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"No soy blando, soy un duro limpio"

El ex alcalde Antanas Mockus habló con SEMANA sobre su candidatura presidencial.

23 de mayo de 2004

SEMANA: ¿Qué lo motiva a lanzarse a la Presidencia?

Antanas Mockus: Siento que es necesario acercarse de manera diferente a los problemas de Colombia, que hay que construir nuevas políticas para la promover la convivencia y el compromiso con el Estado social de derecho. Soy un convencido de que la Constitución del 91 es el mejor fruto de cualquier proceso de paz reciente que haya tenido nuestro país. Por eso, estoy en desacuerdo con las contrarreformas a la que ha sido sometida y critico que este gobierno le haya quitado carisma. Me lanzo a la Presidencia porque creo que hay formas más racionales de atacar la ilegalidad. Tengo la ilusión de que los conflictos se pueden resolver con más argumentos, más pedagogía y menos garrote.

SEMANA: El 72 por ciento de los colombianos cree que la situación de seguridad hace necesaria la reelección del presidente Álvaro Uribe. ¿Cómo hacer una campaña apoyada en la cultura ciudadana cuando la gente pide mano firme?

A.M.: Está bien que la gente aspire a la firmeza en el Estado de derecho, más aún con la dolorosa sensación que quedó cuando la buena voluntad del gobierno anterior fue burlada. Creo en la persuasión pública, en las discusiones con argumentos. Ganar la guerra limpiamente vale cinco veces más que ganarla turbiamente, y la paz que se logra con argumentos y con acción dentro de las restricciones constitucionales es mucho más sólida. No soy un blando, soy un duro limpio.

SEMANA: ¿Qué piensa de la reelección o de una eventual candidatura de Álvaro Uribe?

A.M.: Uribe es un muy buen presidente. Simplemente lleva al país por una ruta que no comparto del todo y que en algún momento va a chocar con sus límites. Los problemas de Colombia se deben solucionar con más educación y con más pedagogía pública. En cuanto a la reelección, creo que se ha discutido de manera inmediatista y no se han considerado sus consecuencias de largo plazo. Parecen ignorarse las grandes implicaciones que tiene un cambio constitucional.

SEMANA: ¿Con qué país sueña?

A.M.: En mis recientes viajes al exterior me he encontrado con cientos de colombianos pilos que trabajan y aprenden como locos, que se adaptan a las reglas y que fácilmente son o se vuelven zanahorios. Y me pregunto ¿por qué será que en Colombia a veces la gente no es consciente de la importancia de respetar los códigos de convivencia? Los principales lastres de nuestro país son la violencia, la desconfianza y la ilegalidad. Por eso sueño con una sociedad en la que la gente deje de hacer trampa y de desconfiar. Sueño con un país donde todos hayamos comprendido cuánto nos conviene abandonar los atajos, en donde la laboriosidad y el empuje de los colombianos también se ejerzan acá.

SEMANA: Los próximos presidenciables son pesos pesados de la política, ¿cómo se ve frente a ellos?

A.M.: Siempre he pensado que cada candidato debe defender su propuesta. El tema de quiénes son los que compiten no debe ser tan importante para el candidato como para el ciudadano. En muchos escenarios las personas compiten sin necesidad de decir ninguna palabra contra las otras. Me gusta este modelo. Tengo claro que mi misión es no equivocarme en cuáles son los problemas más básicos del país y construir consensos sobre sus soluciones.

SEMANA: Los candidatos que se lanzan primero se queman. ¿Por qué lanzarse a la Presidencia a más de dos años de las elecciones?

A.M.: La pregunta debe ser cómo aguantar todos más de dos años de campaña. Me anima mucho la receptividad que, en diferentes regiones del país, he encontrado en la gente. Como el Quijote, creo que hay que gozarse el recorrido mientras uno llega al destino.

SEMANA: Si las elecciones fueran el próximo domingo, ¿cómo invitaría a los colombianos a votar por usted?

A.M.: Yo les diría: "Ciudadanos, aquí tienen una opción". Me propongo evaluar muy concienzudamente lo que ha hecho el gobierno actual para conservar con cautela lo que está funcionando bien. Tienen la opción de un candidato que será cuidadoso con los programas ajenos, pero comprometido a fondo con el Estado social de derecho. Pero aún me queda difícil pensar en detalle esa transición. Me quedan miles de kilómetros por recorrer.