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El embajador saliente de Francia en Colombia Jean Michel Marlaud. | Foto: Juan Carlos Sierra

ENTREVISTA

"Mientras la guerrilla se comporte como terrorista no escucharemos su mensaje político, si es que lo tiene": Marlaud

A quince días de dejar la embajada de Francia en Colombia, Jean Michel Marlaud argumenta que la salida al conflicto colombiano pasa por varias decisiones de las Farc (como liberar secuestrados), hace un balance de su gestión y esboza cómo es el nuevo capítulo de las relaciones binacionales.

César Paredes, periodista de Semana.com
16 de septiembre de 2010

Después de tres años como embajador de Francia en Colombia, Jean Michel Marlaud vuelve a su país. Durante su gestión, Marlaud fue protagonista en los capítulos más importantes de de la historia reciente de las relaciones binacionales debido a varios hechos:

La liberación de Rodrigo Granda, en julio de 2007, que fue interpretada como un gesto del Gobierno de Álvaro Uribe para buscar las liberaciones de secuestrados por esa guerrilla y celebrada por Francia; la suspensión de la mediación de “los países amigos”, entre los que se contaba ese país, ante un eventual acercamiento entre el Gobierno y la guerrilla; y la Operación Jaque, en la que fue liberada la ex candidata presidencial franco-colombiana Íngrid Betancourt.

No obstante, la relación de los dos países no sólo ha sido importante a causa de la voluntad del país europeo de ayudar a resolver el conflicto colombiano. Francia es el país extranjero que da más empleo a los colombianos y el cuarto mayor inversionista en el país. Además, es el tercer destino de preferencia de los colombianos a la hora de salir del país, después de Estados Unidos y España.

A quince días de su viaje, Semana.com habló con Marlaud sobre la imagen de Colombia en Europa y la etapa venidera de las relaciones colombo-francesas y su importancia. El diplomático también reveló detalles de lo que fue su gestión en la época en que la agenda diplomática de los dos países estuvo dominada por el factor Íngrid Betancourt.

Semana.com: La senadora Piedad Córdoba dijo esta semana ante un grupo de eurodiputados que en Europa no saben lo que ocurre realmente en Colombia. Usted que conoce los dos escenarios, ¿qué opina de esa afirmación?

Jean Michel Marlaud
: La semana pasada recibimos una delegación del Grupo de Amistad Francia-Países Andinos del Senado. En el encuentro con unos empresarios franceses decían exactamente la misma cosa, que la imagen que hay de Colombia en Europa no corresponde a la realidad. No sé si lo decían justamente en el mismo sentido que lo decía la senadora Piedad Córdoba. La idea de los empresarios es que la realidad es mucho más positiva de lo que se percibe en Europa.

Semana.com: Creo que no es en el mismo sentido…

J.M.M.:
Por eso digo que no estoy seguro. Es verdad que en Europa o en Francia hay una imagen de Colombia que está ligada a problemas que hacen parte de la realidad, pero que no son toda la realidad: asuntos como el narcotráfico y el tema de las guerrillas. Se habla mucho menos de los logros económicos, o de la forma como Colombia trata de encontrar soluciones a sus problemas. Yo estoy de acuerdo que todavía hay mucho qué hacer para que los europeos o los franceses tengan una idea mucho más precisa de lo que pasa en Colombia.

Semana.com: La senadora instó a la comunidad europea a presionar al Gobierno colombiano para que busque el diálogo político con las guerrillas y resolver el conflicto. ¿Qué opinión le merece esa solicitud?

J.M.M.:
La posición de la Unión Europea es muy clara. Hace varios años que las guerrillas están en las listas de terroristas. Hemos dicho varias veces que si las guerrillas quieren salir de esas listas tienen que cambiar sus acciones. Hay varios hechos que explican su inclusión en la lista de terroristas: el reclutamiento forzado de niños y jóvenes, el uso de minas antipersonal, los ataques contra poblaciones civiles, el uso de armas prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario. Entonces, creo que la decisión depende de las guerrillas.

Semana.com: Un capítulo que fue bastante polémico durante su gestión fue la petición que hizo el gobierno francés de liberar a Rodrigo Granda conocido como ‘el Canciller de las Farc’. ¿Cuáles fueron las motivaciones del gobierno de Nicolás Sarkozy para tomar esa decisión en ese momento?

J.M.M.:
Hay que recordar que la iniciativa en realidad vino del presidente Uribe. Él tomó la decisión de liberar a cierto número de guerrilleros que estaban en las cárceles colombianas, y en ese momento Francia tenía la presidencia del G-8. En una charla telefónica el presidente Uribe le dijo al presidente Sarkozy que esperaba que incluyera en un comunicado del G-8 un saludo a la decisión de liberar unos guerrilleros presos, y que hiciera un llamado a las Farc para que liberara los secuestrados. El presidente Sarkozy explicó que no era una cosa tan sencilla porque nunca en el G-8 se había hablado del tema de Colombia. Y que para hacerlo, necesitábamos tener la seguridad de que el gesto del Gobierno colombiano era significativo.

Así fue como salió el nombre de Granda, porque dentro de los presos de las Farc, era uno de los más importantes. El presidente Uribe decidió que Granda fuera parte del grupo de las Farc que sería liberado. De parte nuestra, cumplimos con nuestra palabra. Por primera vez en el G-8 hubo un parágrafo sobre Colombia agradeciendo al presidente Uribe por su decisión unilateral de liberar guerrilleros presos y haciendo un llamado a la guerrilla para que liberara a los secuestrados.

Semana.com: Pero…

J.M.M.:
Hay que reconocer que fue un fracaso, primero porque Granda no aceptó jugar el papel de gestor de paz, que habíamos esperado. Durante un tiempo estuvimos a la espera de las Farc, después fueron asesinados los 11 diputados del Valle y entramos otra vez en este lío, y el gesto no tuvo respuesta de las Farc.

Semana.com: Ahora, ¿cuál es el compromiso del Gobierno francés con la paz de Colombia?

J.M.M.:
Hubo un momento en el que el Gobierno colombiano pidió a Francia, Suiza y España, jugar un papel en el problema de las Farc, hasta que el Gobierno colombiano dijo que ya no necesitaba más a los países mediadores. Nosotros no podemos imponernos y siempre habíamos trabajado a pedido de Colombia. Eso no significa que hayamos perdido el interés en la paz de Colombia.

Hemos recibido dos solicitudes. En octubre de 2008, la de recibir a Isaza, el guerrillero que huyó con Óscar Tulio Lizcano. La respuesta francesa fue positiva, lo digo porque no era una decisión fácil. Recibir a un guerrillero colombiano en Francia no es una decisión popular, porque no es que les guste recibir a miembros de organizaciones terroristas. Se hizo para demostrar nuestro compromiso con el tema de los secuestrados, aún cuando Íngrid ya estaba libre.

El otro pedido a Francia fue recibir a algunos de los ex secuestrados que estaban con Íngrid en la selva. El año pasado fueron cuatro que con becas pudieron estudiar en Francia, de ellos hay dos todavía. Eso demuestra que hemos continuado con este compromiso e interés.

Semana.com: ¿Cree que con el cambio de las circunstancias políticas hay posibilidad de un Acuerdo Humanitario o de un eventual proceso de paz en Colombia?

J.M.M.:
La verdad no tengo la respuesta. Creo que la respuesta está en manos de la guerrilla. Las Farc han emitido algunas ideas diciendo que están dispuestas a negociar, que quieren hablar con la Unasur. La respuesta del Gobierno colombiano ha sido que la llave no está en el fondo del mar, pero que se necesitan gestos concretos de la guerrilla.

Estamos en esto: ver si lo que dice la guerrilla es un gesto táctico, como los del pasado cuando se generaba una predisposición teórica a negociar con el Gobierno, acompañada de acciones militares más intensivas para tratar de demostrar que la política de Seguridad Democrática no es exitosa. Hasta el momento lo que hemos visto no es más que la réplica de lo que hemos visto en el pasado.

Semana.com: ¿Qué se necesita?

J.M.M.:
Que las Farc estén dispuestas. Si es así tienen que adoptar unos gestos concretos que permitan creer que es en serio. Eso pasa por acciones como liberar a los secuestrados de manera unilateral y sin condiciones, dejar de poner minas antipersonal. Es decir, por cambiar actitudes terroristas.

Actuar como movimiento terrorista no les da ninguna ventaja, al contrario, doce años de tener secuestrados les genera un costo muy alto. Yo no digo que no haya objetivos políticos en la guerrilla, pero mientras se comporte como movimiento terrorista no escucharemos el mensaje político, si es que lo hay.

Semana.com: ¿Cómo ha sido la relación de Francia y Colombia, después de la liberación de Íngrid?

J.M.M.:
A mi juicio hubo dos etapas importantes después de la liberación de Íngrid. La primera fue pasar la página de los años del secuestro de ella. Hubo momentos importantes como la visita de nuestro ministro de Defensa Hervé Morin, en agosto de 2008, que no estaba ligada con la liberación de Íngrid, pero nos permitió pasar la página. Morin condecoró al genera Fredy Padilla de León y al almirante René Moreno, con lo cual demostramos nuestro aprecio por la Operación Jaque. El otro momento importante fue cuando decidimos acoger a Isaza con lo que demostramos que nuestro interés por la paz de Colombia no desapareció con la liberación de Íngrid.

La segunda, fue comenzar de nuevo una agenda bastante ambiciosa en el tema bilateral. En febrero de 2009, tuvimos una reunión en París con los dos cancilleres y los ministros de Comercio e hicimos toda una hoja de ruta de lo que queríamos hacer en los próximos años en el campo económico, cultural, educativo, etc.

Semana.com: y con la llegada del Gobierno de Juan Manuel Santos…

J.M.M.:
Desde el momento de la elección del presidente Santos, hemos tenido un contacto político por mes. En julio, el presidente Santos fue recibido por el presidente Sarkozy en París. En agosto nuestro ministro de asuntos europeos vino a Colombia para estar en la posesión del presidente Santos, y se reunió con los ministros y con el propio Presidente. La semana pasada recibimos una delegación del senado francés. Arrancamos de manera bastante intensa. Hay un elemento que no es totalmente nuevo, pero sí un paso adelante, que es la voluntad el gobierno de Santos de tener una diplomacia más activa.

Semana.com: Mucho de lo que se habló en el pasado sobre las relaciones bilaterales tuvo que ver con el conflicto de Colombia. ¿Ahora cuáles son los temas de la agenda bilateral?

J.M.M.:
Hay al menos cuatro cosas en las que podemos trabajar de la mano con Colombia. El primero es el cambio climático. Entre Colombia y Francia hay posiciones bastante cercanas, no iguales, porque la situación de los dos países es distinta, pero hay comprensión. Colombia ha tenido un papel importante, y tiene que jugar un papel importante, por su biodiversidad y por la extensión de selva amazónica que tiene. En la próxima reunión en Cancún, en noviembre, vamos a ver cómo entre Colombia y Francia podemos acercar nuestras posiciones y hacer los intercambios.

En segundo lugar, Colombia es candidata a entrar en el Consejo de Naciones Unidas. Si sale elegida, va a ser un motivo para trabajar de manera conjunta sobre las grandes crisis del mundo, la oportunidad de compartir temas mucho más internacionales.

Santos, cuando estuvo en Francia, mencionó la intención de ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que es el club de los ricos. Sarkozy dijo que estaba dispuesto a apoyar la candidatura de Colombia. Ese es el tercer tema.

Y el cuarto es que Francia va a presidir el G-20. La posición de Francia es que no sólo quiere dialogar con los países del grupo, sino con otros países. Algunos de los temas prioritarios van a ser muy interesantes para Colombia. Por ejemplo el de la volatilidad de las monedas, porque la pregunta ahora es qué podemos hacer para evitar nuevas crisis y no sólo actuar en las crisis, o el de la estabilidad y la transparencia en el comercio de los productos agrícolas.

Semana.com: ¿Cuál es la importancia de Colombia y la región para los intereses de Francia?

J.M.M.:
Para nosotros, Colombia es nuestro primer superávit comercial en la región. Hemos superado el año pasado los 1.000 millones de euros entre Colombia y Francia. Pero más importante que los intercambios comerciales es la presencia de empresas francesas. Tenemos 120 empresas que han invertido en Colombia. Somos el cuarto país extranjero con mayor inversión en Colombia y el primer empleador extranjero. Esto demuestra que para la economía Francesa Colombia es un país muy importante.

Recibimos 2.400 estudiantes colombianos en Francia. En América Latina Colombia es el país que más estudiantes manda a Francia después de Brasil. Eso explica, en parte, la importancia de Colombia para Francia. Como no tenemos un problema, porque tenemos posiciones bastante parecidas, existe el peligro de considerar que nuestras relaciones van de manera natural y que no hay que hacer ningún esfuerzo. Tenemos que trabajar para que sean mejores.

Semana.com: A usted le tocó uno de los capítulos más importantes de la historia reciente de las relaciones entre los dos países, ¿cómo fue el tiempo que estuvo en Colombia?

J.M.M.:
Muy feliz en todo.

Semana.com: ¿De lo que aprendió en Colombia, qué es lo más importante?

J.M.M.:
Dos cosas: la primera es la capacidad de enfrentar los problemas y de imaginar soluciones.

Cuando tenemos una delegación siempre vamos a Medellín a visitar el Metrocable para que ellos entiendan cómo se utiliza el sistema para mejorar la situación de una comunidad que está ahora mejor conectada con la ciudad. Hay muchos ejemplos de cómo los colombianos buscan con imaginación superar los problemas.

La otra cosa es que los colombianos se toman siempre el tiempo para ver cómo están las relaciones humanas. Lo digo como parisino, porque en Paris no hay tiempo. Aquí se toman el tiempo para una sonrisa, una buena acogida y mantener una buena relación humana, y no sólo utilitaria.

Semana.com: ¿Cómo se siente de volver a su casa?

J.M.M.:
Por un lado me da tristeza dejar Colombia, pero por el otro estoy feliz de volver a París.

Semana.com: ¿Volvería, si pudiera, a ser otra vez embajador en Colombia?

J.M.M.:
Eso nunca pasa, pero, ¿por qué no? Lo cierto es que vuelvo a Francia, a la Cancillería, pero en tres o cuatro años voy hacia otro destino.