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MISION IMPOSIBLE

Sólo un milagro lograría sacar las relaciones exteriores de Colombia de la sala de cuidados intensivos en que se encuentran.

2 de septiembre de 1996

La sensación que produjo entre los colombianos ver al presidente Ernesto Samper saludarse efusivamente con el presidente francés Jacques Chirac en el salón principal del Palacio del Elíseo, en París, fue la de un caluroso tête a tête entre dos jefes de Estado. Y así es como la Presidencia de la República de Colombia quería que se percibiera el viaje del primer mandatario a Francia. Sin embargo, detrás del protocolo, las sonrisas y los apretones de mano, la historia es otra.
Después de dos tormentosas semanas en las cuales, a pesar de las buenas intenciones de la nueva Canciller, Colombia vio endurecerse aún más la actitud de los socios que más le interesan, Estados Unidos y Venezuela, el gobierno colombiano necesitaba afanosamente encontrar un escenario internacional dónde demostrar que la suspensión de la visa norteamericana no le iba a impedir a Samper seguir ejerciendo como jefe de Estado ante los demás países. Para lograr su propósito, el gobierno aprovechó su condición de presidente de los No Alineados para buscar, sin necesidad de invitación, un encuentro con algún peso pesado. Francia era el candidato perfecto. Desde las épocas de De Gaulle, de quien Chirac es digno heredero, los franceses se han preciado de su independencia frente a Estados Unidos y en este momento están particularmente interesados en mostrar su rechazo a las medidas adoptadas por los norteamericanos contra empresarios europeos, por cuenta de la ley Helms-Burton que refuerza el embargo a Cuba. Es bien sabido además que el embajador francés en Colombia, André-Jean Libourel, es muy cercano al presidente Samper, a quien aprecia más allá del terreno diplomático, y que Francia, uno de los mayores productores de armas en el mundo, está interesada en ampliar su mercado en Colombia. Es por esto que no le fue difícil al gobierno colombiano lograr que Chirac, presidente del Grupo de los Siete, recibiera a Samper, presidente de los No Alineados, para lo que los mismos medios franceses insistieron en calificar como un 'encuentro Norte-Sur'.
A pesar de la controvertida firma de un convenio de cooperación para el suministro de material bélico (ver recuadro), no se puede decir que a Samper le haya ido mal en Francia. El Presidente pudo, como quería, decirles a los norteamericanos desde una tribuna internacional como el periódico Le Monde que"no dejaremos que Washington nos aisle del resto del mundo". Las fotos con Chirac y las imágenes que lo mostraron caminando al son de la Marsellesa frente al Elíseo le dan indiscutiblemente un poco de oxígeno. Pero una golondrina no hace verano. Como dijo el internacionalista Rafael Rivas Posada a SEMANA, "sin una oferta de contratos o un interés en mostrar independencia hacia Estados Unidos de por medio, son muy escasas las posibilidades que tiene Colombia de llegarle a Europa".
Además, el relativo éxito de la visita a Francia resulta totalmente simbólico frente al pésimo estado en que se encuentran las relaciones de Colombia con Estados Unidos y con Venezuela, que son los que realmente cuentan para la política exterior colombiana.
Sigue la presion
En el caso de Estados Unidos, Colombia es insignificante para ellos económica y políticamente. Prueba de ello es que del caso colombiano sólo se ocupan funcionarios de tercer rango como el subsecretario para Asuntos de Narcóticos, Robert Gelbard, a quien todos conocen en Colombia pero muy pocos dentro de la opinión norteamericana. Sin embargo, para los colombianos, Estados Unidos representa la relación más importante de su política exterior. Es el primer comprador de sus exportaciones y además en este momento es el amo indiscutible del mundo. A pesar de las buenas intenciones del viaje de la canciller María Emma Mejía a Washington, las relaciones con Estados Unidos no podían estar peores. No había pasado un día hábil cuando los legisladores norteamericanos ya se habían encargado de dejar en claro su reacción frente a la visita de la Canciller. La presentación de María como testigo en el Congreso (ver artículo anterior), la solicitud del senador Jesse Helms de suspenderle la visa estadounidense a 25 colombianos más y la del representante Tom Campbell de eliminar las preferencias arancelarias para las flores colombianas fueron motivos suficientes para demostrar que no disminuirán la presión sobre Colombia y que seguirán adelante en su empeño de aislarla internacionalmente, sin que sea muy claro hasta dónde llegarán. Por ahora, cualquier progreso de las relaciones en el corto plazo depende, tal y como lo dijo el vocero del Departamento de Estado, Nicholas Burns, "de hechos y no de palabras". Es decir de que Colombia logre la aprobación en el Congreso de los proyectos de endurecimiento de penas y confiscación de bienes a los narcotraficantes y de los progresos que consiga en la reimplantación de la extradición, materias en las cuales las probabilidades de éxito del gobierno son dudosas. En opinión del politólogo Andrés Franco, "vamos hacia una cubanización de las relaciones con Estados Unidos, intentarán aislarnos y cercarnos cada vez más, aunque esto no significa necesariamente que quieran que Samper se vaya. Perde11r a Samper es para ellos perder al presidente más obediente de América Latina".

Y VENEZUELA ?
El caso venezolano es muy distinto. Para ellos, Colombia es importante económica y políticamente, como lo es Venezuela para los colombianos. Pero la debilidad del gobierno Samper les ha puesto en bandeja de plata la oportunidad de fortalecer su posición frente a Colombia, con la cual mantienen no sólo un diferendo límítrofe sino además una eterna rivalidad. El viaje de la Canciller a Caracas la semana pasada les dio la oportunidad de mostrar los dientes en medio de amplias sonrisas y gran amabilidad. Mientras entre líneas los distintos medios competían en elogios para la nueva funcionaria, los titulares en primera plana anunciando que Caldera no recibiría a Samper dejaron en claro cuál es el tono en que Venezuela le está hablando a Colombia.
En opinión del ex embajador en Venezuela Francisco Posada de la Peña, la posición de Colombia se debilitó aún más con las inexplicables excusas que la Cancillería le presentó a Venezuela después de la publicación de un informe del consejero para la Seguridad Nacional en el cual se asegura que miembros corruptos de las Fuerzas Armadas de Venezuela le venden armas a la guerrilla colombiana, que las negociaciones sobre delimitación se encuentran estancadas y que los buques venezolanos transitan libremente por las áreas en disputa deteniendo pesqueros colombianos. "Colombia no tenía por qué pedir excusas. Todo lo que dice el informe es cierto", aseguró el ex embajador. "Pedir excusas debilita la capacidad negociadora de Colombia y deja sin piso las notas que se enviaron para protestar por la captura por parte de Venezuela de pesqueros colombianos en aguas territoriales nuestras, donde inexplicablemente Colombia ha dejado de patrullar desde la incursión de la corbeta Caldas".Para el ex embajador Héctor Charry Samper lo más grave de la fragilidad de la posición de Colombia frente a Venezuela, sin embargo, es el riesgo de que, como están las cosas, los venezolanos realicen actos de soberanía irreversibles en las zonas en litigio. Para Charry, "más peligroso que un tanque venezolano en La Guajira es una torre de exploración petrolera en el área en disputa". Frente a un panorama tan delicado, la canciller María Emma Mejía es poco lo que puede hacer. La debilidad de Colombia frente a los demás países radica ante todo en su propia fragilidad interna. En palabras del analista Hernando Gómez Buendía, "una posición sólida en el campo internacional requiere que un país reúna cuatro condiciones: poder, aliados, unidad interna y la razón. Y es evidente que Colombia no tiene ninguna de ellas."Con su vitalidad, su optimismo y la propiedad con que ha manejado las distintas situaciones, la Canciller ha demostrado que es la mejor embajadora itinerante que puede tener un país en problemas. Cuando todas las puertas están cerradas, caerle bien a los porteros es un buen principio, pero no es suficiente. Con las relaciones con Estados Unidos y Venezuela en un punto tan crítico es poco lo que pueden lograr los buenos oficios de la Canciller. Como dijo el politólogo Juan Tokatlián a SEMANA, "cada vez será más difícil que Samper sea recibido oficialmente y cada vez tendrá que hacer más viajes de carácter multilateral como el que hizo a Francia para demostrar que sigue activo internacionalmente. En esas condiciones, por mucho que viaje la Canciller no podrá compensar la falta real de una diplomacia presidencial, porque hoy en día son los presidentes los que se reúnen y deciden y los cancilleres simplemente quienes ejecutan".
La conexión francesa
quizá el primer sorprendido con el anuncio de la canciller María Emma Mejía sobre la firma de un convenio de cooperación militar entre Colombia y Francia fue el ministro de Defensa, Juan Carlos Esguerra, quien se encontraba en Washington.Esguerra quedó estupefacto cuando escuchó a la Ministra decir que el convenio implicaba el otorgamiento en condiciones preferenciales de un crédito por 200 millones de dólares para la compra de equipos para las Fuerzas Militares, entre ellos helicópteros, pues no sólo dentro de sus conversaciones en Estados Unidos había tratado también el tema de la compra de este tipo de aeronaves, sino que además desde tiempo atrás trabajaba en el perfeccionamiento de un acuerdo de cooperación técnica y científica entre Colombia y Francia, que no parecía ser el mismo. Es por esto que al Ministro le quedó la impresión de que los funcionarios que viajaron a París no leyeron bien el documento antes de darlo a conocer a la opinión pública.
El anuncio de la canciller en París también tomó por sorpresa a los militares, quienes por medio del comandante del Ejército, general Harold Bedoya, afirmaron que desconocían cualquier negociación con Francia para la compra de aeronaves. Las Fuerzas Militares tienen reservas para la adquisición de tecnología diferente a la estadounidense, que es la que han utilizado tradicionalmente, porque sería muy costoso introducirla en el país. Por eso Bedoya dijo que los helicópteros UH-60, fabricados en Estados Unidos habían demostrado ser muy eficientes para el control del orden público.
Aunque tal como está escrito, el convenio no obliga a Colombia a comprarle material bélico a Francia, sí coloca a esa potencia europea en una situación de privilegio, especialmente en este momento en el que el Ministerio de Defensa tiene abierta una solicitud de oferta para el suministro de helicópteros, repuestos y mantenimiento técnico con destino a las Fuerzas Militares, cuyo plazo se cierra el próximo 9 de agosto.Así, el convenio suscrito en París no sólo terminó generando serias diferencias entre el alto gobierno por la interpretación de sus alcances, sino que también dejó flotando en el ambiente un mal sabor sobre las verdaderas razones que tuvo Francia para recibir a Ernesto Samper.