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NOVEDAD EN EL FRENTE

La última ofensiva de laguerrilla deja al descubierto las debilidades del Ejército para enfrentar una guerra abierta contra la subversión.

10 de marzo de 1997

La muerte de 16 soldados profesionales la semana pasada, en el páramo de San Juanito, en los límites de Cundinamarca y Meta, volvió a encender las alarmas sobre el resultado que las Fuerzas Militares obtienen en la lucha contra los grupos guerrilleros. El hecho avivó en los colombianos la amarga experiencia en que se ha con-vertido la retención de 60 soldados por parte de las Farc luego del ataque a la base militar Las Delicias en agosto del año pasado. En ambos episodios la sensación que quedó en la opinión es que el Ejército no le ha podido ganar la guerra a la guerrilla. Aunque, en estricto sentido, el caso de San Juanito se debió más a un error individual que a un problema de estrategia.
Los hechos de la semana pasada se produjeron después de que una patrulla de la Brigada Móvil Nº 1, que venía operando en la zona con mucho éxito contra columnas de las Farc, recibiera información en el sentido de que muy cerca a la población de San Juanito había varios secuestrados y armamentos camuflados por parte de la guerrilla. Esta información, suministrada por un guerrillero capturado el 31 de enero durante el rescate de un agricultor de la zona, se sumó a varios informes de inteligencia de la V División del Ejército según los cuales había indicios sobre la presencia de la cúpula del secretariado de las Farc en ese sector de la cordillera Oriental.
Luego de evaluar la información la patrulla del Ejército _integrada por cerca de 40 militares_ se dirigió al lugar indicado y se encontró con el que es considerado el cuerpo élite del secretariado de las Farc, es decir, cerca de 200 hombres que brindan seguridad a los altos mandos de la organización subversiva. Durante el enfrentamiento, que se prolongó por varios días, resultaron muertos 16 soldados y heridos otros ocho. Cuatro helicópteros Black Hawk fueron averiados. El número total de guerrilleros muertos aún se desconoce, aunque versiones oficiales estiman que la cifra puede ser superior a la docena.
Las reacciones al ataque guerrillero no se hicieron esperar. Desde las voces de aliento del propio presidente Ernesto Samper, que el lunes en la noche declaró por televisión que prefiere un Ejército combatiendo a uno emboscado, hasta duros comentarios editoriales de algunos medios de comunicación. El jueves pasado, mientras El Espectador habló del "fracaso ante la guerra", afirmando que"algo o mucho anda mal dentro de nuestras Fuerzas Armadas, y se hace imprescindible la revisión de su comportamiento", desde las páginas de El Tiempo Enrique Santos Calderón cuestionó la forma como las Fuerzas Militares conducen la guerra, haciendo alusión a los numerosos señalamientos que vienen recibiendo por parte de gobiernos extranjeros y organizaciones internacionales.
¿Que está pasando?
En el episodio de San Juanito los propios miembros del Ejército reconocen que hubo una falla de apreciación táctica por parte del oficial que estaba al frente de la patrulla. A pesar de que las informaciones de inteligencia indicaban que el número de guerrilleros concentrados en la zona se había incrementado notoriamente en las últimas semanas, el capitán Orlando Barrios Martínez no quiso dejar pasar la oportunidad de localizar la caleta de que hablaba su informante. Fue así como terminó metido en la boca del lobo, rodeado por guerrilleros que le disparaban por todos lados.
Cuando el oficial le informó a su superior, éste envió helicópteros de refuerzo, que también fueron abaleados. Fue entonces cuando los altos mandos decidieron apoyarlos con tropas desplazadas desde distintos sitios del país. El resultado de esta operación fue que, por tratar de ocultar un pequeño fracaso en la acción emprendida por la patrulla, la que terminó cuestionada fue la capacidad del Ejército en general para enfrentar a la guerrilla. Según un alto oficial en retiro, "habría sido mejor aceptar el fracaso en el operativo que haber inventado la historia de que estaban en una ofensiva para rescatar a 16 secuestrados".
Lo grave para el Ejército es que el capítulo de San Juanito se sumó a los lamentables episodios de Las Delicias en agosto del año pasado y del Chocó a mediados de enero, en los cuales la acción de las Fuerzas Armadas dejó mucho que desear. Y de allí que el episodio alentara nuevamente las voces que piden un cambio en la lucha antisubversiva en el país. Cambio que, de acuerdo con varios analistas, debería empezar por una estrategia menos represiva y mucho más efectiva.
El problema, según algunos expertos consultados por SEMANA, es que hay sectores de las Fuerzas Militares del país que siguen pensando que el triunfo final en la guerra se va a obtener más por el número de guerrilleros muertos que por el control definitivo del territorio. "Es cometer el mismo error que cometió Estados Unidos en Vietnam y que a la postre lo llevó a la derrota", dijo un estudioso del tema.Otros analistas, como el politólogo Eduardo Pizarro, sostienen que el verdadero problema radica en la aplicación de la inteligencia por parte de las Fuerzas Armadas: "Mientras las columnas del Ejército se internan en las zonas prácticamente a tientas, la guerrilla tiene un buen número de informantes que les permite conocer los movimientos de su enemigo para sorprenderlo".
A eso se suma el problema de los derechos humanos. Hay quienes aseguran que en algunas regiones del país hay miembros de la institución que cometen excesos contra la población civil. En esas zonas las tropas, más que como benefactoras, se estarían comportando como represoras, actitud que las estaría alejando de la población civil, la cual muchas veces termina por confiar más en la subversión.
Acciones como las llamadas Brigadas Cívico-militares, que tan buenos resultados produjeron en regiones como los Santanderes y Boyacá, se han visto limitadas, principalmente por los recortes presupuestales que ha venido sufriendo la institución."Aunque es bueno llevarle asistencia a la población civil, no se puede desconocer que lo más importante es darle de comer a la tropa y la plata no alcanza para tanto", dijo a SEMANA un alto oficial del Ejército.

La estrategia del general

Para el comandante del Ejército, general Manuel José Bonett Locarno, la estrategia que tanto se está cuestionando en estos momentos depende tanto del Ejército como de otra serie de factores, entre ellos mayores recursos y respaldo de la sociedad civil: "El error que estamos cometiendo consiste en pensar que la estrategia militar puede suplantar a la estrategia nacional. Un país que no tiene una estrategia nacional en los campos social, político y económico no puede, irresponsablemente, dejarle toda la carga a la estrategia militar. Es que la guerra no es contra el Ejército, es contra la sociedad en general".
A la carencia de esa estrategia integral por parte del Estado, el general Bonett agrega un factor que también lo trasnocha: la falta de recursos económicos, que hace que el poder militar sea insuficiente y obsoleto. "El nuestro es el único Ejército de la tierra que está defendiendo a todo un país con helicópteros alquilados", asegura el militar.
Y no son pocos los que están de acuerdo con Bonett. Un antiguo asesor del Ministerio de Defensa opina que "mientras no se modifique la política militar del gobierno el Ejército corre el riesgo de seguir afrontando este tipo de derrotas. El manejo del orden público no puede ser competencia únicamente de los militares".
Aún así, el general Bonett está introduciendo cambios en la estrategia militar que a la postre pueden resultar positivos en la lucha contra la subversión. Bonett no sólo está pensando en una actitud más ofensiva, sino que bajo su dirección se le ha dado especial importancia a los mandos operativos con el fin de mejorar la coordinación al interior del Ejército.
¿Quien gana, quien pierde?
Pero eso no da resultados inmediatos. Y mientras el Ejército se defiende de las acusaciones, la guerrilla ha aprovechado la situación para fortalecerse y tratar de limpiar su imagen. No es otra la intención oculta detrás del gesto aparentemente humanitario de las Farc al enviar las cartas de los soldados secuestrados en Las Delicias a sus madres o al pedirle a la Cruz Roja que reciba a los heridos de San Juanito. Con estas acciones premeditadas los subversivos pretenden enviarle al mundo el mensaje de que ellos sí respetan el derecho internacional humanitario.
En el terreno militar, las Farc están tratando de demostrar que, lejos de estar derrotadas o haberse convertido simplemente en delincuentes comunes, tienen una capacidad de combate y de maniobra que les permite resistir durante varios días y con unidad de mando un enfrentamiento en terreno abierto con el Ejército. Con el manejo que le han dado a los soldados secuestrados, este grupo guerrillero quiere mostrar también una gran capacidad operativa que le permite no sólo mantener bajo su custodia a un gran número de prisioneros por varios meses, sino también realizar acciones militares en distintos puntos del país.
En los próximos días es previsible no sólo que las Farc intenten participar activamente en el paro del próximo 11 de febrero, sino además que, para dispersar al Ejército concentrado en el área de San Juanito, intenten acciones en las zonas aledañas a Cundinamarca, como sucedió el jueves pasado en la población de Cubará en Boyacá. Estos operativos podrían incluso llegar hasta las goteras de Bogotá.
Y en eso reside, según un alto oficial, la importancia de las operaciones en San Juanito. Aunque el balance del episodio no es favorable a las Fuerzas Militares, no se puede desconocer que, a diferencia de lo sucedido en Las Delicias, en esta oportunidad tuvo una reacción rápida que les permitió después de varios días de combate llegar a controlar el corredor de seguridad que habían establecido las Farc en la zona.
Aunque todavía no es claro que las Farc hayan sido desplazadas definitivamente del sector, por lo menos hasta ahora las tropas de la V División permanecen en una aérea por la que hasta hace poco tiempo circulaban libremente entre Villavicencio y Bogotá varios frentes subversivos. "La información que teníamos era que la guerrilla pensaba movilizar a los campesinos desde esa zona hasta las goteras de Bogotá para utilizar el paro del 11 de febrero. Esperamos que esto no suceda", dijo a SEMANA el general Jaime Cortés, director de operaciones del Ejército.
Hay quienes piensan que la llegada al comando del Ejército del general Bonett podría significar un cambio importante en la lucha contra la subversión. El oficial, a lo largo de su carrera, ha dado muestras de ser un buen estratega y ya ha anunciado que le prestará especial atención a lo que tiene que ver con el respeto a los derechos humanos. Esta actitud puede cambiar sustancialmente la percepción de la población civil hacia el Ejército, acercándola a los oficiales y alejándola de la guerrilla. En un cambio de esta naturaleza podría estar el secreto para que finalmente el Ejército inicie una nueva etapa en la guerra contra la guerrilla que lo conduzca a tener más triunfos que derrotas.