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“una de las cosas que hay que cambiarle a Colombia es esa manía de estar preguntándose quién será el próximo presidente cuando el actual sólo lleva un año gobernando. Hay que dejar que los gobiernos gobiernen”

ENTREVISTA

“No he querido ser Presidente”

El presidente del BID, Luis Alberto Moreno explica a SEMANA que estaría interesado en apoyar el metro y habla de sus ex jefes y presidentes Uribe y Pastrana.

10 de noviembre de 2007

Desde hace dos años, cuando tomó posesión como presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la vida le ha cambiado mucho a Luis Alberto Moreno. Ya no es aquel embajador estrella ante la Casa Blanca ni el hombre que, de tanto hacer lobby en el Capitolio gringo, llegó a ser bautizado el 'senador 101'. Ahora se la pasa en un avión de Ottawa a Santiago y de México a Buenos Aires, y trata de consolidar un cambio gigantesco en la entidad que preside. Con 54 años y una agenda endemoniada, habló incluso de política colombiana en su oficina de Washington con Juan Carlos Iragorri, de SEMANA.

SEMANA: ¿Cómo se ve Colombia desde la presidencia del BID?
Luis Alberto Moreno: Soy muy optimista sobre Colombia y admiro lo que ha hecho el presidente Álvaro Uribe. Colombia vive un nuevo destape. Se están despertando cosas en la piel de la sociedad. Y creo que eso se debe a que, en la medida en que se ha ido derrotando a la guerrilla, se han ido abriendo espacios políticos. Colombia, en lo económico, es un fenómeno impresionante. Todo el mundo quiere invertir allá.

SEMANA: Hillary Clinton acaba de decir que no le 'jala' al TLC con Colombia. Tal como están las cosas, ¿cree que el Congreso de Estados Unidos lo aprobará?
L.A.M.: Sí. Todos los Congresos del mundo tienen dinámicas propias. Los Padres Fundadores de Estados Unidos montaron las reglas del juego para que ninguna institución tuviera demasiado poder y para que la transacción política se hiciera necesaria. Yo creo que al partido demócrata, que aspira a mantener las mayorías en la Cámara y el Senado y a ocupar la Casa Blanca con el argumento de que puede manejar mejor las relaciones con el mundo, le quedará muy difícil votar en contra de un país que ha demostrado ser aliado de Estados Unidos. El efecto del voto sobre el TLC con Colombia se va a sentir en toda la región.

SEMANA: ¿Cómo le parece el triunfo de Samuel Moreno, candidato del Polo Democrático a la Alcaldía de Bogotá?
L.A.M.: Es bueno que la gente se pruebe en el gobierno. Lucho hizo una buena Alcaldía. La política en Bogotá puede producir alcaldes muy buenos. Además, la opinión pública bogotana es muy madura. Obliga al alcalde a hacerlo bien.

SEMANA: ¿Está dispuesto el BID a financiar la construcción del metro que propone Samuel Moreno?
L.A.M.: Yo hablé con él y le dije que estamos listos a estudiar el tema. Ese tipo de proyectos no es que sean buenos o malos. Si fracasan es porque están mal concebidos, y en eso no se puede ahorrar.

SEMANA: Se oyen voces de que usted quiere ser Presidente de Colombia y de que estaría usando la presidencia del BID como un trampolín. Esta misma revista lo puso hace una semana en el sonajero. ¿Se le mediría?
L.A.M.: Yo no sería capaz de hacer una buena gestión en el banco si no estuviera enfocado ciento por ciento en mi trabajo, que por ahora termina en el año 2010. Con hecatombe o sin hecatombe, nunca en mi vida he tenido deseos de ser Presidente. Sé que es un honor ser Presidente de Colombia, pero considero que hay muchas maneras de ayudarle al país. Finalmente, creo que una de las cosas que hay que cambiarle a Colombia es esa manía de estar preguntándose quién será el próximo presidente cuando el actual sólo lleva un año gobernando. Hay que dejar que los gobiernos gobiernen.

SEMANA: Hay quienes creen que el presidente Uribe se niega a reconocer que el ex presidente Andrés Pastrana puso en marcha el Plan Colombia. ¿Le reconoce usted la paternidad del Plan a Pastrana?
L.A.M.: El Plan Colombia fue sin duda un logro, un éxito del gobierno del presidente Pastrana. Eso hay que reconocerlo. Él se puso frente al tema y creó las condiciones para que se diera. Y siempre le he oído a Uribe que él fue un heredero de ese plan.

SEMANA: Usted trabajó para Pastrana y para Uribe. ¿En qué se diferencian?
L.A.M.: Cuando trabajé para el presidente Pastrana, yo tenía una amistad de muchos años con él y un inmenso conocimiento de su forma de ver las cosas. Al presidente Uribe, en cambio, escasamente lo conocía. Estuvimos juntos en Harvard, nada más. Al presidente Pastrana le preocupaba mucho el posicionamiento internacional de Colombia por lo que heredó: Colombia se había convertido en un país paria. Su propósito era reinsertar internacionalmente a Colombia y para ello decidió destapar la realidad colombiana ante el mundo, con todas sus consecuencias. El presidente Uribe no tiene el mismo interés por los temas internacionales porque heredó del presidente Pastrana ese posicionamiento. Su prioridad ha sido el orden público. A Pastrana lo eligieron para hacer la paz porque la gente pensó que no ganábamos la guerra. Cuatro años después, con un Ejército mucho mejor, la gente pensó que de pronto sí ganamos la guerra, y eligió al presidente indicado para eso.

SEMANA: Entre Pastrana y Uribe, ¿cuál es mejor?
L.A.M.: No, hombre, no me ponga en eso.

SEMANA: Hablemos del BID. ¿En qué consiste la reforma que ha impulsado en el banco?
L.A.M.: Los bancos de desarrollo, como éste, tienen un reto enorme porque debido en parte a que la globalización ha sido exitosa, los países cuentan con más fuentes de financiamiento. En América Latina y el Caribe la mayoría de las naciones es de ingresos medios. Por eso el BID se debe actualizar. Lo primero que hicimos fue un cambio generacional: muchos altos funcionarios estaban cerca de la edad de jubilación. Lo segundo es que, si antes los clientes eran 26 países, ahora lo son también los gobiernos locales e incluso el sector privado. Vamos a duplicar nuestra capacidad instalada en el terreno, en los países, en las regiones. Fuera de eso, dividimos el banco en cuatro grandes áreas y no como antes, que había muchas más. El BID no es un banco comercial que presta dinero y no pregunta más. Este es un banco de conocimiento, y eso es algo que hay que ganarse todos los días, atrayendo el mejor talento.

SEMANA: América Latina es la zona del mundo con mayores desigualdades.
L.A.M.: En realidad, es la segunda después del África, pero ese dibujo está cambiando. Hay una creciente clase media. Vaya a cualquier país latinoamericano y se encuentra que mientras la economía crece al 4 por ciento o al 5 por ciento, las ventas de automóviles, de electrodomésticos o de vivienda de interés social crecen al doble, o a más. Se debe en parte a la revaluación de la moneda, a que los tipos de interés son más bajos o a que las economías son mucho más abiertas. En cierta medida, la globalización les ha ayudado a los sectores populares.

SEMANA: ¿Los ricos de América Latina han sido muy avaros?
L.A.M.: Posiblemente porque no tenían incentivos fiscales o por razones históricas: mientras que a Estados Unidos la gente llegaba para quedarse, a Latinoamérica llegaba para sacar oro. Pero hay cambios. Los grandes capitales ven ya que, si quieren seguir construyendo su riqueza, tienen que compartirla.

SEMANA: ¿Le inquietan el Banco del Sur, impulsado por Hugo Chávez, y el propio presidente de Venezuela?
L.A.M.: Los problemas de pobreza sobran, de modo que hay espacio para muchas instituciones. En sus casi 50 años de historia, el BID ha ayudado y trabajado, por ejemplo, junto al Banco Centroamericano de Desarrollo y a la Corporación Andina de Fomento. Cuando el Banco del Sur esté operando, también habrá espacio para la cooperación. El presidente Chávez tiene su propia visión de Latinoamérica, y Venezuela tiene una economía muy distinta a la del resto de la región. Es un país petrolero. Hoy, Latinoamérica es mucho más madura. Antes se la pasaba pensando en lo que decía Estados Unidos. Ahora no tanto. Y hay mujeres llegando al poder, como Michelle Bachelet y Cristina Fernández.
 
SEMANA: Por mucho tiempo usted fue considerado el mejor embajador en Washington, pero ahora ha sido blanco de críticas muy duras por parte de un amplio grupo de trabajadores del BID, que considera que la reforma se ha hecho tarde y mal. ¿Qué opina?
L.A.M.: El hombre es él y su circunstancia, decía Ortega y Gasset. Es normal que surjan voces críticas cuando uno hace un proceso de cambio tan ambicioso en una institución con la historia del BID. Pero en estas cosas uno no puede concentrarse en el mes siguiente sino en los años siguientes. Yo asumí aquí una inmensa responsabilidad, en parte por el esfuerzo del presidente Uribe, que consiguió que me eligieran. Para que a uno le vaya bien, debe correr riesgos, y yo los he corrido.

SEMANA: ¿Qué tan importantes se han vuelto las remesas para América Latina?
L.A.M.: Mucho. El año pasado, América Latina recibió 68.000 millones de dólares por ese concepto. Mire esta paradoja: los latinoamericanos pobres que salen de la región invierten más en sus países que los que tienen recursos y sacan la plata.