Home

Nación

Artículo

MOÑONA DE SAMPER

La unidad investigativa de el "Tiempo" encabezada por Daniel Samper desató pánico financiero y evitó la poseción de los gobernadores en una semana

27 de septiembre de 1982

Aún para una persona como Daniel Samper, acostumbrada a que todos sus escritos causen algún impacto, la semana pasada fue verdaderamente excepcional.
El viernes 20, al finalizar la tarde Samper estaba nervioso. La publicación en primera página de "El Tiempo" de un artículo de la Unidad Investigativa sobre autopréstamos en el Banco del Estado en 1979 parecia haber desencadenado un pánico en el mundo financiero, similar al que se había registrado pocas semanas antes en relación con el Banco Nacional.
La denuncia de la Unidad Investigativa era extensa y pocas personas la llabían leído cuidadosamente. Pero el titular, "Pagarés ficticios y autopréstamos", a continuación de un antetítulo en que se leía "En el Banco del Estado", utilizaba la terminologia que se habia estado trajinando en el caso Correa y que aún producía y produce pánico en las filas de los cuentahabientes colombianos. En consecuencia, era fácil deducir que se trataba de asuntos similares. No lo eran. Pero la reacción del público si lo fue.
HUECO EN LA CUENTA Y ZANCADILLA EN LA GOBERNACION
No obstante la oportuna intervención del gobierno y la sustitución del presidente del banco, Jaime Mosquera, por el antiguo gerente de la Caja Agraria, Guillermo Alberto González, el Banco del Estado se encontraba el lunes con 4 mil millones de pesos menos en depósitos que la semana anterior. El respaldo que el Banco de la República está dispuesto a darle a la entidad para tranquilizar al país, no oculta, sin embargo, el hecho de que en el mundo de las finanzas, una vez que los depósitos han sido retirados, dificilmente regresan en la misma proporción.
De esta manera, Daniel Samper agregaba a su nómina de trofeos periodísticos, la casi quiebra de un banco, con el consecuente remezón del sistema financiero. La denuncia, según se supo, había ocasionado una junta extraordinaria en "El Tiempo". Hernando y Enrique Santos Castillo y Rafael Santos se reunieron para decidir si se publicaba o no. Confiaban en la veracidad de la investigación realizada por la Unidad, pero temían el escándalo en el mundo financiero.
Finalmente, después de haber oído a Daniel Samper, el número 1 de la Unidad y a Alberto Donadío, el número 2, decidieron apoyarlos y dar luz verde a la publicación.
El viernes siguiente, el mismo Samper que apenas ocho días antes sufría pensando que, por primera vez, quizá se le había ido la mano a la Unidad recibía docenas de telegramas y llamadas de toda Colombia felicitándolo, como a un héroe, por la divulgación de hechos que ponían en entredicho la posesión de dos gobernadores del nuevo gobierno.
El martes 24, 3 días después del lacónico comunicado de Monseñor Pimiento sobre el caso de la gobernadora de Caldas que invocaba su falta de competencia para reprobar nombramientos hechos por el poder temporal y que recogía velas poniendo punto final a la controversia por los nombramientos de gobernadores
Samper soltó otra bomba. En su columna "Reloj" exponía 6 razones por las cuales el recién nombrado gobernador del Cauca, Carlos Zambrano Ulloa, no debería posesionarse si el gobierno aspiraba a conservar su credibilidad en materia de ética. Las acusaciones más graves eran esencialmente tres: Zambrano estaba vinculado, en una u otra forma, al Banco del Estado durante el tiempo en que se cometieron las irregularidades denunciadas días antes por la Unidad; su nombre estaba incluido en el montaje ficticio que fue utilizado para desviar los 53 millones del auto-préstamo y aparecía como uno de los personajes cercanos al banco que recibían dineros de una empresa agropecuaria de Jaime Mosquera y que adquirían acciones del establecimiento, Zambrano al acudir al periódico "El Tiempo" en compañía de Jaime Mosquera, para que este último hiciera sus descargos, avalaba con su presencia lo que Samper denominó "las mentiras" de Mosquera. De estas razones, Samper deducía que, habida cuenta de que el gobernador del Cauca es, por estatutos, presidente de la junta del Banco del Estado, difícilmente podría adelantarse una investigación imparcial si uno de los involucrados desempeñaba esa posición.
Al terminar la columna, cualquier lector se daba cuenta de que Zambrano estaba perdido. La gran incógnita que se abría era con respecto a la posición que asumiría el presidente ante el imprevisto jaque-mate que Samper le había hecho a uno de los gobernadores nombrados. Betancur estuvo a la altura de las circunstancias.
En una carta de tono coloquial en la que hacía alto elogio del columnista y de la Unidad Investigativa y pedía que su ejemplo se imitara "con toda la seriedad en los demás medios de comunicación colombianos, para que una de las condiciones básicas de la democracia. cual es la de la vigilancia de la prensa libre, se cumpla y determine un estricto ejercicio de los deberes y derechos de los ciudadanos en todas las esferas de la vida nacional" BB aclara que el gobierno nombra con los elementos de juicio que tiene a disposición, pero que corresponde al funcionario responder ante sí y ante la opinión pública por su integridad moral e intelectual para desempeñar un cargo. De esta manera, elegantemente, dejaba a Zambrano a la deriva y le rebotaba la pelota de la decisión.
Veinticuatro horas más tarde, invocando su honestidad y con disimulado resentimiento, declinaba el nombramiento. Su misiva al ministro de Gobierno terminaba haciendo alusión al atormentado personaje d Kafka que "se le acusó de ser inocente" No había acabado de rodar la cabeza de Zambrano, cuando la guillotina de la Unidad Investigativa de "El Tiempo" comenzaba a afilar la cuchilla contra su próxima víctima: el ex-ministro de Minas y Energía del gobierno de Turbay, nombrado gobernador del Atlántico, Carlos Rodado Noriega. La acusación, relacionada con supuestas irregularidades en un contrato de Carbocol, fue lanzada por CARACOL en su programa "6a.m. 9a.m.", pero la Unidad, 24 horas después, proporcionó la información más detallada. La inmediatez de la radio permitía tirar del gatillo, pero la investigación de la Unidad aportaba la mayor cantidad de datos y el análisis.
La denuncia era grave. Las cifras eran impresionantes: se entregaban en concesión unas reservas de carbón, cuyo valor puede ascender a la suma de 10.000 millones de dólares, a la firma norteamericana Marathon, sin consultar a la entidad responsable del manejo del carbón en Colombia, Carbocol.
Además de lo anterior, que no constituía un requisito jurídico, se estaba infringiendo una ley del año 79, según la cual el sistema de concesión, empleado durante décadas, no podría hacerse sino en determinados casos, dentro de los cuales, al parecer, no estaban las minas La Jagua y La Loma, objeto de la denuncia. Por estas razones, Carbocol presentó sus objeciones al ministro y posteriormente levantó una demanda ante el Consejo de Estado. Rodado, por su parte, negó haber recibido tales objeciones del gerente de Carbocol, Jorge Eduardo Cock, y afirmó que había optado por la fórmula de demandar sus propios actos, lo que habría hecho el 27 de julio pasado a través de la fiscal Edné Cohen. Fue entonces cuando el Consejo de Ministros fue enterado por primera vez de lo que estaba sucediendo con el yacimiento carbonífero más grande del país.
Detrás de todo esto parece salir a flote una rivalidad personal entre Rodado y Cock, gerente de Carbocol quien fue el origen de las denuncias de la Unidad Investigativa de "El Tiempo". Sin embargo, algunos elementos no encajan muy bien y hay observadores que afirman que parecería imposible que un hombre inteligente y con brillante futuro expusiera su carrera política con un episodio de tal magnitud. Efectivamente, Rodado ha sido lo que podría llamarse un hombre con estrella. Apuesto, preparado, en muy pocos años había recorrido una trayectoria con puntos culminantes. Protegido del expresidente Pastrana su carrera contabiliza, en escasos años, un alto cargo en Planeación Nacional, la gerencia del ICEL y un precoz ministerio de Minas en la administración Turbay Ayala. Después de una gestión considerada excelente hasta este episodio declina un nombramiento diplomático y es nombrado gobernador de su departamento, donde es considerado una de las promesas políticas del partido conservador en la Costa. Pero en ese momento es cuando interviene la Unidad Investigativa de "El Tiempo". El nombramiento de Rodado parece tambalear, Rodado se defiende con valor y elocuencia, acepta que hubo errores por parte de algunos funcionarios del ministerio y de él mismo, pero nunca mala fe o negligencia. Sin embargo, al terminar la semana, su posesión, anunciada para el viernes 27, había sido aplazada indefinidamente.

BINOMIO DE ORO
La precaria situación que atraviesa el Banco del Estado, el final de la carrera política de Zambrano y la incertidumbre sobre el de Rodado reflejan, a la vez, la importancia que ha empezado a cobrar entre nosotros el llamado periodismo investigativo.
Ningún símbolo más adecuado de éste en Colombia que el binomio Daniel Samper-Alberto Donadío centros delanteros de esa temida escuadra periodística llamada Unidad Investigativa (ver recuadro) y que está integrada, además, por Liliana Tafur y Gerardo Reyes.
En el fondo, Samper y Donadío son un producto del nuevo periodismo que se ha generado especialmente en los Estados Unidos como consecuencia del caso Watergate. Fue entonces cuando dos melenudos "cargaladrillos" del "Washington Post", después de una tenaz e implacable investigación periodística tumbaron al presidente Richard Nixon. Es obvio que Samper y Donadío se consideran la réplica criolla de Woodward y Bernstein, quienes probablemente dividieron en dos la historia del periodismo en ese país.
Nadie mejor que Daniel Samper para importar a Colombia ese tipo de periodismo. Admirador y gran conocedor del periodismo norteamericano desde hace unos diez años es considerado la primera figura del periodismo nacional. Originalmente, su modelo era el periodista Jack Anderson, cuyo estilo le valió el apelativo de"muckracker" (palabra que, según el diccionario Appleton's, significa: "escarbador de vidas ajenas, averiguador y expositor de ruindades". El fundador de esa escuela había sido en realidad otro de los grandes, Drew Pearson. Anderson se había formado junto a él, jugando el papel de Donadío, y después de fallecido su protector, heredó la columna en el "Washington Post". El periodismo denuncia que Pearson y Anderson practicaban a nivel personal comenzó gradualmente a institucionalizarse en la forma de unidades investigativas.
Estas se convirtieron en centros de reclamos a donde la ciudadanía espontáneamente hace llegar sus quejas y denuncias. De las docenas de cartas recibidas diariamente muy pocas son de interés periodístico. Sin embargo, las que sí lo tienen son suficientes para mantener al país en vilo y a todos los que tienen "rabo de paja" aterrados.
En el caso de la Unidad Investigativa de "El Tiempo", el primer escándalo como tal fue el tráfico ilegal de fauna desde Colombia hacia los Estados Unidos, a través de Panamá, con la ayuda de Hugo Torrijos, hermano del fallecido hombre fuerte. También hicieron las denuncias sobre el barrio Diana Turbay y sobre la participación de dos secretarios de la Alcaldía en la urbanización pirata y una que todavia cursa sobre los certificados falsos que usó el procurador González Charry, para obtener su pensión de jubilación.
Sin embargo, los escándalos más sonados los ha ventilado Samper desde su columna, "el brazo de opinión de la Unidad". Nadie olvida sus artículos sobre el atentado ecológico contra los parques Tayrona y Salamanca, ni las denuncias sobre la importación de piyamas fabricadas con material inflamable, o el tráfico de café que llevó a la renuncia del ministro de Trabajo Oscar Ochoa, como tampoco la acusación de favoritismo en la adjudicación de contratos contra el ministro de Obras Salcedo Collante, ni los artículos sobre las advocaciones de la Virgen y el baile presidencial en Cúcuta.
Esta modalidad, como es natural, levanta ampollas. En Colombia, la opinión pública comienza a dividirse y ya se han planteado posiciones extremas como la del expresidente de la Cámara, el liberal Aurelio Iragorri, una de las víctimas de Samper, quien ha pedido el estricto control a las informaciones de prensa en general y de las unidades investigativas en especial. Esta posición, compartida por tan pocos, contrasta con la del mismo presidente de la República quien, al darle gran respaldo a la libertad de prensa, se apuntó otro hit publicitario.
MODICAS SUMAS
Frente a estos hechos, cabe destacar que en Colombia, a diferencia de otras naciones, la responsabilidad de la prensa a que hace referencia la Constitución depende de la responsabilidad individual del periodista más que de una legislación de prensa, como sí sucede en otros países. Efectivamente, en éstos el riesgo de sanción pecuniaria ante hechos fallados como calumnia o injuria constituyen el más poderoso factor de "autodisciplina". Para citar solamente un caso, el mes pasado el "Washington Post" perdió un pleito que le había entablado el presidente de la compañía Mobil Oil. El origen de la demanda había sido una información del prestigioso matutino según la cual el presidente de la multinacional habría utilizado sus palancas para favorecer a su hijo en la adjudicación de un contrato para transporte marítimo de petróleo. La información era errónea y este error le costó al periódico 2 millones de dólares. En Colombia, la legislación que castiga este tipo de delitos es demasiado benigna en cuanto a sus penas (ver recuadro).
Nada ilustra mejor esta situación que el hecho de que, condenado un periodista por calumnia, tiene la alternativa de conmutar su pena de arresto por el pago diario de 2 pesos. -
LA PAREJA PERFECTA
Daniel Samper conoció a Alberto Donadio a través del correo. No eran cartas comunes sino denuncias ecológicas, las que Donadio enviaba al entonces recién desempacado columnista de "El Tiempó: entre 1970 y 1974. Por entonces, Donadio cucuteño de 29 años) trataba de estudiar derecho en la Universidad Autónoma de Medellín. Daniel lo convenció de venir a Bogotá para terminar su carrera en la Universidad de Los Andes.
Su trabajo con Samper, que había empezado con simples inquietudes ecológicas, se convirtió paulatinamente en algo más sistemático y continuado, hasta la formación de la Unidad Investigativa, primera de su género en el país. Donadio, con su interés profesional claramente definido, hizo un curso de periodismo investigativo en Holanda, e inició su columna "Casillero" que se publica esporádicamente en "El Tiempo". Es soltero, lo cual le permite--según su compañero Samper--trabajar "full time" con la Unidad. Y no ejerce su profesión, como no sea elevando peticiones o reclamando derechos como simple ciudadano, en el curso de sus investigaciones.
Daniel Samper, bogotano, nacido en 1945, es más conocido por su afición a los postres de natas y al fútbol dominical que por su carrera de abogado en la Javeriana y el único texto inédito que se le conoce: una tesis sobre derecho del espacio. Empezó a trabajar en "El Tiempo" en 1964, como reportero de la sección de Bogotá. Posteriormente cubrió espectáculos, hizo notas agrícolas y fue redactor de asuntos universitarios. Se convirtió en asistente del director del periódico y en 1969 viajó a la Universidad dé Kansas, donde estudió periodismo durante dos años.
A su regreso, continuó como asistente de don Roberto Garcia-Peña, pero inició su columna "Reloj del tiempo, que fue publicada así durante cuatro años, hasta que un lector perspicaz le hizo caer en cuenta de que, además de ingenioso, el título era un pleonasmo inadmisible. Posteriormente - 1974--viajó a Cali para colaborar en la fundación y organización del periódico "El Pueblo".
Entre los años 78, 79 y 80, la Unidad, Samper y Donadio hicieron una seguidilla con el Premio de Periodismo "Simón Bolivar". Primero, se lo otorgaron a Samper por su sonada investigación "Los papeles del Senado".
Después, se lo ganó la Unidad Investigativa por su trabajo sobre exportación ilicita de fauna. Y por último, en el 80, cuando Samper se encontraba en llarvard como becario de un curso para periodistas de diferentes países, se lo dieron a Alberto Donadio por la espectacular denuncia que hizo la Unidad sobre las condiciones del frenocomio de la cárcel de La Picota.
Samper ha publicado cinco libros.
Compiló y prologó una antología del reportaje en Colombia, texto básico para cualquiera que pretenda saber de periodismo. Escribió, en compañía de Samuel Klahr, "China se abre". En 1976, un año después de que el Santa Fé ganó su último campeonato futbolístico, escribió un inevitable "Así ganamos". Posteriormente salieron sus libros más conocidos, "A mí que me esculquen" y "Dejémonos de vainas" antologías de sus mejores columnas.
Pero el lado desconocido de Samper es su aficidn por la literatura. Se rumora--insistentemente--que durante el año transcurrido en llarvard se dedicó exclusivamente a estudiar literatura latinoamericana. Y se dice, aunque nadie ha podido comprobarlo, que tiene varios cuentos publicados, en las revistas "Golpe de dados" y "Gaceta" de Colcultura. Se ha llegado a conocer, inclusive, el tema de uno de ellos: las peripecias de una embajada colombiana en un país nórdico, cuando uno de sus funcionarios más altos se muere.

LA LEY DE PRENSA
La ley colombiana previene una sanción para los periodistas cuyas publicaciones sean injuriosas o calumniosas para los funcionarios gubernamentales o los ciudadanos.
Ello no implica que existan cortapisas o censuras directas para las publicaciones o la difusión de información por medios audiovisuales. Tampoco se menciona por ninguna parte que se pueda limitar al periodista o reportero que busca información. La ley, creada en 1944 por Alfonso López Pumarejo, parece perfectamente diseñada, pero tiene sólo un defecto, que la convierte casi en letra muerta, sus sanciones pecuniarias son insignificantes.
Mientras que en los Estados Unidos, por ejemplo, un demandante que tenga razón puede obtener sumas del orden de dos millones de dólares si considera que se le hizo daño, un periodista colombiano al que se le haya demostrado que calumnió o injurió sólo está obligado a pagar la suma dé dos pesos diarios durante un tiempo equivalente a la condena de cárcel que le hubiera correspondido según el Código Penal.
La Constitución colombiana aclara que la prensa es libre pero responsable de acuerdo a las leyes. Este texto encabeza el enunciado de la ley 29 de 1944, que contempla seis aspectos básicos:
a. Ningún periodista o empresario periodístico puede recibir dineros del exterior.
b. Todo empresario o director de un medio periodistico debe depositar una suma ante el Ministerio de Gobierno, para garantizar el pago de las sanciones a que haya lugar por los perjuicios que cause su publicación.
c. Si un artículo o publicación incita a rebelión dentro de las Fuerzas Armadas o desconocimiento de la autoridad gubernamental, puede haber lugar a cárcel de tres a seis años. Los funcionarios en ejercicio que se consideren afectados por un artículo de prensa, pueden solicitar una investigación con una nota de queja a un juez. Las personas o entidades que se sientan lesionadas por un órgano periodistico, pueden entablar una demanda penal por los delitos de calumnia o injuria, con arreglo al Codigo Penal.
d. Si se demuestra que el periodista responsable de la supuesta calumnia es culpable, basta con que se retracte para suspender el proceso. Esto equivale a decir que un acusado de un delito puede ser eximido de su responsabilidad sólo con declararse culpable. La ley establece también la publicación de rectificaciones dentro de plazos específicos, en los mismos lugares y con la misma tipografia de la publicación que las origina, disposición que a su manera cumplen, pues una calumnia de primera página la rectifican en la última.
e. Si se condena al periodista, puede ser sancionado con una multa de cien a dos mil pesos, y con arresto de seis meses a tres años, el cual, como queda dicho, puede conmutar por un pago de dos pesos diarios al calumniado por el tiempo de la condena.
f. El lesionado puede iniciar un proceso civil para que le indemnicen con dinero.
Esta, que es la única disposición real y efectiva de defensa del público contra periodistas irresponsables, se convierte en letra muerta en el párrafo siguiente, que dice:
"..todo el que por cualquier medio eficaz para divulgar el pensamiento, por medio de la imprenta, la radiodifusión o el cinematógrafo, cause daño a otro, estará obligado a indemnizarlo, salvo que demuestre que no incurrió en culpa".
Juristas conocedores de la materia creen que la práctica de las pruebas para demostrar el perjuicio causada es imposible en la práctica.
Posteriormente, en la ley 51 del 75 o Estatuto del periodista, se establece la responsabilidad del periodista sobre sus afirmaciones, de acuerdo a la ley, pero también se le otorga el derecho a reservarse la fuente de sus datos.
Inravisión ha dictado disposiciones especiales sobre la materia de acuerdo a su gran capacidad para producir resoluciones y reglamentos. Estas normas, que son un complejo laberinto, constituyen una mordaza parcial a los periodistas, que no pueden pasar entrevistas en directo por la televisión, ni pueden emitirlas grabadas sin que previamente las vea un funcionario gubernamental. Igualmente, tanto la radio como la televisión pueden ser intervenidas en cualquier momento por el gobierno, como ha ocurrido efectivamente impidiendo la transmisión de reportájes en directo sobre ocontecimientos de gravedad. En tales casos, esos medios audiovisuales sólo pueden difundir los comunicados que elaboren las oficinas de prensa del mismo gobierno.
Aunque la libertad de prensa en el país no ha sufrido cortapisas reales y significativas desde la época dé la dictadura, hay que aclarar que la ley 29 se refiere a que la prensa será libre "en tiempo de paz". Es decir que durante los períodos de Estado de Sitio, que abarcan prácticamente los últimos 30 años, el gobierno ha podido intervenir a la prensa utilizando las facultades extraordinarias que le confiere el artículo 121 -