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No a la extradición, sí a la negociación

Hubo más coincidencias que diferencias en el debate frente al Caribe colombiano. No obstante, Mockus fue el que mayor distancia marcó con sus competidores.

22 de abril de 2006

En el debate televisado del pasado jueves en Barranquilla entre los candidatos presidenciales, se respiró un ambiente relajado, más de amigos, que de contrincantes. La camaradería con que conversaron -con sólo un par de puyas de menor calado de Gaviria frente a temas que van a definir la Colombia de los próximos años, coincidió con posiciones similares de tres de los cuatro aspirantes, pero Mockus llevó la voz disonante. El tema del Caribe y cómo ponerlo a tono con el ritmo de desarrollo económico, social e institucional del país ocupó, por supuesto, un espacio central del encuentro organizado por SEMANA, Telecaribe, las Cámaras de Comercio de Barranquilla y Cartagena, y los principales periódicos regionales de la zona. Estuvieron Horacio Serpa, Antanas Mockus, Álvaro Leyva, y Carlos Gaviria, vía satélite desde Bogotá. Álvaro Uribe, como ha sido su costumbre en esta campaña, rechazó la invitación.

Al tratar las preguntas de la costa norte, como por ejemplo, cómo igualar su cobertura y calidad educativa con el promedio nacional o cómo recuperar el papel económico del río Magdalena, las respuestas fueron más bien generales. Salvo en algunos puntos, ninguno se destacó por su conocimiento o propuestas especiales para la región. Y a menudo, sus planteamientos empezaban por el Caribe y terminaban generalizando hacia el país.

Eso sucedió, por ejemplo, con la pregunta acerca de cómo detendrían la captura del Estado en el Caribe por grupos mafiosos. Salvo Serpa, que hizo una referencia concreta al caso de la ARS y la salud, la discusión viró al tema de coyuntura sobre la corrupción en el DAS, y la gravedad de las acusaciones que han emergido en las últimas semanas.

No obstante, los caribeños escucharon algunas buenas ideas. Para combatir la pobreza, Antanas Mockus dijo que la educación era el camino, y que la ciudad también educara desde la calle. Álvaro Leyva explicó una vieja propuesta suya de construir una hidroeléctrica en los rápidos de Honda que mejoraría la navegabilidad de todo el río Magdalena. Serpa dijo que se debía emprender un plan de choque contra la pobreza, consistente en un plan de inversiones en educación e infraestructura para la zona. Y Carlos Gaviria insistió en sus tesis de hacer valer los derechos de los habitantes del Caribe, para implantar realmente un Estado Social de Derecho. Y que ello implicaba devolver al sector público la educación y la salud.

En los temas nacionales, estuvieron de acuerdo en la necesidad de hacer el intercambio humanitario. Pero Mockus advirtió que debe quedar claro y por escrito, para todas las partes, que la historia no se repetirá. Y Leyva dijo cree que sí se puede hacer y que no "estaba mamando gallo", pues durante años ha luchado por él. Respecto a un eventual proceso de paz con las Farc, coincidieron Serpa, Gaviria y Leyva, que opinaron, con algunos matices, que sí negociarían. Mockus, en cambio, aseguró que sería muy difícil que como Presidente él negociara con la guerrilla. "No creo que en Colombia debamos seguir premiando a los violentos, ni guerrillas, ni paramilitares". Solamente bajo unas

restricciones muy estrictas, y como una última oportunidad, con veeduría internacional y tiempos límites, podría pensar en una negociación con las Farc bajo su gobierno. El candidato del Polo, Carlos Gaviria, le respondió que no está de acuerdo en que se premie a la violencia, pero cuando no hay otra vía, hay que apelar a la justicia transicional para el logro de la paz.

Los cuatro coincidieron en que si se les presentara el caso de que Marulanda fuera capturado y estuviese pedido en extradición por Estados Unidos, no lo extraditarían porque debería primero ser juzgado por los delitos que haya cometido en Colombia. Como explicó Gaviria, él es amigo de una extradición que sólo se use para que un país traiga a su territorio a aquellos individuos que han cometido delitos en el exterior. Mockus, sin embargo, hizo la salvedad de que si a la justicia colombiana le quedara grande el caso, y sucediera algo parecido a lo que ya sucedió con Escobar, él sometería al guerrillero a la Corte Penal Internacional, y no a la justicia estadounidense, para que respondiera por sus graves delitos. Sorprendentemente, los cuatro llegaron a una conclusión parecida, ante la posibilidad hipotética de que el Congreso legislara sobre la extradición y, por ejemplo, permitiera a la Corte Suprema revisar las pruebas: sancionarían la ley.

Y, finalmente, frente al TLC y la posible crisis en algunos sectores del agro, Gaviria y Leyva fueron los más radicales: denunciarían el tratado en el sector agrícola, que es donde va a golpear más duro. Serpa dijo que buscaría subsidios y apoyos para ayudar a los campesinos a mantenerse en el mercado, pero que si la situación se volvía muy dramática, trataría de renegociar el tratado. Mockus, al contrario, señaló que él trataría de ayudarles a los afectados a buscar formas diferentes de producción, y a adaptarse a la nueva relación comercial.