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MESTRE A VER ...

A pesar de que su candidato a perdido posibilidades, el mestrismo todavía decide la designatura

10 de noviembre de 1986

Eduardo Mestre podía estar en la lona, pero todavía no estaba noqueado. Después de su llegada de Europa todo el mundo daba por liquidadas sus posibilidades de ser designado, menos los que decidían: lo parlamentarios. Existía un sentimiento de que las acusaciones contra él habían sido magnificadas por la prensa los enemigos de Mestre y los de Congreso, y que no sería un simple titular de prensa el que fuera a amedrentar de la noche a la mañana al bloque mayoritario del Congreso que había escogido hasta el momento al presidente de la Cámara y reelegido al contralor.

El miércoles 8 de octubre por la noche ese bloque puso en evidencia sus fuerzas. A un coctel en honor de Mestre que había sido organizado desde antes de que explotara el escándalo y que terminó convertido en un homenaje de desagravio, llegaron fielmente todas sus tropas de choque a expresar su solidaridad. Más de sesenta parlamentarios que habían desertado gradualmente de la plenaria al Club de Ejecutivos, dejando sin quórum al parlamentario Alvaro Leiva, reafirmaron su adhesión al nombre de Mestre. El personaje que más llamó la atención en el recinto fue Hernando Agudelo Villa.

El abanico de la Designatura había cambiado. Durán, injustamente, parecía haber quedado enterrado, como si el naufragio de Mestre alcanzara a hundirlo a él. A las precandidaturas existentes de Juan José Turbay, Palacio Rudas, Diego Uribe y Víctor Mosquera, se sumaban ahora, además, las de Agudelo, Germán Zea y Galán.

MORAL Y OPOSICION
A pesar de la solidaridad de sus colegas, la candidatura Mestre continuaba enfrentando enormes dificultades. Constituía un desafío para un sector importante de la opinión pública, y una oportunidad para hacer oposición o moralismo por parte de algunos sectores políticos. El moralismo lo hacían Galán y gran parte de la prensa. Y la oposición la hacia el Partido Conservador, que descalificaba a Mestre haciendo alusión a que el designado tenía que ser de conducta intachable. Una curiosa suma aritmética entre la moral y la oposición demostraba que Galán podría ser designado si votaban por él todo el Partido Conservador, el galanismo, la UP ocho oficialistas. Los ocho "volteables" no eran imposibles de obtener si se tomaban como antecedente las deserciones oficialistas en episodio como el de la Comisión Primera de la Cámara. Galán, prudente y diplomático, se limitaba a decir en privada que esperaba que las cosas no llegaran hasta ese punto, pero que si el candidato era Mestre, él estaría dispuesto a contemplar la posibilidad. Este despliegue de moralismo no deja de causar risa a algunos, que recordaban que Mestre había abandonado la "corrupción" de las toldas oficialistas en 1982, para pasarse a las filas de Galán.

Esta maniobra estaba discutiéndose por debajo de la mesa hasta que el miércoles el senador Alberto Santofimio la destapó en la radio. No sólo la destapó, sino que la descalificó, alegando que era inconstitucional, ya que el designado debe ser de la "mismafiliación política del Presidente".
Según él, el jefe del Nuevo Liberalismo, como disidente, no podía ser considerado de la misma filiación del Primer Mandatario.

SURGE AGUDELO
El debate jurídico al respecto estaba apenas comenzando cuando surgió la candidatura de Germán Zea. Como siempre, el veterano político liberal manifestó que estaba dispuesto a aceptar esta distinción, solamente si todos los grupos se ponían unánimemente de acuerdo. Pero esta posibilidad parecía por ahora relativamente remota.

Un nombre que cobraba inusitada fuerza era el de Agudelo. Esta radicaba en que se rumoraba que era el candidato de las huestes mestristas, y que estas, después de mostrar sus mayorías, estaban dispuestas, con el visto bueno de Mestre, a cambiar su nombre,por el de Agudelo para evitar una división del partido. Agudelo, aunqué no tiene acogida en las masas, es respetado en el Congreso, donde fue objeto de una ovación después de un keciente debate económico en favor del gobierno. Paradójicamente, sus tesis seudocepalistas no podían estar más distantes de la política económica de Barco, que es más bien de apertura. Sin embargo, políticamente está muy cercano al Presidente y cuenta con el apoyo del grupo Mestre-González, lo cual hace factible su tercería.

En contraste, otros nombres que también venían barajándose en las últimas horas, como el del presidente del Senado, Humberto Peláez, y el del ex procurador Carlos Jiménez Gómez, no eran objeto de mucho chance en las apuestas.

Hasta el cierre de esta edición, la situación seguían controlándola los mestristas. Se ingeniaron unas reglas de juego por medio de las cuales unos compromisarios, elegidos por cociente, serían los delegatarios ante el Presidente para resolver el impasse. Esto asegurabá que buena parte de tales delegatarios serían del bloque de Mestre dejándolos como mayoría e las fueRzas negociadoras. Al final de la semana, como caso insólito, a tres días de la elección del hombre que podría llegar a suceder al Presidente de la República, la realidad política era que la competencia estaba totalmente abierta, y que cualquiera podía ser el escogido. --