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MIS ADORABLES SOBRINOS

La crisis que atraviesa el país ha dividido también a la roca más sólida del periodismo colombiano: el diario 'El Tiempo.'

18 de septiembre de 1995

POCAS VECES EN LA HIStoria de Colombia la opinión se había polarizado tanto como en la actualidad. En cualquier reunión social se palpa una intensidad pocó común, en relación con la crisis del 'Medinagate'. Siempre hay presente alguien que cree que el Presidente es culpable de lo que se le acusa y alguien que piensa que es víctima de una injusticia. Igualmente hay ánimos encendidos alrededor de si debe renunciar o no Ernesto Samper y de si su hipotetica caída sería benéfica o perjudicial para el país.
Amistades de toda una vida se han resquebrajado por defender o por atacar al gobierno. Aun a nivel familiar se han presentado discusiones tan profundas que cualquier comida entre padres y hermanos termina convertida muchas veces en una batalla campal.
Una de las familias donde esto sucede es en en el clan de los Santos. Y no dejaría de ser un simple caso más, de no ser por la circunstancia del papel que juega el periódico El Tiempo en la vida nacional. La permanencia de Ernesto Samper en la Presidencia de la República depende en buena parte de la posición que asuma el diario de los Santos frente a la actual crisis.
Hasta ahora esa posición ha sido contradictoria. Básicamente ha consistido en apoyo editorial al gobierno y oposición a nivel de columnas. Esa ambivalencia ha sido espontánea y no pactada. No es más que un reflejo de la ambivalencia que reina en el país. Pero El Tiempo no solamente refleja opinión sino que también la crea. Por lo tanto, de la evolución que tengan las diferencias internas del periódico dependerá en buena parte la percepción que tenga la opinión pública con respecto al Presidente. Pocas veces dicho aspecto ha sido tan crucial como lo es en este momento.
Por todo lo anterior, es importante saber lo que está sucediendo al interior de El Tiempo. Todos los días, diferentes puntos de vista miden fuerzas permanentemente. Es un pulso entre dos brazos: uno que cree que si el gobierno se cae habría una crisis institucional y otro que cree que si no se cae habrá una crisis de valores. Que en el periódico del Partido Liberal y del establecimiento se haya llegado a semejante dilema ilustra más que cualquier cosa la gravedad de la coyuntura que el país está atravesando. ¿Quiénes son los protagonistas de este episodio? En primer lugar, se debe descontar a Juan Manuel Santos, el que más suena en la opinión pública pero el que menos pesa dentro del periódico. Desde que dio su salto a la política la única persona que polariza más la opinión de los Santos que el propio Ernesto Samper, es el ex designado de Gaviria. La opinión que pesa de verdad adentro es la del mayor accionista: el director Hernando Santos, quien como era de esperarse está en la trinchera al lado del gobierno. Santos y el industrial Julio Mario Santo Domingo son hoy por hoy los principales pilares del régimen, y en medio de la crisis han demostrado una lealtad a toda prueba.
En cuanto a su papel en el periódico, Hernando Santos considera que una cosa es ser columnista independiente y la otra ser director de El Tiempo. El a los 73 años, no cree que las cosas sean blancas o negras y considera que apreciaciones tan simplistas son un privilegio de los jóvenes. "Algunos de mis parientes creen que es una hazaña tumbar un gobierno. Yo creo que mucho más difícil y responsable es apoyarlo en épocas de dificultad. No es que los presidentes se lo agradezcan a uno mucho, pero a eso estamos acostumbrados y es un deber que 'El Tiempo' nunca ha eludido", sostiene.
En cuanto a la actual crisis, Hernando Santos cree que la campaña de Samper 'metió la pata' en materia de dineros calientes, pero más peso tiene ante sus ojos la liquidación del cartel de Cali por cuenta de este gobierno que cualquier otro episodio. Además de esto, considera que hay un salto al vacío al ponerse a cambiar presidente de la noche a la mañana. Afirma que en materia presidencial su filosofía es "más vale malo conocido que bueno por conocer".
Probablemente la mitad de los colombia no piensa lo mismo que don Hernando. Sin embargo, en el periódico es una voz aislada. Como él es el director, la suya es la línea editorial aunque él mismo reconoce que "las columnas pesan más que el editorial".
¿Cuáles son esas columnas? La más radical es la de su hijo Francisco, quien siempre ha tenido fama de frentero y de no tener pelos en la lengua. Dentro del periódico se dice mitad en chiste y mitad en serio que 'Pacho' quiere tumbar al Presidente. Este no lo reconoce así pero deja en claro que está en total desacuerdo con su padre. En primer lugar no considera que el país esté ante un simple escándalo de dineros calientes. "Dineros calientes ha habido siempre en las campañas políticas. porque siempre los narcos han metido goles. Pero lo que sucedió en esta campaña no tiene nada que ver con eso. Un cheque de 50 millones de pesos puede ser un gol. Pero 5.000 millones de pesos en efectivo no son un gol, son una alianza".
En cuanto al tema de la caída del gobierno, 'Pacho' es de la escuela Watergate. "No hay que tenerle miedo a estas cosas, las instituciones salen fortalecidas".
En medio de estas dos posiciones está la de Enrique Santos Calderón. El está de acuerdo con su primo 'Pacho' en que el 'Medinagate' es mucho más que un caso de narcofondos. Según él Colombia, que es un país de instituciones débiles y desprestigiadas, siempre había tenido como reserva la credibilidad de la Presidencia. La 'verdad', que debe ser un valor sagrado en el ejercicio del poder, ha desaparecido en esta crisis. "Estoy leyendo el libro 'The Final Days' sobre Watergate y lo que más me ha impresionado es ver como la mentira adquiere una dinámica incontenible en este tipo de situaciones Eso está sucediendo en Colombia en la actualidad", dice. Para el subdirector de El Tiempo, durante la campaña electoral tuvieron lugar hechos muy graves y se ha tenido que montar una gigantesca operación de encubrimiento para taparlos. Esta operación se ha convertido en un castillo de naipes, sostenido por una cantidad de personas, muchas de ellas honestas, que por lealtad han tenido que sumarse a la causa.
Enrique Santos Calderón reconoce, sin embargo, que los medios de comunicación como El Tiempo disponen de mucha más información que el ciudadano común pues, al fin y al cabo, llevan meses investigando y recibiendo información sobre la financiación de la campaña electoral. En el caso de El Tiempo esta información casi nunca se ha publicado, afirma, ya que el periódico no ha querido prejuzgar o incurrir en actos de sensacionalismo mientras no se demuestre que la información es verdadera, grave y pertinente, tres requisitos que no siempre se llenan. Pero el hecho de que la información no constituya prueba definitiva en términos jurídicos, no significa que no arroje luz sobre qué es verdad y qué es mentira. Por último, afirma que dejar este episodio a medias sería un acto de miopía política histórica que significaría, entre otras cosas, "que la guerra que libramos durante 10 años contra el narcotráfico con todos esos mártires, fue en vano".
Rafael Sanitos, por su parte, es un poco más moderado que su primo Enrique y su hermano Francisco. Considera que la función del periódico es ante todo informar y tratar de ser justo en el manejo de la información. Si ésta tumba a un gobierno, es otro asunto. Pero la meta, mientras no haya pruebas definitivas, debe ser 'educar' y no 'tumbar'. Subraya que si algún día hubiera pruebas de hechos graves El Tiempo será el primero en pedir la renuncia del Presidente. Pero cree que lo que no se puede hacer es prejuzgar sin pruebas. Por último queda Enrique Santos Castillo, el editor del diario. Normalmente debería estar alineado con su hermano en un bloque generacional contra sus hijos y sobrinos. En esta ocasión, sin embargo, está "neutral pero no indiferente", según sus propias palabras. Semejante actitud de un hombre vehemente y de convicciones firmes sorprende un poco. La explicación está en conflictos de lealtades encontradas. Santos tiene dos cultos en la vida: el del periodismo y el de la amistad. Nunca como ahora los había visto tan enfrentados. Aunque no ha sido 'samperista' políticamente, siempre lo ha sido en lo personal. Gloria Zea ha sido una de sus amigas de toda la vida y ha sido hincha de Fernando Botero Zea desde que era chiquito.
Simultáneamente con esto considera que el escándalo actual es la historia periodística de los últimos años. Como buen sabueso de la profesión, se apasiona con el tema. Sumido en este conflicto entre el corazón y la chiva, ha terminado jugando el papel de moderador. Su preocupación ha sido ante todo el equilibrio. Esto ha sido más bueno para el periodismo que para el sistema, que no ha contado en esta batalla con el más grande de sus generales.
Como se puede apreciar por las descripciones anteriores, nunca en el pasado las opiniones en El Tiempo habían estado tan atomizadas frente a una crisis seria como lo están hoy. El periódico se ha convertido en un microcosmos del país que atraviesa en la actualidad por un proceso de polarización y de confusión. Lo que es seguro es que esta situación no se prolongará indefinidamente y gradualmente se llegará a un mayor consenso. Lo que nadie sabe aún es ¿consenso alrededor de qué? ¿De respaldar a Ernesto Samper o de quitarle el apoyo? No es un imposible, en todo caso, que la respuesta a este interrogante dependa de los acuerdos a que lleguen Hernando, Enrique, Enriquito, Rafael y 'Pacho'.