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Muerte prematura

Al viejo bipartidismo lo borraron del mapa en las elecciones pasadas. Sin embargo, es prematuro decretarle la desaparición definitiva.

3 de junio de 2006

El bipartidismo murió en las elecciones presidenciales. Esa fue una especie de conclusión generalizada de la mayoría de los analistas que, impresionados por la desaparición de los rojos y los azules como grandes protagonistas, se apresuraron a dictarles partida de defunción. Las fuerzas del uribismo y del Polo, además, proyectaron la percepción de que estas nuevas corrientes reemplazaron a los tradicionales partidos creados en el Siglo XIX y consolidaron la ruptura de su monopolio electoral,

Sin embargo, los afanados sepultureros del bipartidismo podrían estar enterrando a dos vivos. El mismo dato electoral que llena de optimismo al Polo puede ser también motivo de pesimismo: "Gaviria puso más votos que su partido", dijo a SEMANA el liberal Jaime Castro. El Polo tendrá que demostrar ahora que la cara del santo no hace el milagro, que sí tiene vocación de partido y que sobrevivirá unido, pese a las luchas intestinas entre sus facciones. Ya el otro gran elector del Polo, el alcalde de Bogotá Lucho Garzón, se ha alejado de la médula del partido.

El mismo fenómeno se aplica al uribismo. Todos los votos sumados de la coalición uribista en la pasada elección de Congreso no alcanzan los siete millones que los colombianos le giraron a Uribe. Esto, a juicio de muchos, quiere decir que el que ganó fue Álvaro Uribe y no el uribismo.

El mismo argumento que sirve para explicar el triunfo del uribismo y el del Polo, en el otro lado de la moneda, ayuda a entender la derrota del liberalismo. El ex presidente Alfonso López Michelsen, al día siguiente de las elecciones, señaló que "no salió derrotado el liberalismo, sino una fracción - y añadió que- en el uribismo y en otros grupos hay liberales que pueden regresar al redil". A juicio de Rodrigo Rivera, liberal oficialista, no perdió el liberalismo sino Serpa (y todo lo que representa). No por coincidencia, y aunque César Gaviria sigue como timonel, uno de los temas de la Junta Liberal del pasado martes fue la urgente renovación de los cuadros. Aún no es claro de dónde saldría la sangre nueva y, en todo caso, "no se ve todavía el Rodríguez Zapatero del Partido Liberal", recalcó Castro.

Al bipartidismo lo han declarado muerto en varias ocasiones. Ya había pasado con la Unión Republicana, un partido de disidencias liberales y conservadoras que puso a Carlos E. Restrepo como Presidente en 1910, pero que se disolvió al poco tiempo. Después, algo parecido sucedió con la Anapo en 1970. Las dos veces los periódicos titularon con la muerte del bipartidismo. Y en ambos casos se equivocaron.

Todavía se puede plantear como hipótesis que el azul y el rojo existen, a pesar de que en esta elección se camuflaron en otras casas y que su representación en el Legislativo se ha venido debilitando (ver recuadro). El conservador forma parte de la coalición de gobierno, y mucho liberal también está en las entrañas de los disidentes que se fueron para la U y Cambio Radical. ¿Tiene futuro esta situación? Margaret Thatcher decía que "en política se agradecen más los favores que se esperan que los que ya se recibieron". Y muy pronto todos los que apoyaron a Uribe habrán ya recibido su mayor favor político: haber sido elegidos o nombrados. Los partidos creados para esta elección, acomodándose a la popularidad de la reelección y a las exigencias de la reforma política, no han demostrado su solidez para sobrevivir en el largo plazo. Incluso desde ya los adalides uribistas, Germán Vargas Lleras y Juan Manuel Santos, empezarán a ensillar sus caballos para la carrera de 2010.

El reto para el uribismo será demostrar que está pegado con algo más que el 'colbón' del triunfo, y la próxima legislatura es la primera prueba de fuego. Por su lado, el Partido Liberal tiene todavía tres buenas tuercas para apretarse. La mayor bancada de partido en el Congreso; un timonel respetado y con autoridad, y, sobre todo, como explicó a SEMANA el analista Francisco Gutiérrez, "una muy fuerte identidad liberal, que es un gran activo frente a los nuevos partidos del uribismo". El reto para el liberalismo es, entonces, disciplinar no sólo a su bancada, como ya lo anunció César Gaviria, sino a sus confundidos electores.

Gaviria cree que el liberalismo puede volver a recoger adeptos que en las elecciones pasadas se desplazaron al uribismo. Para eso se va a jugar por una posición más al centro y una oposición más moderada que la que adoptó el candidato Horacio Serpa durante la campaña. "Decidimos que donde haya coincidencia con el gobierno vamos a acompañarlo con esas iniciativas, y donde existan desacuerdos, lo expresaremos con claridad", dijo.

En el corazón de la disyuntiva partidista está la efectividad de la Reforma Política de 2003. El espíritu era fortalecer los partidos, pero sólo el tiempo dirá si la situación actual es una verdadera transición hacia una nueva estructura partidista, o si continuará el proceso de debilitamiento de los partidos. Entre los dos extremos de un bipartidismo rígido como el de Estados Unidos o el Reino Unido y el 'recreo' de más de 70 micro-partidos, como ocurría antes en Colombia, otros le apuestan a una tercera vía: un multipartidismo con coaliciones a la izquierda y a la derecha, al estilo de Francia o Italia.

En casi todos los escenarios, el liberalismo y el conservatismo tienen un papel que jugar. No van a recuperar el monopolio que tuvieron en los últimos 150 años. Ni van a tener éxito si pretenden ir hacia delante mirando al espejo retrovisor. La política ha cambiado mucho. Lo más probable es que se abran juegos diversos de alianzas y coaliciones, que pueden variar en cada elección e incluso, en diversos lugares del país. Esa podría ser la tónica del próximo round, las elecciones de alcaldes y gobernadores de 2007.

Azules y rojos tendrán que desempeñar el incómodo papel de fuerzas minoritarias, y buscar socios aquí y allá. Pero de allí a su desaparición, hay mucho trecho. Sobre todo en elecciones locales, donde han tenido una presencia arraigada. "El liberalismo se recuperará en las próximas elecciones regionales porque no hay Carlos Gavirias para cada una de las alcaldías", augura Jaime Castro. Con todo y el desastre electoral reciente, si suman los senadores y representantes, el Partido Liberal constituye la primera fuerza. Y no sería imposible que en el escenario nacional los partidos tradicionales puedan volver a ser competitivos, sobre todo cuando tengan que enfrentar a un uribismo sin Uribe y a un Polo sin Gaviria. Un panorama dificil de ver en medio de la euforia de las votaciones del 28 de mayo. Pero que tarde o temprano va a llegar.