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Las dobles calzadas solo llegan hasta las afueras de las ciudades y no hasta el centro. Esto, unido a la falta de autopistas urbanas o anillos viales, hacen que las salidas y entradas a las ciudades sean un drama, como la Autopista Norte en Bogotá.

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Movilidad en las ciudades, ¡tremendo embudo!

A pesar de las dobles calzadas, entrar o salir a las ciudades es una tortura. En esos trayectos las personas pueden tardar más que en el viaje entero. ¿Hay alguna salida?

18 de octubre de 2014

El fin de semana pasado, para salir de la capital rumbo a Girardot por Soacha, los carros gastaron más de dos horas para llegar a la doble calzada. Y el lunes festivo, durante la operación retorno, les tomó hasta siete horas recorrer apenas 130 kilómetros, porque los escasos tramos sin terminar, junto a la entrada a la ciudad, generaron trancones descomunales. Entre tanto por el norte, de regreso de Tunja, en los tres kilómetros entre Gachancipá y Tocancipá los viajeros perdieron casi dos horas del tiempo ganado en el resto de la doble calzada.

Estos son apenas dos ejemplos que muestran que el esfuerzo por impulsar la construcción de dobles calzadas se está perdiendo a la entrada de las ciudades y en los tramos pendientes de construir. Por ahora, de nada sirven los 1.200 kilómetros que ya operan, los 800 kilómetros en construcción ni los billones de pesos invertidos en este tipo de vías.

El gobernador de Boyacá, Juan Carlos Granados, lo ratifica. Como dijo a SEMANA, “El país está haciendo un gran esfuerzo económico para hacer estas obras, pero desafortunadamente se está perdiendo en las entradas de las ciudades. Por ejemplo, de Bogotá a Tunja a veces es más demorado salir de la calle 183 que llegar hasta esta ciudad. Por eso, se requiere con urgencia que alcaldes, gobernadores y gobierno nacional trabajemos para romper esta barreras que siguen alejando a las capitales”.

Entre las soluciones está construir anillos viales de dos o tres carriles, o autopistas urbanas por medio de alianzas público privadas. También se considera que las concesiones comiencen no en las afueras sino en el corazón mismo de las urbes. En Bogotá, por ejemplo, la Nación y Cundinamarca tienen sembrados peajes en sus salidas y gran parte de las entradas, pero esos recursos no le llegan a la capital y además le dificultan a la administración instalar peajes urbanos.

Por eso, es urgente que el Estado en conjunto, y no solo los municipios, trabaje para resolver los embotellamientos que tienen desesperados a millones de colombianos. Aquí algunos de los más complicados.

Bogotá


Bogotá-Girardot

La salida de la capital por Bosa y Soacha es un trancón permanente, sobre todo desde que entró en funcionamiento el TransMilenio y redujo los carriles para los carros particulares. Las personas pueden tardar entre dos y tres horas para salir. Como la única alternativa sería construir una autopista elevada o subterránea, algo que en Bogotá es ciencia ficción, la única alternativa está, por ahora, en la Avenida Longitunidal de Occidente, que la Gobernación de Cundinamarca está construyendo entre la calle 13 y el Muña, tramo al que solo le faltan varios puentes e intersecciones. De allí a la 170, la decisión está en manos del alcalde Gustavo Petro. La otra salida está en prolongar la Avenida Ciudad de Cali hasta más adelante de Soacha.

Calle 13 al occidente

Esta importante vía, que conecta con la doble calzada a Facatativá y a la variante a la Mesa-Anapoima-Girardot, es una calle entre la Avenida Las Américas y el río Bogotá, sobre el que hay un puente pequeño. A pesar de que hace más de tres años hay estudios para hacer una autopista por concesión o por APP, nada ha pasado. Otra alternativa está en ampliar la Avenida la Esperanza hasta Funza, paralela a la segunda pista de Eldorado.

Autopista norte

La que era una de las vías más rápidas de la capital se ha convertido en dolor de cabeza entre la calle 200 hasta el peaje. Aunque se han discutido numerosas alternativas para ampliar esta vía, la carrera Séptima desde La Caro y la carrera novena que hasta ahora llega a la 170, las soluciones siguen en los escritorios de la administración.

Costa Caribe

Cartagena a Barranquilla

Hace siete años se comenzó a construir la doble calzada para unir los 112 kilómetros que separan estas dos ciudades. Hasta el momento se han construido 35 kilómetros. El peor cuello de botella comienza en el barrio Crespo, donde está el aeropuerto, y más al norte en La Boquilla. La solución es una nueva doble calzada, por la Ciénaga de la Virgen, que uniría a Crespo hasta el Hotel Las Américas, y de allí un viaducto hacia la vía al mar, que ya fue adjudicada a Mario Huertas.

Barranquilla - Ciénaga

Esta vía arranca en el Puente Pumarejo sobre el río Magdalena y es una de las más congestionadas porque recoge el tráfico entre Santa Marta y Barranquilla, así como el que viene desde La Guajira y los municipios del centro y sur del Magdalena y Cesar, entre otros. Esta vía tiene problemas a su paso por los municipios de Pueblo Viejo y Ciénaga, pues atraviesa por el interior de los cascos urbanos.

Medellín

Autopista Medellín-Bogotá


Un medellinense que viaje a Bogotá debe enfrentarse con varios trancones por la avenida Regional, antes de llegar a la doble calzada a Santuario. Si el viajero arranca en el centro puede demorarse unos 35 minutos (durante un viernes) en llegar a Bello, paso previo a la autopista. Si sale un sábado (día en el que no hay pico y placa) ese mismo trayecto tarda 50 minutos. Se requiere resolver la continuidad de la Regional y construir nuevos puentes.

Vía al mar por Urabá

Omar Hoyos, secretario de Movilidad de Medellín, dice que el mayor problema de atascos, si se trata de salir de la ciudad un fin de semana, está en el occidente, es decir, en la puerta de entrada a los veraneaderos más comunes de los paisas: San Jerónimo y Santa Fe de Antioquia. Por ese corredor se atraviesa el Túnel de Occidente y luego la vía al mar, en el Golfo de Urabá. Desde el sur de Medellín (El Poblado) hasta esta salida un vehículo puede demorarse una hora y 25 minutos, durante un sábado en la mañana.

Cali

De los seis puntos de ingreso y salida, la capital del Valle presenta serios problemas de congestión en tres de ellos. Un conductor gasta en promedio una hora en salir de allí.

La vía a Candelaria (oriente)

Este punto es uno de los que más dolores de cabeza causa a los conductores, quienes muchas veces deben someterse a trancones de casi dos horas. En ese tiempo un conductor podría llegar desde ahí hasta Tuluá. Por esa vía, de una sola calzada, transitan diariamente 31.000 vehículos, la mayoría camiones. A esto se suma que en el corregimiento de Juanchito hay un viejo puente sobre el río Cauca, que está tan deteriorado y es tan angosto, que los vehículos deben cruzarlo por turnos. El gobierno nacional ya anunció la construcción de un nuevo puente de cuatro calzadas y se espera que algún día se haga la tan esperada doble calzada Cali - Candelaria.

Vía a Popayán (sur)

Los caleños se lamentan que todo el crecimiento de la ciudad se proyectó hacia el sur, pero no se pensó en el desarrollo vial hacia Popayán y Pasto. Las personas deben enfrentar trancones de casi una hora. Es decir, muchas veces duran embotellados la mitad del tiempo que se gastan en llegar hasta Popayán, que es de dos horas. Según el secretario de Tránsito de Cali, Ómar Cantillo, la Alcaldía analiza un proyecto de alianza público privada de 1,2 billones de pesos para desarrollar vías perimetrales e intersecciones que descongestionen ese sector al sur de la ciudad y lo conecten con el centro.

La vía al mar o Kilómetro 18 (occidente)

Esta carretera, que conduce hacia Buenaventura, es un importante centro turístico y recreacional. Los fines de semana el sector se convierte en un tapón impenetrable, especialmente en horas de la noche. El otro lío es que entre semana la vía es usada por ciclistas que muchas veces están acompañados por vehículos y se arman trancones debido a que la calzada es muy angosta. Miguel Meléndez, secretario de Infraestructura de Cali, explicó que la solución a todo ese problema consiste en convertir ese tramo vial en doble calzada que se una a la que se está haciendo hacia Buenaventura. Para ello se incluyó un proyecto por 200.000 millones de pesos en el denominado Contrato Plan del Valle.