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MOÑONA

Con la aprobación de la reforma política en la plenaria de la Cámara el ministro del Interior, Néstor <BR>Humberto Martínez, se anotó el mayor éxito de su gestión.

14 de junio de 1999

NEstor Humberto Martínez es quizás el ministro que más palo ha recibido de todos los que
integran el gabinete de Andrés Pastrana. Algunos congresistas independientes lo acusan de politiquero, los
liberales oficialistas lo sindican de oportunista y hasta varios columnistas le cuestionan haber sido
ministro de Ernesto Samper y ahora de Andrés Pastrana. Hay quienes, inclusive, lo han dado como fijo para
salir en la primera crisis ministerial del actual gobierno. Los hechos, sin embargo, han demostrado que el
Ministro del Interior ha sido uno de los más efectivos a la hora de los balances. Martínez ha hecho gala no
sólo de una infinita paciencia para recibir garrote sino de capacidad para mostrar resultados y, como dice el
presidente Pastrana siempre que llueven críticas contra otro de sus funcionarios, el Alto Comisionado para la
Paz, "al árbol hay que juzgarlo por sus frutos". Martínez tuvo que emplearse a fondo ante la plenaria de la
Cámara la semana pasada para sacar adelante uno de los proyectos bandera de la administración Pastrana:
la reforma política. Este hecho, que sin duda se convirtió en un triunfo para el gobierno, le significó al
Ministro del Interior una nueva pelea, esta vez con sus antiguos aliados. En efecto, el hecho de que la
plenaria de la Cámara hubiera aprobado la prórroga por un año más de los alcaldes, los concejales, los
diputados y los miembros de las Juntas Administradoras Locales, llevó al presidente del Directorio
Nacional Conservador, el senador Omar Yepes Alzate, a renunciar a su cargo por no compartir la decisión
del gobierno. Yepes considera que ese hecho lesiona los intereses de su partido y favorece a los liberales
oficialistas, quienes ocupan la mayoría de esos cargos. Hasta hubo conservadores que se refirieron a la
propuesta como de corte 'serpista'. Lo curioso del episodio es que fue el propio Pastrana quien hizo el guiño
para que se conociera la posición del gobierno. El primer mandatario le informó personalmente al
secretario general de la Presidencia, Juan Hernández, que su decisión era la de respaldar la propuesta de la
prórroga por considerarla la más conveniente para los intereses del Estado. El lunes pasado Hernández se
reunió en Palacio con Martínez y Yepes, entre otros, y les comunicó esa posición. El Ejecutivo considera
que mezclar elecciones regionales con proceso de paz es tanto como preparar una bomba de tiempo. Pero
más allá de la discusión generada por la aprobación de la prórroga del período de los funcionarios elegidos en
las regiones y la posibilidad de revivir la figura de los parlamentarios suplentes, lo cierto es que la reforma
aprobada por la plenaria de la Cámara tiene más elementos a favor que en contra. Entre los puntos
sobresalientes están los que tienen que ver con las facultades especiales al Presidente para que dicte las
medidas para facilitar la reincorporación a la vida civil de los miembros de las organizaciones armadas de
carácter político, que hayan demostrado su voluntad mediante actos de respeto al derecho internacional
humanitario. En lo que tiene que ver con el régimen electoral y de partidos políticos la reforma es
igualmente saludable. No sólo fortalece a los partidos y acaba con las microempresas electorales sino que,
al aprobar la lista única, le permite al elector diseñar el orden final de la lista de su partido. El primero de la
lista no necesariamente va a ser el de mayor votación. De otra parte, contrario a lo que podría pensarse, la
reforma no atenta contra los 'proyectos políticos independientes' puesto que, en el caso de la elección para
Senado, las listas que no hagan uso del sistema de voto preferente y que, por lo tanto, sólo figuren con su
primer renglón en el tarjetón electoral, pueden participar en las elecciones de esa corporación sin estar
sujetos al umbral. Aunque hay sectores que aún no se convencen de las bondades de que el Estado
financie el 70 por ciento de las campañas, tal como quedó aprobado el viernes, esta fórmula ayuda en
buena medida a brindarle condiciones de equidad a los candidatos. Además la creación de la Comisión de
Control Electoral, que deberá responder por el cumplimiento de las normas de financiación, tendrá la
responsabilidad de evitar el desvío de recursos públicos a las campañas. Pero la reforma no sólo modifica el
régimen electoral. También toca al Congreso, algo en lo que pocos creían. Eliminar los auxilios
parlamentarios, así como cualquier figura que permita a los congresistas utilizar cupos presupuestales en
su beneficio, debería contar con un mayor respaldo de la opinión. Lo mismo sucede con la pérdida de
investidura por ausentismo, que incluye la inasistencia a las comisiones constitucionales permanentes y no
sólo a las plenarias. Al requerir que las votaciones solo se produzcan 48 horas después de concluidos los
debates a las ponencias, la reforma impide que se continúe con el espectáculo circense del pupitrazo, que
se ha prestado para el ingreso de verdaderos orangutanes a los proyectos. En conclusión, aunque la
reforma aún tiene vacíos y muestra inconsistencias, lo cierto es que está dando los primeros pasos en la
dirección correcta. Los debates en el Senado deberán servir para enmendar los errores y superar las
debilidades. Lo que nadie cuestiona es que hasta el momento el proyecto tiene el sello del Ministro del
Interior. De ahí que la semana pasada Martínez no sólo logró un espaldarazo a su propuesta sino que, a
juicio de los entendidos, realizó una verdadera moñona.