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“Gracias a la ley 1445 hay otros equipos en el mismo proceso de democratización”

EN PLATA BLANCA

“Millonarios le juega a la transparencia”

Felipe Gaitán, presidente del campeón capitalino, habla de cómo su club recobró la gloria deportiva.

María Jimena Duzán
21 de diciembre de 2012

MARÍA JIMENA DUZÁN: ¿Cuál es la fórmula para haber conseguido después de 24 años la estrella número 14 de Millonarios?

FELIPE GAITÁN:
Para responderle su pregunta, comenzaría por decirle que soy hincha de Millonarios desde los 7 años. En ese momento era el equipo con más estrellas y eso influyó en mi decisión. Nunca fui un hincha de los que iba religiosamente al estadio y la verdad es que con la falta de títulos como que le fui perdiendo interés al fútbol. Hice mi carrera en la empresa privada –estuve 15 años en Coca-Cola y luego fui vicepresidente para Latinoamérica de Varta por otros siete- y confieso que la primera vez que me llamaron de la compañía de cazatalentos que estaba buscando un presidente para Millonarios, les dije que no me interesaba.  

M.J.D.: ¿Por qué les dijo que no?

F.G.:
Porque no conocía el proceso que había tenido Millonarios y porque yo venía de la empresa privada y no veía que el fútbol fuera lo mío. Pero además confieso que había cierto estigma sobre el fútbol que me previno. Me volvieron a llamar y finalmente acepté ir a entrevistarme con un comité designado por la junta de Millonarios, integrado por Noemí Sanín, Álvaro Dávila Ladrón de Guevara y Juan Pablo Granada.

M.J.D.:¿ Y todos sus temores fueron disipándose?

F.G.:
Pues sí. Empecé a entender el proceso que se estaba dando en Millonarios y comencé a ver que había una oportunidad para desarrollar el fútbol como una empresa.

M.J.D.: ¿Y cuáles fueron los primeros cambios que hizo?

F.G.:
La apuesta consistía en convertir a Millonarios en un equipo igual a los grandes del mundo. Cuando yo entré Millonarios dependía casi en un 87 por ciento de la taquilla. Este año esa cifra se redujo al 50 por ciento porque ha crecido en otros ingresos que estaban dormidos. Los grandes equipos del mundo funcionan así: un tercio de sus ingresos proviene de la televisión, un tercio de taquilla y el otro tercio del mercadeo de la marca. Yo lo que hice fue reactivar esos otros ingresos diferentes a la taquilla.

M.J.D.: ¿Y cómo hicieron para que Millonarios empezara a ganar partidos?

F.G.:
Evidentemente sin buenos resultados deportivos esos nuevos ingresos no se podían disparar. Cuando entro, ya había empezado el campeonato. El primer semestre me lo pasé entendiendo la dinámica, y ya para el segundo tomé las primeras decisiones sustentadas en datos y en hechos que es como me gusta a mí hacer las cosas, -en el fútbol prima mucho la  intuición-. Trajimos a Hernán Torres e hicimos la contratación de los jugadores de manera muy profesional.    

M.J.D.: ¿Quiénes fueron los arquitectos de la recuperación económica de Millonarios?

F.G.:
Millonarios había entrado en Ley 550 y venía dando pérdidas todos los años; tenía pasivos por más de 20.000 millones de pesos y estaba al borde de la liquidación. En ese momento Álvaro Uribe llama a José Roberto Arango y le pone como tarea sacar a Millonarios adelante. La fórmula que encuentra José Roberto es la de vender la marca, la ficha y el pase de los jugadores en 24.000 millones de pesos. Para conseguir esos dineros encuentran un primer grupo de promotores, que eran como 17, y se procede a hacer la democratización del club consiguiendo más de 4.000 socios. El club se vuelve una sociedad anónima, se nombra una junta directiva de la que Noemí Sanín es nombrada como presidente.

M.J.D.:  Juan Carlos Ortiz, uno de los fundadores de InterBolsa con problemas en la Fiscalía, formó parte de los empresarios que pusieron su dinero para recuperar financieramente el equipo. ¿Cuántas acciones tiene?  

F.G.:
Tengo entendido que tiene el  4 por ciento. El socio que más tiene es Amber Capital, que entró hace poco y compró el 20 por ciento. Después está Asesorías e Inversiones, de Álvaro José Isaza que tiene el 8 por ciento.

M.J.D.: ¿El club no se vio afectado por el escándalo de InterBolsa?

F.G.:
Para nada. Es totalmente independiente. De hecho Millonarios está ahora muy sólido. El mejor resultado financiero que pueda tener un equipo de fútbol lo está dando Millonarios este año. Con todo y que veníamos perdiendo plata el primer semestre, porque nos fue mal. A  julio íbamos perdiendo 2.500 millones de pesos. El año pasado en ocho meses, facturamos  11.000 millones de pesos. Este año en 12 meses vamos a facturar más de 35.000 millones de pesos.

M.J.D.: ¿Sigue creyendo que la derrota de 8-0 contra el Real Madrid fue una aprendizaje?

F.G.:
Sí, eso fue un amistoso y un accidente. A nadie le gusta traerse un marcador de esos, pero creo que no nos mentalizamos. Fuimos a jugar un amistoso y los del Real Madrid estaban realmente peleando un torneo.

M.J.D.: ¿Ya quedó en el olvido su propuesta de devolver por lo menos dos estrellas debido a que estas habrían sido obtenidas cuando el fútbol estaba en manos de la mafia asesina?

F.G.:
Eso fue un planteamiento que estaba en borrador, que ni siquiera había sido debatido en junta y que tenía un contenido importante porque revivía un debate ético que sigo creyendo muy pertinente. Pero obviamente a nivel de la hinchada que luchó y padeció por esas estrellas era inaceptable. Por cuenta de ese episodio no pude entrar al estadio en dos fechas. Me iba al hotel a despedirme del profesor Hernán y me iba para mi finca a ver el partido. Después empecé a entrar al estadio con Policía; me demoraba cuatro segundos en bajarme de mi carro y entrar al VIP y me ganaba diez madrazos. En un momento llegué a preguntarme: ¿ En qué me metí? Había pancartas en el estadio que decían “Los títulos no se regalan, se ganan”. “Renuncie presidente HP”.  

M.J.D.: ¿O sea que ese planteamiento lo sacó de taquito de su discurso?

F.G.:
Es que el tema no es fácil. El orgullo más grande de Millonarios, sobre todo después de 24 años de no ver un titulo eran sus estrellas y yo lo dije abiertamente: a mí me contrataron para ganarme la 14 no para devolver dos y quedar en 11. Sin embargo, sí hubo una reunión con todas las barras acá en la sede y ellos me firmaron un documento en el que apoyan que el equipo sea manejado de una manera transparente para que nunca jamás vuelva a haber narcotráfico en el fútbol.

M.J.D.: Pero esos momentos aciagos pasaron. Un editorial de ‘El Tiempo’ dice que  con el triunfo de Millonarios el fútbol colombiano inicia una nueva era.

F.G.:
No me cabe la menor duda. Yo sí creo que Millonarios hoy la juega a la transparencia. Pagamos sobre la mesa y todo lo que estamos haciendo lo estamos haciendo con revisorías fiscales. Contratamos una firma que nos hace todo el tema de prevención de lavado de activos. Acabo de prestar dos jugadores con opción de compra a un equipo mexicano y le hicimos todo un estudio al equipo con la idea de blindar a Millonarios. Yo sí siento que se está dando un proceso diferente. Y no solo Millonarios. Gracias a la Ley 1445 hay otros  equipos en el mismo proceso de democratización. Eso es una buena noticia que puede contrarrestar cierto escepticismo. A mí más de un dirigente de fútbol me decía, mire, en el Cali en algún momento pusieron al presidente de Manuelita a presidir el equipo y el Cali tuvo su peor debacle.

M.J.D.: ¿Me equivoco o les está diciendo a sus críticos que los pifiados eran ellos y no usted?

F.G.:
Le voy a ser franco: sentí ese escepticismo frente a mis propuestas cuando entré a Millonarios. Y no solo en el gremio de los dirigentes de fútbol sino en el de los periodistas deportivos. Lo miran a uno como si le estuvieran diciendo: usted no sabe de fútbol  y como no sabe no venga a proponer cosas. Romper ese esquema era muy difícil. Yo veo el Campín como un sitio de entretenimiento y me pongo en la posición del hincha que va al Campín y me da rabia: no hay parqueaderos, te someten a una requisa criminal, la comida que venden es mala y les toca tomar gaseosa al clima ya que el hielo es un misil. Eso no puede ser. Por eso lanzamos el tema del blue parking. Ya no se parquea en el tierrero que es caro, sino que va al Centro de Alto Rendimiento donde  tenemos unos buses Pullman que dan la vuelta hasta el Campín.

M.J.D.: ¿Por qué no hubo boletas para la final?

F.G.:
Lo que pasa es que el Campín solo tiene cupo para 37.000 personas y la demanda era por 1 millón de boletas. Yo le di prelación a los abonados, como hacen los grandes equipos del mundo. Cuando llegamos a la final, de esas 37.000 sillas yo ya tenía vendidas 17.000 en abonos.  Lo que quedó claro es que los hinchas que quieran ir a los partidos tienen que abonarse. El verdadero hincha no es el que va a la final, sino el que va a todos los partidos de su equipo, así pierda o gane. Ese es el hincha que nos interesa.

M.J.D.: ¿Qué ha aprendido del mundo del fútbol?

F.G.:
A que el fútbol es por encima de todo una empresa. Hay periodistas que me critican por eso, pero que ahora después de que nos ganamos el título y tuvimos la mejor campaña de los últimos 25 años, me empiezan a dar la razón. Otra cosa que aprendí es que en Colombia todo el mundo opina de fútbol y que en el país hay 47 millones de técnicos. A mí me llegan cientos de cartas diciéndome cómo debo hacer la nómina y a quién se debe poner en la cancha. Y yo lo único que le digo a Hernán es hermano, ¡hágale que usted sabe lo que hace!.

M.J.D.: ¿El fútbol es como una religión?

F.G.:
El fútbol es un desfogue. Es una catarsis completa, una liberación del estrés del día a día. No hay nada más impredecible  que los hinchas. Luego del asunto de las estrellas, en el partido con Palmeiras en Brasil me chiflaron, pidieron mi renuncia y tres semanas después, por cuenta de un triunfo terminaron ovacionándome en el partido de Argentina. A mí nadie me va a quitar el hecho de que Millonarios haya quedado campeón, pero le digo una cosa:  Cheché Hernández puso de campeón al Junior hace un año y ahora está saliendo del equipo. César Pastrana puso de campeón al Santa Fe en el semestre anterior y ahora en este está golpeadísimo porque no clasificó. Eso es el fútbol.  Yo estoy bien ahorita, pero no sé si lo voy a estar en tres o en seis, porque hace tres me querían matar.