Home

Nación

Artículo

Y NO PASO NADA

El trabajo de la Comisión Accidental tuvo la virtud de dejar bien parados, a la vez, al Congreso y al Gobierno.

9 de noviembre de 1992


LA SENSACION QUE REINABA EN EL PAIS EL miércoles de la semana pasada era la de que la reunión que sostendrían al día siguiente el presidente César Gaviria y los miembros de la Comisión Accidental del Congreso que investigaba los hechos relacionados con la fuga de Pablo Escobar podría constituirse en algo así como el juicio del siglo.
En el país y en el mundo han sido muy escasas las ocasiones en las que se ha podido presenciar la escena de un presidente de la República respondiendo al interrogatorio de unos parlamentarios de todas las corrientes políticas sobre un hecho de trascendencia nacional. A la memoria de muchos llegó el recuerdo de Ronald Reagan, quien al ser citado en su calidad de presidente por la comisión del Congreso que investigaba el escándalo Irán Contras, resolvió excusarse y enviar una cinta grabada para evitarse el interrogatorio público. En el caso de César Gaviria se presentaba además el agravante de que el tema que motivaba la citación era nada menos que el de la fuga de Escobar, episodio que al producirse estremeció al país de tal manera que muchos pensaron que la silla del propio Presidente estaba tambaleando.
La reunión de la comisión del Senado con el Presidente era la conclusión de un proceso que se inició y desarrolló en el seno del Congreso. Un grupo de 17 senadores debatió durante varias semanas todos los aspeetos relacionados con la fuga de Pablo Escobar de la cárcel de Envigado, buscando determinar el grado de responsabilidad de los distintos funcionarios, de Gaviria para abajo. Frente a los miembros de la comisión desfilaron varios ministros del despacho, subalternos de los más diversos niveles y oficiales de las distintas fuerzas militares, en servicio activo o retirados, y dieron su versión sobre los hechos.
La comisión, desde el punto de vista jurídico, era de una gran debilidad puesto que su existencia no correspondía a ningún mandato legal, y en tal virtud su fuerza radicaba en el hecho de haber salido del seno del Congreso y en que a pesar de su inexistencia formal se convirtió en el centro del debate político nacional durante todos los días en que estuvo funcionando.
Pero a pesar de su precariedad jurídica, la comisión realizó un trabajo que todos calificaron de serio y responsable, y sirvió para mostrar ante el país a un Congreso con una imagen distinta a la que suele proyectar. Las transmisiones en directo realizadas por el canal 56 del TV Cable de Bogotá se convirtieron en programas de alta sintonía, en los que se vio al Congreso colombiano funcionar al estilo gringo, tan serio que hubo quien comentó con sarcasmo: "Cómo se verá de bien esto que hasta la senadora María Izquierdo parece toda una estadista ".
Sin embargo, si toda esa parte del trabajo de la Comisión Accidental del Senado sirvió para mejorar la imagen del Congreso, no sucedió lo mismo con el Gobierno, El formato escogido para los interrogatorios hizo que durante las sesiones los funcionarios del Gobierno pudieran ser interrumpidos por los parlamentarios cuantas veces fuera necesario, impidiendo que estos pudieran dar explicaciones claras sobre un asunto de por si confuso. "La verdad dijo una fuente gubernamental es que el mensaje del Gobierno no pudo ser transmitido con claridad y ningún funcionario, en términos generales, puede decir que le fue realmente bien allí.
En estas circunstancias se reunieron durante más de 10 horas los miembros de la comisión con el presidente Gaviria en la Casa de Nariño. Los parlamentarios, en orden alfabético (de la A a la Z en la mañana y al revés en la tarde), le formularon toda clase de preguntas a Gaviria. Del contenido de esa extensa conversación se desprende que había dos tipos de preocupaciones diferentes de los congresistas: el diseño de la política de sometimiento a la justicia y el operativo de traslado de Escobar, de una cárcel a otra, que culminó con su fuga.
Contrariamente a lo que se esperaba, la reunión no fue agresiva, ni tensa, ni difícil. Salvo un pequeño incidente con el senador Rodrigo Marín Bernal, quien le pidió una interpelación al coordinador de la comisión y recibió una enérgica notificación del Presidente acerca de que el moderador era él, las 10 horas de diálogo transcurrieron en calma. Buena parte de esa tranquilidad se explica por el hecho de que ese día, por primera vez desde que se inició el debate, un funcionario público pudo expresar sin limitación alguna toda la posición oficial sobre los temas relacionados con la fuga de Escobar. Otro elemento que pudo haber contribuido a esto fue el que el Gobierno hubiera hecho públicos desde el comienzo del debate todos los documentos y las secuencias de cada una de sus actuaciones el día de la fuga de Escobar, Hubo consenso en la comisión acerca de la conveniencia de la política de sometimiento a la justicia a pesar de la fuga de Escobar, y se presentaron muchas coincidencias sobre las responsabilidades por la huida. Curiosamente fue el propio presidente Gaviria quien se salió del unanimismo acerca de la política de sometimiento, al señalar que la verdadera prueba de fuego no es la fuga de Escobar que sólo afecta el aspecto meramente carcelario sino los veredictos judiciales una vez concluyan los procesos que se adelantan contra los narcotraficantes que se han sometido a juicio.
La tónica en que se llevó a cabo esa reunión hace pensar que la comisión podría presentar un informe único sobre las conclusiones de los hechos de La Catedral, o a lo sumo dos. Y de todo este proceso queda en claro que el Congreso, y especificamente la comisión, salieron fortalecidos, y que temas como el de los contratos firmados por el exministro de Justicia Fernando Carrillo escapan al escrutinio de una comisión que por sus características jurídicas y políticas no está en capacidad de emitir un juicio válido sobre el tema, como seguramente si lo hará la Procuraduria General de la Nación.
La nueva entrega del hermano de Escobar y dos de sus lugartenientes a la justicia le restó resonancia a la reunión de Gaviria con la comisión, y se entendió como la antesala del regreso de Pablo Escobar a la cárcel. De ser así se estará bajando el telón para señalar el final de un nuevo acto en esta convulsionada historia, tras el cual se podría afirmar que la fuga de Escobar le hizo mucho más daño al Gobierno que al pais.