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Las ‘Memorias olvidadas’ de Pastrana

Estos son algunos apartes del explosivo libro que el expresidente presentó la semana pasada.

30 de noviembre de 2013

Gaviria sabía delos narcocasetes


El expresidente cuenta que días antes de la campaña se reunió con el entonces presidente César Gaviria y su ministro de Defensa Rafael Pardo para revelarles el contenido de los casetes que abrieron el 8.000.

Mirando en perspectiva, Gaviria me dijo a mí que el casete fue grabado por la Dijin o por la DEA y, efectivamente, lo grabó la Dijin… o ambas. ¿Por qué Gaviria me dijo eso? (…)

De pronto, Rafael Pardo me propuso “hacer un pacto de caballeros”. Fue, por lo que vi, el motivo de la reunión. Consistía en que nunca se revelara que yo le había entregado el casete al presidente Gaviria a través de él. Que si al presidente o a él les llegaban a preguntar por el casete, ellos dirían que su existencia no era cierta, lo desmentirían de plano.

–Si no hacemos el pacto– me dijo Pardo –vamos a poner el casete en conocimiento de la Fiscalía y seguro que el fiscal va a comenzar toda clase de investigaciones. (…)

–No estoy de acuerdo con ese pacto. Que investiguen. No hay ningún problema– le dije a Pardo antes de salir–. Mi posición es que se divulgue ese casete.

¿Mafia yo? 

Pastrana cuenta que Escobar se indignó cuando la prensa tituló que la ‘mafia’ lo tenía secuestrado. Agrega que le dio un kit de lujo para esos días.

“El Tiempo publicó en la primera página una noticia desplegada, arriba a cuatro columnas: ‘La mafia tiene a Andrés Pastrana’. Pablo Escobar se enfureció:

–¿Mafia? Mafia los periodistas, mafia los políticos, mafia la Policía, mafia el Ejército, mafia los empresarios…

Todos éramos mafiosos, menos ellos 

Las conversaciones para mi liberación se rompieron. Y yo, en mi cárcel encaletado, ahí; vestido con sudadera y calzado con tenis Reebok, que en esa época eran como hoy unos zapatos Ferragamo y un perfume Cartier. Esa es la dotación de secuestrado que me mandó Escobar, que también incluía chancletas Nike y cinco pares de interiores de Dior y Givenchy”.

“Dígale a Andrés Pastrana que lo mato porque lo mato”

Así se enteró el expresidente de que era un objetivo de Pablo Escobar.

“–Oiga Andrés, debo hablar urgentemente con usted– me dijo, en 1983, Carlos Romero, líder comunista y colega mío en el Concejo de Bogotá.

–¿Qué pasa Carlos?

–Ayer estuve en una fiesta en la que fue Pablo Escobar (–en ese momento era parlamentario–)…

–¿Cómo?– lo interrumpí.

–Sí, me encontré con Pablo Escobar en una fiesta y me pidió darle una razón: “Dígale a ese hp de Andrés Pastrana, que lo mato porque lo mato. Válgame lo que me valga, cuésteme lo que me cueste”.

“Ordené un operativo de rescate para Íngrid Betancourt”

Pastrana revela que planeó con el general Mora sacar militarmente de la selva a la candidata presidencial secuestrada.

“En el caso concreto de Íngrid Betancourt y las personas que permanecían secuestradas con ella (…) tuve la oportunidad de ordenar un completo operativo sobre la base de información planteada al más alto nivel del Estado por el comandante del Ejército, el general Jorge Enrique Mora.

(…) Entramos a una oficina, cerramos la puerta y sin preámbulos el general intervino:

–Señor presidente, durante un patrullaje, unidades del Ejército detectaron la ubicación precisa de un grupo de secuestrados en el que está Íngrid Betancourt. (…) ¡Presidente, estamos viendo a Íngrid!

(…) Tan pronto impartí la autorización a la operación militar que traería a la libertad a algunos de los secuestrados, la reunión se prolongó hasta bien entrada la noche.

(…) Todos nos fuimos a dormir esperanzados en tener pronto buenas noticias de los secuestrados, pero el tiempo comenzó a correr y, a pesar del seguimiento minucioso que le hice al tema, la operación de rescate jamás se llevó a cabo y el general Mora tampoco explicó nunca por qué no la hizo, a pesar de tener la autorización del presidente de la República, que era lo único que le hacía falta para ponerla en práctica. Hoy sigo esperando su respuesta”.

“No voy porque Pastrana es muy carismático”

Esta fue la explicación que le dieron a Pastrana de por qué Tirofijo le dejó la silla vacía.

“Años después, la última vez que estuve en Cuba, coincidí en La Habana con Tony López (representante del Partido Comunista en la embajada de Cuba en Colombia en los diálogos) y pude consultarle sobre la enigmática ausencia de Tirofijo. Yo siempre he creído que hubo algo extraño, muy distinto a las excusas inverosímiles de seguridad alegadas por Marulanda.

Esta es la conversación que López le contó a Pastrana.

“Mire, yo no voy a ir porque el presidente Pastrana es muy carismático y es un gran tipo. Si yo me subo a la tarima, él me va a saludar afectuosamente frente a las cámaras de televisión de todo el mundo y eso lo van a ver todas las Farc”.

“De eso se trata”, contesta Tony López.

“El presidente Pastrana, por su forma de ser, me va a saludar afectuosamente, muy decente, como es él y, entonces ¿cuál cree usted que será el mensaje de Andrés Pastrana saludando así a Manuel Marulanda?”.

“Dígame cuál”.

“El mensaje es que se hizo la paz y apenas estamos comenzando los diálogos. Las Farc van a creer que Pastrana y Tirofijo ya tienen un arreglo desde el comienzo y eso a mí me perjudica”.

“Señor Marulanda, acépteme este regalo”
 
Así fue que Tirofijo terminó en una foto con un reloj de la campaña de Pastrana que le aseguró la victoria.

–Señor Marulanda, acépteme este reloj de regalo. (…)

–No se lo acepto, gruñó Marulanda.

–Acéptemelo, señor Marulanda– insistió Víctor G. Ricardo (…). Este, créame, es el reloj que marca la hora de la paz. (…)

–Me voy, pero le quiero pedir que antes los tres nos tomemos una fotografía (…)

–¡Cómo se le ocurre tomarnos fotos! Ni más faltaba (…) protestó Jojoy.

–Venga, Mono, tomémonos la foto– indicó Tirofijo, cuyas órdenes nadie osaba contradecir (…) Víctor G. sacó el rollo de la cámara, lo guardó en el bolsillo del pantalón y se despidió.

En el camino de regreso, (…) el carro cayó como una roca entre el río y desapareció. Los ocupantes salieron a flote nadando. Víctor G. extrajo con tristeza de su bolsillo el rollo fotográfico: escurría agua de su interior como si fuera una botella. (…)

Decidimos buscar al mejor laboratorista de Bogotá para que rescatara cualquier imagen. El resultado fue que no se salvó una fotografía, sino todas”