesorería central debía contribuir a financiar el proselitismo a nivel regional. Esta diferencia conceptual derivaba, obviamente, en una de cifras: mientras De Greiff había hecho un presupuesto de alrededor de 4.000 millones de pesos -por demás, lo que las normas electorales fijaban como tope- Botero y otros directivos pensaban que el presupuesto debía acercarse a los 10.000 millones. Al respecto vale la pena aclarar que los topes de financiación de las campañas son letra muerta, pues no son realistas, y tanto la campaña de Samper como la de Pastrana los violaron.
El hecho es que Samper terminó por darle la razón a Botero y la cúpula de la campaña empezó a buscarle reemplazo a la ex ministra. Surgió entonces el nombre de Santiago Medina, quien venía colaborando en la recolección de fondos y se había destacado como la persona que más recursos recogía. "Medina es impresionante, es el más eficiente, el que más dinero consigue" le dijo en aquellos días a SEMANA uno de los directivos de la campaña. Parecía el candidato óptimo para el cargo.
Sin embargo, cuando corrió el rumor de que Medina reemplazaría a la ex ministra De Greiff, algunas personas advirtieron a las directivas de la campaña sobre antecedentes de Medina que debían ser tenidos en cuenta. Altos funcionarios del gobierno de César Gaviria creyeron que era su deber contarles a los responsables de la campaña samperista que meses antes Medina había sido declarado insubsistente de su cargo de gerente de Ecosalud, la empresa que maneja los recursos de las loterías destinados al sector salud.
Pero eso no fue lo único que el gobierno le transmitió a la campaña samperista. Un alto funcionario de la Casa de Nariño para esa época, se comunicó con uno de los directivos de la campaña y le advirtió sobre antecedentes que tenían que ver con el papel jugado por Medina en la campaña liberal de 1990, que llevó a la Presidencia de la República a Gaviria. Medina, quien había sido gerente de la Fundación Nuevo Liberalismo -una de las que apoyaban las campañas de Luis Carlos Galán-, quiso seguir colaborando cuando Gaviria, tras el asesinato de Galán, asumió la candidatura.
En esa época Medina organizó un almuerzo al que invitó a ocho posibles donantes para la campaña de Gaviria. Según recuerda un ex ministro, que actuó como uno de los responsables de la financiación de dicha campaña, "de los ocho cheques que Medina nos entregó como resultado de ese acto, sólo cobramos uno y los otros siete no". Según explicó la misma fuente, la campaña de Gaviria sometía los cheques sobre cuyo origen no tenía certeza a una consulta ante los organismos de seguridad. "Y fueron los organismos de seguridad los que nos advirtieron que debíamos devolver siete de los cheques", agregó la fuente, que confirmó a SEMANA que cuatro años después, cuando Medina fue nombrado como tesorero de Samper, altos funcionarios de la administración Gaviria relataron esta historia a la cúpula de dicha campaña.

EN FIRME
Pero las advertencias de funcionarios del gobierno de Gaviria no impidieron que Medina fuera nombrado como tesorero de la campaña de Samper. Desde principios de enero de 1994 comenzó a actuar como tal, lo que implicó el retiro definitivo de Mónica de Greiff, quien permaneció varios meses más en su importante puesto en la Shell.
Una de las primeras decisiones que tomó fue aumentar el presupuesto de 4.000 a 10.000 millones de pesos. La segunda determinación fue lanzarse a conseguir esa cantidad. Y en verdad que lo hizo de modo eficiente. Aprovechando sus buenas maneras, su manejo de las relaciones públicas y su capacidad para organizar actos, Medina se convirtió muy pronto en uno de los ejes de la campaña. Con frecuencia, tanto Fernando Botero, quien era su superior inmediato, como el propio candidato Samper, lo felicitaban por sus ejecutorias.
Debido a lo reñido de la contienda por la Presidencia por la fuerza que había alcanzado Andrés Pastrana, las necesidades económicas iban en aumento. Al terminar la primera vuelta con un cuasi empate entre los dos candidatos, las directivas de la campaña samperista se pusieron una meta para la recta final: recaudar 5.000 millones de pesos más. Incluso, en medio de la premura con que había que actuar, llegó a darse en la campaña un debate sobre si ésta debía comenzar a aceptar contribuciones en efectivo, algo que en principio había sido rechazado por el propio candidato Samper y por su fiscal ético Jorge Valencia Jaramillo, así como por el empresario Pedro Gómez Barrero, miembro del comité financiero, quien siempre se opuso de manera categórica.
La realidad es que en medio del vértigo de las últimas semanas de campaña, los cuidados iniciales y las previsiones contenidas en el Código de Etica sobre la información que debía ser allegada y registrada para cada una de las contribuciones, se dejaron de lado. La presión de los jefes políticos regionales por más recursos era cada vez más fuerte. Para los directivos de la campaña en Bogotá era frecuente escuchar de labios de los dirigentes regionales expresiones como "esto se arregla es con plata" para significar que ante lo reñido de la elección, la financiación iba a pesar considerablemente. Fue en ese maratón de los días previos a la segunda vuelta de la elección presidencial que sucedió el caso del cheque de 40 millones de Agropecuaria La Estrella, que Medina endosó y envió a la campaña en Cali.
El hecho es que el sábado 18 de junio, víspera de la votación, y cuando se reunieron en casa de Medina varias personalidades, incluidos el propio candidato y directivos de la campaña, para ver el estreno de la selección colombiana en el mundial de fútbol ante Rumania, el tesorero comentó delante de los asistentes que la campaña había costado unos 15.000 millones de pesos en total. Al día siguiente, Samper ganó. Medina había cumplido su parte: nadie pudo negar en aquellos días que el tesorero había sido pieza clave del éxito.

HECHOS, NO PALABRAS
Pero el sabor del triunfo se vio pronto amargado por la revelación de los famosos narcocasetes, en los cuales entre otras cosas, Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela y Alberto Giraldo comentaban, en pleno debate electoral, detalles sobre posibles aportes del cartel a la campaña. En ellos, el nombre de Medina apareció en tres oportunidades. En las charlas en las cuales los Rodríguez y Giraldo trataban con cierta torpeza de manejar algunas claves para no identificar a las personas de que hablaban, quedaba en claro que habían conversado con Medina para el envío de un importante aporte para la campaña (ver recuadro).
En una de las conversaciones más explícitas, Giraldo le decía a Gilberto Rodríguez que se iba a reunir al día siguiente con Medina y le preguntaba si deseaba hablar con él. Rodríguez se mostraba interesado y acordaban que 'El Flaco' -una especie de secretario de Rodríguez gracias a cuyo seguimiento el jefe del cartel cayó este año en manos de la Policía- llamaría a un teléfono del Club Atedeum en Bogotá, donde almorzarían Giraldo y Medina para que Rodríguez hablara con éste último. El cruce de frases más revelador parecía darse cuando Giraldo le decía a Rodríguez, refiriéndose a la campaña de Samper, que "ellos están contando con esa plata hoy", y Rodríguez le respondía que "nosotros ya hemos mandado cuatro". Giraldo agregaba luego: "Ese Samper si está dando manifestaciones de ser buen amigo" y Rodríguez remataba: "Ojalá no se le dañe el corazón en el camino a ese h.p.".
El entonces presidente electo negó rotundamente las acusaciones, pero a partir de ese momento comenzó a sentir la presión de las autoridades norteamericanas para que su gobierno demostrara con hechos que no tenía contemplaciones con el cartel de Cali. Samper adquirió una serie de compromisos concretos en carta a algunos congresistas de Estados Unidos y por momentos, después de su posesión como primer mandatario, todo pareció indicar que las cosas habían quedado de ese tamaño.
Pero a fines de septiembre se produjeron las declaraciones del saliente jefe de la DEA en Colombia Joe Toft, que aseguraba que los aportes del cartel a la campaña sí se habían dado y que ascendían a "varios millones de dólares". El ambiente se caldeó aún más, en especial en Estados Unidos, cuando unas instrucciones del ministro de Defensa Fernando Botero para que el comandante de las Fuerzas Militares, general Camilo Zúñiga, cuestionara un allanamiento del Bloque de Búsqueda al Hotel Intercontinental de Cali en diciembre, mientras se celebraba la primera comunión de una hija de Miguel Rodríguez, fueron interpretadas por Washington como una virtual presentación de excusas del gobierno a los Rodríguez Orejuela.
El alcance del daño sufrido por las relaciones pudo medirse a fines de enero, cuando el embajador norteamericano en Colombia, Myles Frechette, dijo en un discurso ante empresarios en Washington que veía difícil que el gobierno colombiano fuera certificado por la administración Clinton en materia de lucha contra las drogas. La certificación, aunque condicionada, fue otorgada finalmente, pero en el interregno fue necesario un profundo cambio de actitud de las autoridades colombianas frente al asunto.
La primera señal de ese cambio se dio con el nombramiento a fines del 94 del general Rosso José Serrano -hombre de confianza de Washington- como director de la Policía. Los resultados de la gestión de este hombre condujeron después de marzo a una serie de golpes al cartel de Cali, entre ellos la captura de Gilberto Rodríguez, José Santacruz y Phanor Arizabaleta, y el sometimiento a la Justicia bajo presión de la Policía de Henry Loaiza 'El Alacrán' y Víctor Patiño. A partir de entonces, Samper como Presidente y Botero como ministro de Defensa podían argumentar, con toda la razón, que estaban respondiendo a las dudas que habían despertado los narcocasetes con hechos y no sólo con palabras. Era tan válido el argumento que el gobierno norteameriano pasó de la desconfianza al apoyo irrestricto, expresado la semana pasada por boca del propio vicepresidente Al Gore.

LOS ULTIMOS DIAS
Pero si bien los golpes al cartel le sirvieron a Samper y a Botero para recuperar la credibilidad en el gobierno colombiano en cuanto a su política antidrogas, no impidieron que, gracias a la información recogida en los allanamientos contra el propio cartel, se abriera en la Fiscalía un expediente sobre los vínculos financieros de las gentes de Cali con las campañas políticas del año pasado. Al mismo tiempo que los grandes capos eran capturados -o incluso cuando lograban huir- los agentes del Bloque de Búsqueda incautaban documentos sobre los manejos financieros del cartel, lo cual comprometía cada día más las campañas del año pasado en general y a Medina en particular.
El ex tesorero comenzó pronto a sentir la presión de las circunstancias. Surgieron toda clase de rumores sobre lo que él sabía y lo que contaría si era finalmente detenido. El propio Medina aseguró privadamente a algunos amigos suyos y a uno que otro periodista con quien conversó off the record, que poseía pruebas de que él no había sido el único responsable del manejo de esos recursos y que, por el contrario, había recibido claras instrucciones de sus superiores en la campaña. Nada de esto se publicó entonces, pues Medina nunca quiso hablar ante una grabadora. Pero los rumores se extendieron como reguero de pólvora. La propia Fiscalía conoció estas versiones, pero nada pudo hacer pues carecían de valor judicial.
Medina trató en varias ocasiones de pedirle ayuda al alto gobierno. Los mismos funcionarios con quienes alguna vez había discutido, en el segundo semestre del año pasado, la posibilidad de ser nombrado embajador ante un gobierno europeo -se habló entonces de Roma y de Atenas-, ahora poco le pasaban al teléfono. Durante la semana que antecedió a su crucial declaración ante la Fiscalía el 17 de julio, Medina y su abogado se reunieron en dos ocasiones con el ministro del Interior Horacio Serpa Uribe. SEMANA indagó con el Ministro sobre los asuntos tratados en dichos encuentros y éste respondió: "De la cuestión de la Fiscalía sólo hablamos tangencialmente".
Para ese momento Medina no sabía que en el cúmulo de información recogida en los allanamientos había aparecido el famoso cheque por 40 millones de pesos, a nombre suyo, que él endosó y envió a los coordinadores de la campaña en Cali. La forma como Jorge Herrera Barona, dirigente empresarial caleño que recibió ese cheque, contradijo las explicaciones que Medina dio a la Fiscalía sobre el manejo dado al documento, puso al ex tesorero de Samper tras las rejas.
La última conversación de Medina con un funcionario de la administración Samper antes de ser trasladado a la cárcel La Modelo se produjo el miércoles pasado, pocas horas después de su detención. El interlocutor fue el director del DAS Ramiro Bejarano, quien acababa de regresar intempestivamente de Cali al ser enterado de que la primera noche de detención de Medina sería en las instalaciones del organismo de seguridad a su cargo. Bejarano relató así a SEMANA el encuentro: "El pidió hablar conmigo. Y como no estaba incomunicado, conversamos unos dos o tres minutos. El me preguntó si yo creía que lo iban a soltar pronto y yo le respondí que pensaba que a uno no lo llaman a indagatoria con captura para soltarlo a las 72 horas. Yo sentí que él estaba tratando de insinuarme algo. Yo le contesté que si él era culpable, pasara lo que pasara iba a pagar una pena".
LO QUE VIENE
La detención de Santiago Medina tiene grandes y graves implicaciones. La primera es que, de ratificarse su procesamiento por parte de la Fiscalía, se confirmaría una evidencia judicial de que hubo dineros del cartel de Cali en la campaña del actual Presidente. La segunda, que incluso por encima de la vehemencia con que Samper negó el jueves en su discurso haber tenido conocimiento del asunto, la detención de su ex tesorero ha golpeado la imagen del primer mandatario, que justo esta semana cumple un primer año marcado por altos índices de popularidad.
Dos encuestas contratadas por SEMANA con Gallup Colombia, realizada la primera el martes, 24 horas antes de la detención de Medina, y la segunda el viernes, después dicha detención y tras el discurso del Presidente, demuestran que la imagen favorable del primer mandatario se mantiene: pasó de 63 por ciento a 56 por ciento, que sigue siendo una cifra muy positiva. Curiosamente, la cifra de desfavorabilidad también perdió unos puntos (pasó de 25 a 22 por ciento), mientras que la cifra de encuestados que no supieron qué opinar aumentó de 11 a 22 por ciento. De este último dato se puede concluir que se duplicó la cantidad de encuestados que no sabe qué decir sobre la imagen que tiene del primer mandatario, y esa duda es justamente la que parece indicar mejor lo que estaba sucediendo al final de la semana.
Todo esto no deja de ser un tanto injusto con el Presidente. Su mejor argumento, el que debería borrar todas esas dudas, no es otro que los golpes dados al cartel, con una rapidez y una contundencia sin antecedentes. Aunque parezca increíble, en estos momentos la opinión se enfrenta a dos evidencias que va la una en contravía de la otra: por un lado crece la opinión en el sentido de que sí hubo dineros del cartel de Cali en la campaña de Samper; y por el otro crece, y de qué manera, la opinión en el sentido de que nadie ha golpeado tanto y tan duramente a la cúpula del cartel de Cali como el propio Samper.
La aseveración del primer mandatario en el sentido de que si acaso hubo narcodineros en su campaña, él no se enteró, es bastante creíble. Entre otras, coincide con el hecho de que en los famosos narcocasetes, que duran horas y mencionan docenas de nombres, la única referencia a un posible conocimiento de Samper sobre el asunto de la contribución económica del cartel a su campaña está en una charla de Miguel Rodríguez con Alberto Giraldo, en la cual éste dice: "El número uno se reunió con Eduardo. Le dijo: 'Haga lo que sea, que yo no sepa, pero haga lo que sea'". Esta referencia de Giraldo puede ser cierta o no, pero en todo caso indica que Samper quiso mantenerse al margen de los asuntos financieros.
La opinión parece dividida al respecto. En una encuesta del Centro Nacional de Consultoría para CM& y El Espectador, a la pregunta "¿Cree usted al Presidente que si hubo dinero del narcotráfico en la campaña, fue a sus espaldas?" un 45 por ciento respondió que no le creía y un 41 por ciento que sí. En la encuesta de Gallup Colombia para SEMANA, dentro del 39 por ciento de personas que dijeron estar convencidas de que la campaña samperista recibió financiación del cartel de Cali, 18 por ciento dijo creer que el Presidente sabía y 15 por ciento que no sabía.
Justamente por esto es necesario que de aquí en adelante la Fiscalía, que ha venido realizando una labor sin precedentes en la recolección y análisis del material probatorio y en las indagatorias a los procesados, y también los organismos de inteligencia, trabajen sin descanso para que los colombianos sepan, lo antes posible, toda la verdad. A Colombia ya no le sirven verdades a medias. Ernesto Samper, que es quien más ha sufrido en su existencia cotidiana lo que él mismo llamó el jueves "este amargo capítulo de la vida nacional", es el primer interesado en que las investigaciones conduzcan al total esclarecimiento de los hechos.
Para que lo anterior se produzca es muy importante que Santiago Medina le diga de una vez por todas a la Fiscalía todo lo que sabe y, si es posible, aporte todos los documentos que conduzcan a definir cuál fue el alcance de la denunciada financiación del cartel a la campaña y quiénes supieron de ella. Medina tiene pues la palabra. Que hable con la verdad es absolutamente necesario para que Ernesto Samper siga gobernando en paz y Colombia pueda seguir adelante.

LA DECLARACION DEL CURA HOYOS
EL TEMA DE LOS NARCOCAsetes y de la financiación de la pasada campaña presidencial ha renacido una y otra vez. La última oportunidad en que salió a la luz pública fue el pasado 20 de junio, cuando el sacerdote Bernardo Hoyos le dijo a los medios de comunicación que había estado reunido con Miguel Rodríguez Orejuela y que había quedado "asqueado" con los papeles que Rodríguez le había mostrado y en los cuales quedaban claros los vínculos de algunos miembros de la clase política con el cartel de Cali.
Pocos días después el cura Hoyos rindió declaración ante la Fiscalía General de la Nación y su testimonio está relacionado tanto con el caso Medina como con el desarrollo futuro del proceso 8.000. Un abogado vinculado en la defensa de uno de los implicados en esta investigación jurídica le entregó a SEMANA una copia de la declaración del cura. Estos son los principales apartes.
FISCALIA: (...) ¿Puede indicarnos exactamente qué tiene que manifestar a la Fiscalía?
PADRE BERNARDO HOYOS: (...) Me dicen que quieren entregarse pero que necesitan que yo sea una garantía para que se respete el debido proceso, se les trate como gente, y yo les digo que no quiero hablar por teléfono de esos asuntos. (...) Por segunda vez hablo con el señor Presidente y me dice que venga para Bogotá. Eso fue el martes siguiente a la captura de Gilberto Rodríguez, martes 13 de junio. Del aeropuerto seguí a la Casa de Nariño a las siete de la noche, conversé con él, le dije que estaba preocupado porque ya eran muchas las llamadas, que se querían entregar a la justicia. El Presidente me dice que muy bien, que se entreguen, que él garantiza respeto y hablaría con el señor Fiscal para que también se respetara todo lo pertinente a la ley y me insinúa que hable con el doctor Bejarano del DAS. Lo llamé y me lo pasan al teléfono, nos pusimos de acuerdo de que nos encontraríamos a las siete de la mañana en el hotel Dann de la 19, donde yo estaba hospedado. En efecto, a las siete a.m. llega el doctor Bejarano y conversamos. Le dije lo que había dicho el señor Presidente, que se querían entregar.(...). El doctor Bejarano me dio algunas ideas para que negociaran con la Fiscalía y me dio varios teléfonos para que habláramos con seudónimos, el sería 'El Polaco' y yo 'Juan Pablo'. Yo no llamé más a Bejarano y recibí una llamada de los jefes de Cali y les dije, "yo voy mañana", eso fue el 14 de junio; les pregunté cómo llego allá y dónde es, me dijeron que "véngase a Pereira y allí lo esperarán" (...) Llegué a Pereira el día 15 y no había caminado ni 30 metros cuando un señor me abordó, me dijo "padre mucho gusto vengo a recogerlo". (...). Les insistí que yo estaba allí porque ellos me insistían en que se iban a entregar, que yo estaba lidiando mucho y que mi único interés era la vida y la paz del país. En este momento ellos me dicen que el señor Fiscal General había dado unas declaraciones, ese día creo, que les impedía entregarse, que sólo les ofrecía cárcel, show, confetis y vejámenes, y que no era justo que los tratarán así, que los trataran como delincuentes con champán. (...) En ese momento mandaron traer una grabadora y un casete y colocaron el casete en el cual se escuchan varias llamadas telefónicas de alguien que exige dinero porque están mal.
Necesitan urgentemente el dinero para solucionar unos problemas, sobre todo en algunas regiones del país, entonces la persona del otro lado del teléfono decía que ya había mandado 5.000 millones hacía cuatro días, que entonces tenía que esperar un poco, que estaban dispuestos a ayudar pero que tuvieran un poco de calma, el sentido de la conversación era eso. Entonces yo le dije al señor Miguel Rodríguez Orejuela que no vine a esto, apague eso que no soy Fiscal, sería bueno que se entregaran y que dijeran todo eso a la Fiscalía. En ese momento trajeron una gran cantidad de fotocopias de cheques de 500 millones, 200 millones, 300 millones, les dije no más, estoy asqueado (...).
FISCALIA: (...) ¿Cuál es la razón para que según sus propias expresiones se mostrara asqueado ante las evidencias mostradas por el señor Rodríguez ?
P.B.H.: Ellos me afirmaron que quienes ahora posan de honestos y de moralistas están en donde están gracias a su dinero; esa es la causa de mi repugnancia.
FISCALIA: Díganos qué persona concretamente le hizo tal afirmación y a quién o quienes se refería específicamente
P.B.H.: Tanto Miguel Rodríguez como Pacho Herrera se referían a los políticos en expresiones como esta: "En tiempos de campaña todos venían y recibían dinero" (...).
FISCALIA: En una de sus manifestaciones públicas habla usted de cuantiosas cífras giradas a diferentes personas (...) Usted estimó el monto total en cuantías cercanas a los 15.000 millones de pesos
P.B.H.: Esto de la cifra lo dijo Pacho Herrera, dijo que por lo menos 15.000 millones, refiriéndose a toda la plata que dieron (...).
FISCALIA: Durante la presente diligencia reitera usted que su interlocutor le dejó escuchar un casete en donde se hacía referencia a temas similares a los tratados durante la reunión. ¿Puede concretarle a la Fiscalía a qué hacían referencia las grabaciones y cuántas eran?
P.B.H.: Las grabaciones hacían referencia a dinero que se exigía y a dinero que se había entregado. Decían: necesitábamos urgentemente el dinero porque tenemos problemas en algunas regiones del país. El otro respondía que ya había mandado 5.000 millones y que tenía que esperar un poco para poder ayudar. Que sí iban a ayudar, pero que tenían que esperar a que consiguieran mas dinero
FISCALIA: En respuesta anterior asegura usted que una de las personas intervinientes en las conversación es era el señor Alberto Giraldo. ¿Puede distinguir quién o quiénes eran los interlocutores?
P.B.H.: Yo oí decir que uno de los interlocutores era Alberto Giraldo, supongo que el otro era Miguel Rodríguez (...)
FICALIA: Díganos padre, ¿qué seudónimos exactamente se utilizaban dentro del contexto de la conversación?
P.B.H.: Me acuerdo de uno que decía algo referente como el hombre de los cuadros o el señor de los cuadros me tiene loco, me está forzando mucho, decía uno de ellos. El que estaba hablando con Miguel decía eso, el señor de los cuadros me tiene loco. También hablaba de que el hijo del pintor también estaba insistiendo por plata. Es que el contexto de la conversación era ese, giraba en torno a la plata (...).

MEDINA EN LOS NARCOCASETES

SEGUNDA CONVERSACION DEL PRIMER NARCOCASETE

ALBERTO GIRALDO: ¿Cómo te va?
MIGUEL RODRIGUEZ OREJUELA: Pues bien, bien.
A.G.: Bueno, mira: el hombre está urgido de dinero
M.R.O.: ¿Quién?
A.G.: ¡Pues, el hombre!
M.R.O.: ¿Eduardo?
A.G.: Sí.
M.R.O.: Sí, nosotros ... ya él nos mandó un emisario.
A.G.: ¡Ah! ¡Bueno!
M.R.O.: Sí, sí.
A.G.: Pero, ¿es el mismo que yo conozco?
M.R.O.: Sí, sí, sí . .
A.G.: Pero es que hay cositas ahí medio jodidas.
M.R.O.: ¡Ah!
A.G.: Porque, porque, pues quieren, quieren todo, todo, todo, todo, todo, todo
M.R.O.: ¿Cómo así?
A.G.: A ver
M.R.O.: A ver.
A.G.: El, él
M.R.O.: ¿A dónde estás?
A.G.: Yo estoy en un teléfono muy seguro
M.R.O.: Bueno
A.G.: Es Eduardo
M.R.O.: Eduardo
A.G.: ¿Es el mensajero?
M.R.O.: No, no (...)
A.G.: Yo no entiendo eso

TERCERA CONVERSACION DEL PRIMER NARCOCASETE

(...) ALBERTO GIRALDO: Mira, otro tema es el siguiente, que es muy delicado hablé con Eduardo ayer
MIGUEL RODRIGUEZ OREJUELA: Sí.
A.G.: ¡De ustedes depende la presidencia!
M.R.O.: Pero, ¿dónde estás, hombre?
A.G.: En un teléfono bueno
M.R.O.: Bueno
A.G.: Y él me dijo que nos fuéramos mañana a hablar contigo
M.R.O.: Pero es que vos tenés que tenerlo informado a él. Pues, con mucha prudencia de que este otro señor vino: Santi, y estuvimos con él y qué estamos haciendo.
A.G.:Sí, yo le dije eso
M.R.O.: (...) ¿Eduardo qué será lo que dice? ¿Qué será lo que trata?
A.G.: Mira él habló con los dos, con los dos grandes. Con el número uno y con el que va a ser el número uno de los verdes y el tipo tiene pensado llegar a unos acuerdos contigo. Yo más o menos le conté lo que se había hablado y él me dijo "Mira, él me dio carta blanca para negociar". !Eso es verraco¡
M.R.O.: Vamos a ver, hermano, porque es que ellos se emocionan con muy poquito, loco (...).
A.G.: No, lo más curioso del mundo es que me llamaron a pedirme canoa en ese tema. Pero todo eso te lo cuento, te lo cuento mañana
M.R.O.: Pero, Alberto vos eres el que está dispuesto a eso en todo momento. Se ha tratado de buscar, de colaborar, tanto una persona como la otra tienen las posibilidades, son inteligentes.
A.G.: Eso, eso sí lo hablamos mañana
M.R.O.: Entonces son dignos. Entonces eso, eso aquí lo hablamos
A.G.: Pero mira el número uno se reunió con Eduardo. Le dijo: "Haga lo que sea, que yo no sepa, pero haga lo que sea".
M.R.0.: Sí, sí, sí. No, tranquilo que nosotros le explicamos personalmente eso.
A.G.: Pero es que yo voy mañana con Eduardo también pa'eso.
M.R.O.: No. Pues sí, vení, pero pues aquí hablamos. Hablemos y le decimos cómo son las cosas, pero no vas a comentar nada.
A.G.: Pero, esque también me está llamando el Medina.
M.R.O.: ¿Quién?
A.G..: ¿Medina