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MORIR EN MEDELLIN

Dos asesinatos, el de un abogado y el Procurador delegado, se suman a la escandalosa cifra de asesinatos en la capital antioqueña.

31 de octubre de 1983


En Medellín, morir de muerte natural es un lujo. Así lo atestiguan dos asesinatos de la semana pasada: el de un periodista y el del Procurador delegado. Dos personas más que entraron a engrosar la cifra de cerca de mil en lo que va corrido del año.

El lunes 26 de septiembre Nelson Anaya Barreto, conocido abogado y columnista de El Colombiano recibió un balazo en la nuca disparado por un hombre en moto que desapareció inmediatamente de la escena. A pocas horas del hecho, la reacción de repudio era unánime por parte de la opinión pública, los medios de comunicación, y del propio Presidente, quien pidió investigación a la Procuraduría. El gremio de los periodistas, sensibilizado por el asesinato de otro colega la semana anterior, el caleño Alirio Mora, vio en la muerte de Anaya una arremetida sangrienta contra la prensa.

Las columnas de Anaya en El Colombiano fueron revisadas palmo a palmo, para tratar de encontrar qué podía haber en ellas que le hubiera acarreado enemigos mortales. Una de ellas, publicada recientemente, denunciaba la intromisión del bazuco en la sociedad antioqueña, otra se refería a los asesinos de las motos, otra más, a los "dineros calientes" . También de la guerrilla había hablado en varias oportunidades, pidiendo su erradicación: "Hay que deshacerse de esos perros rabiosos", habían sido sus palabras en alguna oportunidad.

Eran, pues, muchos los puntos sensibles que había tocado entre columna y columna. Sin embargo, según pudo averiguar SEMANA en Medellín, su asesinato pareció deberse más a su actividad como abogado, que a su labor de periodista. Anaya Barreto había sido socio durante muchos años de otro conocido jurista de Medellín, Julio Hincapié Santamaría, quien coincidencialmente también fue asesinado hace 9 años: fue la primera víctima de las motos fantasmas que posteriormente se hicieron conocidas. En esa ocasión, Anaya denunció a un hombre por el asesinato de su colega, y se dedicó a perseguirlo legalmente hasta que logró que lo encarcelaran. Como en Medellín todo crimen esconde otros por detrás, y le aguardan más por delante, ésta no fue la excepción: el homicida de Hincapié Santamaría fue a su vez asesinado en la cárcel. Coincidencialmente, tanto Hincapié, como su asesino, como ahora Anaya, murieron de un tiro en la nuca.

Sin embargo, ésta no es la única especulación sobre el telón de fondo de la muerte de Anaya que se rumora en los pasillos de los juzgados de Medellín. Otro de los casos que estaba litigando también tenía antecedentes sangrientos: Hace tres meses, el abogado Adolfo Pimienta, quien actuaba como representante de los perjudicados por la quiebra de la firma Amelia Garcés y Crismat, fue asesinado por el dueño de esa firma, Alvaro Crismat, condenado y puesto preso por tal acción. Tras la muerte de Pimienta, el abogado Anaya fue quien lo reemplazó en el caso.

Aunque aún no hay ningún detenido por el crimen, todo parece indicar que la explicación a la muerte de Nelson Anaya Barreto puede encontrarse más por el lado de su actividad como abogado, que en sus pronunciamientos como columnista.

Otra muerte anunciada
Dos días después de la muerte de Anaya, ocho hombres entraron en dos automóviles Dodge Dart al garaje del Coordinador de la Procuraduría Regional, Domingo Cuello Pertuz, y en presencia de su esposa, le anunciaron que venían a matarlo y procedieron a hacerlo. Cuello Pertuz, abogado de 45 años, ocupaba su cargo desde 1979 y había tenido que llevar a cabo durante las últimas semanas la investigación sobre el violento caso de Luis Fernando Giraldo Builes, estudiante y miembro del ELN dinamitado en una esquina de Medellín. Durante esta investigación, había tenido un enfrentamiento público con el Comandante General de la Policía, general Víctor Delgado Mallarino, sobre los datos exactos sobre el caso del estudiante, quien fuera asesinado luego de ser detenido por el F-2. 24 horas antes de su muerte, el abogado Cuello Pertuz había sostenido un acalorado careo, en el juzgado 25 Penal Municipal, con uno de los tenientes investigados por el caso del estudiante muerto. Abogados compañeros de Cuello Pertuz declararon para la prensa que la investigación que éste venía haciendo sobre ese caso, señalaba como responsables a tres tenientes. La señora de Cuello manifestó a un noticiero de televisión que su marido venía preocupado por su vida desde hacía algunos días, y que le había dicho a ella personalmente que temía ser asesinado por el F-2.

Sin embargo, horas después de su muerte, circuló por Medellín un comunicado donde ésta era reivindicada por el Comando "Luis Fernando Giraldo Builes" del ELN, en el cual se decía que lo ajusticiaban por encontrarlo responsable de omisión, negligencia y falsedad en la investigación del caso del dinamitado.

SEMANA habló con un ex dirigente del ELN, en la actualidad cobijado por la amnistía, quien declaró que tal comunicado era apócrifo, pues era incoherente que esa organización guerrillera fuera a matar precisamente a la persona que estaba haciendo claridad sobre la muerte de uno de sus integrantes.

Otra de las personas entrevistadas por SEMANA fue el padre del estudiante, don Jesús María Giraldo, quien dijo que se había entrevistado diariamente con el Procurador Cuello Pertuz, quien le había manifestado que llevar ese caso hasta las últimas consecuencias seguramente le costaría la vida.--