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El periodista británico Christopher Hitchens se robó el ‘show’ en el Hay Festival. Sus posiciones suelen contradecir e l pensamiento convencional

Entrevista

“Mi gran temor es ser aburrido”

Christopher Hitchens corroboró en el Hay Festival de Cartagena que es uno de los periodistas más controvertidos y polémicos del mundo. La segunda versión del evento fue un éxito.

27 de enero de 2007

"Soy el telonero del concierto de Bob Geldof". Lo dijo el jueves en la noche el periodista inglés Christopher Hitchens, uno de los autores más controvertidos del mundo anglosajón. Al fin y al cabo, no todos escriben libros contra Dios, la religión y la madre Teresa de Calcuta. Pero como todo depende del punto de vista desde donde se mire, también se podría decir que el concierto de Geldof fue el remate a la conversación que sostuvo Hitchens con la también periodista británica Rosie Boycott. El Hay Festival estaba lleno de estrellas y Hitchens se llevó el premio a la figura más polémica, provocadora y radical. Un periodista que ha hecho de sí mismo su propio personaje. Un gran seductor de públicos y un conversador maravilloso.

"No hice ningún esfuerzo para hacer de mí un personaje, pero ahora sé que lo soy. Cuando leo reseñas sobre mis textos me doy cuenta de que tienen una idea de mí como persona, pero no sé lo que piensan que soy. Me encantaría saber qué esperan de mí, qué hace que la gente en Cartagena quiera venir a conocerme y hablar conmigo. ¿Qué los mueve?", se preguntó durante una conversación que sostuvo con SEMANA el viernes en la mañana. La respuesta no es tan complicada. Sus posiciones son lo suficientemente fuertes como para llamar la atención de cualquiera. "Lo que pasa conmigo no tiene que ver con la manera como me visto". Una alusión a escritores como Truman Capote o Tom Wolfe. Lo único llamativo es una bandera kurda en la solapa de su chaqueta color crema. "Soy amante de la causa kurda. Si todos vamos a ser derrotados, es con esa gente que quiero ser derrotado".

Pero Hitchens nunca pasa inadvertido. Casi nadie tiene la capacidad de hacer reír, reflexionar y enfurecer a una persona en una misma conferencia. "Mi gran temor es ser aburrido", dice. Y tampoco son muchos los que tienen la oportunidad de conocer en profundidad la política norteamericana como la conoce él, que desde hace 25 años vive en Washington. Y mucho menos expresar sus opiniones en publicaciones tan diferentes como Vanity Fair, Nation Magazine, Slate, Granta…?

SEMANA: ¿Cuál es el ambiente en Washington?
CHRISTOPHER HITCHENS: La administración Bush está colapsando. No creo que la gente se esté dando cuenta de lo grave de la situación. Cuando los republicanos llegaron al poder en 2000, querían cortar impuestos, reducir el presupuesto, el número de empleados públicos y hacer tratados de libre comercio con países como Colombia. Pero todo se les ha venido abajo. El problema es si la gente cree en los demócratas: todavía tienen en la memoria la época en que ellos estuvieron en el poder.

SEMANA: ¿Cuál es su opinión de Bush?
C.H.: Es una persona muy limitada. Lo que lo hace interesante para mí, y que mucha gente no nota, es que su opinión sobre sí mismo no es mejor que la que la gran mayoría tiene sobre sí misma. Él no piensa que es un superdotado. La gente peligrosa es la que piensa que es talentosa cuando no lo es, como Bill Clinton. Tengo más respeto por Bush que por muchas de las personas que conozco, aunque es republicano y yo no.

Hitchens nunca contesta de un tirón. Lanza una idea y luego calla. Después de unos segundos, cuando ya ha construido mejor su pensamiento, complementa lo que dijo antes. "Bush es igual a sus discursos, que son patéticos y chistosos. Uno siente vergüenza por él. Pero también hay que decir que son muy fáciles de entender, dolorosamente honestos. Manejar a Bush es como manejar a un niño".

SEMANA: ¿Esos argumentos son suficientes para rescatar la imagen de Bush?
C.H.: Él no es deshonesto. No cambia su opinión por lo que piensa la opinión pública. Además, si la esposa lo escogió es porque debe tener algo especial. Ella es muy bella, muy inteligente, fuma y habla francés. Una vez viajó a Londres sola y Tony Blair la invitó a cenar a Downing Street. Tres días antes le preguntaron si quería que invitaran a alguien en especial y ella dijo que quería conocer a Ian McEwan y Tom Stoppard, que en mi opinión son las dos mejores personas que pudo escoger, no sólo por sus ideas, sino también por la conversación. Ambos son amigos míos y sé que pasaron un buen rato. Él tiene que tener algo y tengo que saber qué es.

Es Hitchens en todo su esplendor. El controvertido. El que pidió invadir Irak antes de que Bush supiera qué era Irak. El que sostiene que el peligro que representaba Saddam Hussein no se lo inventaron ni Bush ni Blair. Que se debía escoger: asumir las consecuencias de acabar con Hussein o tomar el riesgo de dejarlo y que luego pusiera una bomba en Nueva York. "El proyecto en Irak está siendo derrotado por los partidos de Dios, por el caos social, la corrupción y la incompetencia. Pero Irak estaría peor si no hubiera sucedido lo que pasó". Conoce como pocos la región. La ha cubierto por años como corresponsal de guerra.

Es un intelectual, aunque cree que esa figura se está extinguiendo. "La era del escritor de ficción se terminó también. Sólo tenemos la idea del novelista, pero ya no existen. Los novelistas de ahora son best sellers pero la literatura de novelas se terminó". Lo dice él, amigo de muchos de los mejores novelistas de habla inglesa como Martin Amis o Ian McEwan.

SEMANA: ¿Y cuál es el papel que debe desempeñar el periodista hoy?
C.H.: El mismo de siempre: sorprender a la gente, contarles lo que ellos no saben. Lo malo es que los medios tratan a la gente como si supieran muy poco y no los retan, piensan que si les cuentan algo complicado, no van a entender. Siempre hay que presionar al lector, hacer que se esfuerce, decirle lo que no sabe, hacer que piense en cosas que no había pensado anteriormente.

SEMANA: ¿Van a sobrevivir los periódicos y las revistas?
C.H.: Toda mi vida me han dicho que los periódicos van a morir. Hasta ahora creía que esto no iba a suceder, pero estoy empezando a cambiar de idea. Soy profesor en dos universidades en California y me he dado cuenta de que los jóvenes no leen los periódicos. Ya la gente no se suscribe a los periódicos. Tienen su conexión a Internet y hacen su mismo periódico con artículos que les interesan.

Pero al mismo tiempo Hitchens dice que no se puede imaginar un mundo sin periódicos. "Para mí seria un desastre, pero creo que para mucha gente no lo será. Lo que no creo es que se vayan a abolir los libros, estos permanecerán". Hitchens termina de beber un expreso doble y de comerse un banano. Ha sudado endemoniadamente y el calor lo tiene agotado. En principio podría parecer un hombre arrogante y pretencioso. No lo es. Por el contrario: su amabilidad es desbordante. A su alrededor se mueven decenas de escritores que caminan como hormigas por Cartagena. Ninguno tan radical y controvertido como Hitchens.